Resulta simbólico
NO SABEMOS quién fue el primero en decir que con la muerte de Castro se cerraba el siglo XX, pero la metáfora prosperó de tal modo que a las 24 horas se había convertido en un lugar común. Imaginaba uno las formidables puertas de ese siglo cerrándose pesadamente y pensaba en todo lo que dejábamos al otro lado. Escritores, cineastas, filósofos, memorialistas, cadáveres (los de la Primera Guerra Mundial, los de la Segunda, los de la guerra civil española…), las vanguardias, la Revolución Rusa, los fascismos, el muro de Berlín, su caída, la conquista de los derechos civiles, las Torres Gemelas, la llegada de la tele y de los transistores… Todo ello cubierto por sábanas blancas, para protegerlo del polvo, como cuando los antiguos salían de vacaciones y cerraban la casa. El siglo XX reducido a bultos indiferenciados. ¿Este volumen corresponde a Sartre o a Camus, a Welles o a Truffaut, a Joyce o a Kafka, a Dalí o a Picasso.
Ahí tienen a varios soldados empujando el remolque en el que viajaban las cenizas de Castro. Resulta que en el último tramo de su recorrido, muy cerca del cuartel Moncada, se averió el coche del siglo XXI que encabezaba la caravana fúnebre y hubo que recurrir a los métodos del XX para volver a arrancarlo. Como si la época se resistiera a su clausura. Como si las cenizas de Fidel dispusieran de un alma pequeña, aunque rebelde, que se negara a formar parte de un mundo cerrado por defunción en vez de por reformas. Resulta simbólico que el siglo abierto por militares sea clausurado también por militares. ¿Pero simbólico de qué? No tenemos ni idea.
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