¿Qué queda de la Revolución de Octubre? El pasado y el presente en cinco escenarios
L A CONMEMORACIÓN de 1917 resulta extraña: no entusiasma al ciudadano e incomoda a los dirigentes rusos. “Son herederos de la revolución, pero al mismo tiempo la ven como un mal y un peligro”, afirma el historiador Daniil Kotsiubinski. El Kremlin no puede ignorar este histórico aniversario, pero lo celebra de forma superficial con un puñado de seminarios, vagos llamamientos a la reconciliación y advertencias contra la euforia callejera. Incluso se dan situaciones absurdas como la experimentada por un grupo de historiadores de provincias a quienes un editor –vinculado con el actual poder político– encargó un libro sobre la revolución de 1917 advirtiéndoles: “Vayan con cuidado con la palabra revolución y no la usen demasiado”. La razón oficial para pasar de puntillas sobre la efeméride es sencilla: las consecuencias de la sublevación aún dividen a la sociedad rusa.
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