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“Despierto de un coma y descubro que mi jefe me ha tenido 20 años currando”

Señor Salme

UN ACCIDENTE laboral hizo que Mauro Torrencio quedara en estado de coma. Veinte años después, ha despertado en la oficina dándose cuenta de que su jefe siguió encargándole tareas que no requerían que estuviera consciente. “Como estaba en coma, ni nómina, ni vacaciones ni nada, esto no se hace”, protesta.

Salió del coma y se encontró en la oficina sosteniendo unos archivos en el regazo. Y con un post-it en la frente con la frase: “Reunión ventas, 18.00”.

¿Y qué hizo? Me levanté y pedí ayuda a mis compañeros. No entendía nada. “Hombre, la princesita ha despertado”, me dijeron. Resulta que me tenían rabia porque era el único de la empresa que podía trabajar inconsciente, pues el jefe me dejaba. Encima, me asignaron un becario para lavarme y cuidar mi aspecto. Me gané fama de empleado mimado que no hacía nada. ¡Y qué iba a hacer estando en coma!

"Le pregunté por qué demonios no estaba en un hospital y me dijo que me venía bien trabajar".

Pidió explicaciones a su jefe. Desde luego. Le pregunté por qué demonios no estaba en un hospital, con mi baja laboral, con mi familia. Y me dijo que lo peor de estar en coma es perder la rutina, que me venía bien trabajar. Vamos, según él, me estaba haciendo un favor.

Y encima le recomendó que anduviera con ojo. Me dice: “Don Mauro, estando inconsciente no me ha dado usted ningún problema. No vayamos a romper la racha, que en la empresa sobra gente”.

Cuesta imaginar qué tareas podía desempeñar estando en coma, aparte de servir de soporte para colgar notas adhesivas y abrigos. Mi empresa, Sofasa, vende sillones de todo tipo. Vende comodidad. Mi jefe me llevaba a las ferias y me tenía horas tumbado en un sillón reclinable para que la gente me viera durmiendo tan a gusto. Los curiosos se acercaban, me zarandeaban, gritaban…

Era un mono de feria. Asistente de ventas, según mi jefe.

Sin sueldo. Porque no iba nunca a recoger la nómina, claro. “En recursos humanos no se acuerdan ya de su cara”, me dijo el jefe.

"Me puso en el suelo para atrancar la puerta por dentro. Me tuvo así meses".

Cuénteme el origen de esas magulladuras que tiene en la espalda. Esto es de traca. En un arrebato de ira, mi jefe dio un portazo y se cargó el pomo de la puerta de su despacho, que dejó de cerrar bien. ¿Solución? Me puso en el suelo para atrancar la puerta por dentro. De este modo, cuando alguien quería entrar, yo hacía de obstáculo. Me tuvo así meses, hasta que se cansó de apartarme cada vez que quería salir.

Ahora ya no asume estas tareas. De momento sí, todo sigue igual. Mis labores de antes las hace Marifé y mi jefe dice que, si me fuera, contrataría a otro que estuviera en coma antes que a uno que pueda darle el coñazo y ponerse en plan sindicalista.

¿No vulnera esto sus derechos laborales e incluso sus derechos como persona? Eso creo yo, pero soy la envidia del personal. Todos dicen que tengo los privilegios de un funcionario sin haberme sacado unas oposiciones. Yo solo pido que me dejen salir a fumar de vez en cuando. Por lo demás, entre estar en coma y estar normal, yo ya no sé qué prefiero.

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