Propósitos
Calma, sosiego, elevación de miras, amor por el espectáculo natural y repaso, una vez más, de los cuartetos de Beethoven
Es obligado inventarse obligaciones para 2017. Aunque sea inútil y esté uno ya más fundido a la noria que un burro de piedra, hay que intentarlo.
No volveré a aguantar más de tres anuncios seguidos en la radio o la tele. Al cuarto, cambio de emisora o de canal. Como los entes conspiran para unir las horas de tortura, si constato que coinciden en la tabarra, cerraré el aparato. No respetaré ni una sola declaración en la que me agredan con las palabras “democracia”, “democrático” o “absolutamente democrático”, siendo así que quienes más las usan son, con toda evidencia, unos cínicos oportunistas. No blasfemaré en hebreo la próxima vez que los informativos se convulsionen porque Pablo ya no ama a Íñigo o se da de besos con el especulador Espinete. Trataré de no quemar en la vía pública los diarios que escriben editoriales sobre la vida sentimental de los chavistas. Superaré la tentación de eliminar la domiciliación de mi pensión, sita en uno de los bancos de la banda que ha birlado 4.000 millones de euros a la desdichada población española. Superaré también mi opinión sobre los jueces españoles que han sido enmendados por los jueces europeos sobre este punto. Y no me ahorcaré de una viga cuando el Gobierno regale a esa banda los 4.000 millones que han desvalijado. No saltaré a la yugular de quien use latiguillos como “hacen las delicias de (alguien)”, “el sol será el protagonista (meteorológico)”, “van a disfrutar de (algo)”, “el españolito de a pie (¡arggg!)”, “el deporte rey” y otras semejantes. Sobre todo, resistiré estoicamente a que Sánchez reciba el apoyo de Odón, de Patxi, de Lluis Llach o de Kim Jong-un. Etcétera.
Calma, sosiego, elevación de miras, amor por el espectáculo natural y repaso, una vez más, de los cuartetos de Beethoven.
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