Calamidad ambiental

Contra la evidencia científica, contra los compromisos internacionales y contra los intereses de su propia economía a largo plazo, el presidente Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva que anula la herencia de Obama en materia de medio ambiente. Esa herencia incluía medidas destinadas a promover las energías limpias y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Y la firma del Acuerdo de París en 2015, con la que Estados Unidos se había puesto por fin a la cabeza de la lucha contra el cambio climático. Ahora, el presidente Trump lo dinamita todo. Cuando ni siquiera habían entrado en vigor, de un plumazo deroga el Plan de Acción contra el Clima y ordena la revisión del Plan de Energías Limpias que imponían restricciones al uso de carbón y combustibles fósiles. El objetivo era lograr que en 2030 las emisiones fueran un 30% inferiores a las de 2005.

No ha anunciado todavía el abandono del Acuerdo de París, que ya han suscrito 195 países, pero está claro que quiere hacerlo y en todo caso, con estas disposiciones tampoco podría cumplirlo. Estados Unidos es responsable del 15% de las emisiones del planeta. La decisión de Trump supone un golpe a los objetivos de París, pues el segundo contaminante del mundo no solo no reducirá su parte, sino que la aumentará. Es muy importante que el resto de países, y muy particularmente China y Europa, se mantengan firmes en defensa del acuerdo y emprendan una acción internacional para obligar a Trump a rectificar. Para ello puede contar con aliados internos importantes, pues no todos en Estados Unidos quieren suicidarse. 360 grandes empresas e inversores le pidieron ya al ser elegido que mantuviera la lucha contra el cambio climático. La cerrazón de la ignorancia al servicio de unos sectores muy concretos han podido más que el interés general. Pero esta es una cuestión en la que se juega no solo la economía del país, sino el futuro.