Reverdecer la leña y el carbón vegetal
La FAO llama a revisar el uso de la madera como fuente de energía para garantizar su sostenibilidad
Desde que la humanidad descubrió el fuego, la madera —y por tanto los bosques— se convirtieron en una de las principales fuentes de energía. Después llegarían otras, como los combustibles fósiles y, en los últimos tiempos, el mundo lucha por moverse con energías renovables como la solar, la hidroeléctrica o la eólica. Pero todavía hoy, mientras se expande la conciencia de la importancia de los árboles para frenar la desertificación y mitigar el cambio climático, la mitad de la madera que se extrae de los bosques del mundo se utiliza como leña y carbón vegetal. Para comer (uno de cada tres habitantes del planeta aún cocina con madera), para calentarse, para moverse o purificar el agua.
Pero "actualmente, gran parte de la producción de energía con madera es insostenible", ha advertido este martes José Graziano da Silva, director general de la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura). "Y contribuye a la degradación de bosques y suelos y a la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera", ha añadido en un acto de celebración del Día Internacional de los Bosques en la sede de la organización en Roma (Italia).
En África subsahariana, por ejemplo, se estima que la tala para usar madera como combustible está detrás de la mitad de la deforestación de la región. A esto hay que sumar que en numerosas regiones, convertir la madera en carbón vegetal es un proceso que se realiza con hornos rudimentarios y muy contaminantes. Lo mismo que millones de personas usan cocinas artesanales poco eficientes que además añaden riesgos para la salud —principalmente para las mujeres, que son quienes suelen preparar los alimentos en estas áreas— por la inhalación de humos y los incendios.
De todos estos retos se ha hablado en el acto, centrado en la dendroenergía o energía con madera. En la sesión la FAO ha presentado un estudio con propuestas para hacer que la madera y el carbón vegetal que se obtiene de ella —como fuente de energía renovable que "puede ser parte de un futuro sostenible", en palabras de Graziano— se utilice de forma más ecológica. "Para ello, hay que revertir algunas tendencias", ha dicho el brasileño. "Y adoptar tecnologías mejoradas para su conversión en energía".
"Tenemos que redefinir estas estrategias", ha apuntado, por su parte, Monique Barbut, secretaria ejecutiva de la Convención de Naciones Unidas contra la desertificación. Barbut ha mostrado su preocupación por los datos de deforestación y degradación de bosques. "No se trata solo de los árboles que perdemos, sino de todo el ecosistema que se va con ellos", ha insistido.
“Hay que adoptar tecnologías mejoradas para la conversión [de la madera] en energía”
El documento, presentado por la agencia internacional bajo el título La transición al carbón vegetal, indica que la energía forestal tradicional es responsable de entre el 2% y el 7% de las emisiones de gases de efecto invernadero creadas por el hombre. Datos muy aproximados para cuya mejora la FAO ha pedido ayuda a los países. "El elevado nivel de incertidumbre" respecto a la realidad de esas emisiones refleja, según reconoce el estudio, todos los escenarios que se contemplan en cuanto a las tasas de regeneración de madera y el consumo de carbón vegetal.
El texto pide atacar las emisiones a lo largo de toda la cadena para "verdificar" el proceso para lograr carbón vegetal. Desde la obtención de madera (recurriendo solo a formas sostenibles de explotación, como bosques plantados; aprovechando residuos madereros o agrícolas; o transformando el polvo de carbón vegetal en briquetas) hasta su transformación en carbón (con hornos más eficientes se podrían reducir los gases en hasta un 80%), pasando por el transporte y su uso final (hornos domésticos mejorados podrían recortar las emisiones en un 63%). En resumen, ya que tantos dependen (económica y energéticamente) de la madera, se trata de hacer el proceso lo más sostenible (económica y medioambientalmente) posible.
Esa ecologización del sector, sostiene el documento, fortalecería además los ingresos de más de 40 millones de personas que se dedican a él en todo el mundo. El carbón vegetal supone unos 650 millones de dólares estadounidenses al año en Tanzania, y 1.600 millones en Kenia, por ejemplo. Pero toda esa actividad está en riesgo mientras los bosques se exploten de manera informal o incluso irregular, sin control ni medidas de gestión y conservación. Porque pueden acabar con el objeto de la industria en sí. Y dar paso al desierto, energético y medioambiental, para la población de decenas de países.
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