Le Pen quiere borrar la sintonía con los nazis
La líder del Frente Nacional afirma que Francia nos es responsable de las redadas que llenaron el Velódromo de Invierno de judíos
Lo dijo, como decía tantas cosas, con seguridad aplastante y absoluta convicción: “Soy fascista porque he medido el progreso de la decadencia en Europa. He visto en el fascismo el único medio para limitar y reducir esta decadencia”. Si introdujéramos unos pequeños cambios, la frase de Drieu de la Rochelle, uno de los intelectuales mimados por la Francia de Vichy, podría servirles a muchos de los votantes de Marine Le Pen. “Soy lepenista porque he medido el progreso de la decadencia en Europa”, podrían decir. Y rematar: “He visto en la ultraderecha el único medio para limitar y reducir esta decadencia”.
Ha pasado ya más de medio siglo largo pero, admitámoslo, la sintonía existe. Y tiene que ver con ese rechazo radical a cuanto significa Europa —mientras se saca pecho al mismo tiempo por la grandeur francesa—. Marine Le Pen, la jefa del Frente Nacional, anda tan obsesionada por recuperar ese orgullo patrio que comentó hace poco que “Francia no es responsable del Vél d’Hiv”. Es decir, que aquella operación en que policías franceses cumpliendo órdenes de Vichy condujeron a 13.000 judíos al Velódromo de Invierno, para que fueran después deportados a Auschwitz, no tiene que ver en realidad con Francia. Le Pen sabe que hoy no queda bien reconocer aquellas viejas debilidades y la connivencia con el proyecto nazi, así que lo niega. Pero expulsaron a 76.000 judíos a los campos de concentración, de los que solo sobrevivieron 2.000.
Un desastre. El 14 de junio de 1940, las Fuerzas Armadas de la Alemania nazi entraron en París sin encontrar resistencia alguna. Unos días más tarde, el 22, Francia firmó un armisticio y se dividió en una zona no ocupada, bajo el gobierno del mariscal Pétain, y la otra, en manos del Ejército alemán. Lo que el historiador Robert O. Paxton comenta en su libro de referencia sobre aquellos años, La Francia de Vichy, es que la revolución nacional que pusieron en marcha Pétain y los suyos tenía mucho que ver con el proyecto de los ocupantes. “Luchaban contra los mismos enemigos, aunque por diferentes razones: contra la economía del laissez-faire, contra el gobierno parlamentario y contra la sociedad de masas”, escribe Paxton.
El gesto de Marine Le Pen de quitarle importancia a la colaboración del régimen de Vichy con la Alemania de Hitler no se ajusta a lo que de verdad ocurrió durante aquellos años. La idea de que las autoridades francesas fueron presionadas por los nazis para expulsar a los judíos no tiene fundamento. “Los archivos de la ocupación alemana la contradicen”, dice Paxton. “Ni a los diplomáticos ni a los militares de Berlín les importaba en lo más mínimo los actos interiores de Vichy, mientras fuese mantenido el orden y las riquezas francesas alimentasen la máquina guerrera alemana”.
Colaboraron. Y Francia ya ha pedido perdón. ¿A cuento de qué volver a enfangarse en esa ciénaga? Cuestión de emociones. “Cuéntame una mentira, dime que somos grandes”, claman los votantes de Le Pen. Y ella, encantada, los complace.
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