_
_
_
_

Soluciones tecnológicas africanas para necesidades africanas

Casa África acoge el Forum de Tech Hubs España-África, donde compartieron experiencias espacios como iHub o Akendewa

Ángeles Jurado
Asistentes al Forum de Tech Hubs España-África.
Asistentes al Forum de Tech Hubs España-África.Joan Tusell (Casa África)
Más información
África siembra tecnología
Jokkolabs: las esporas que colonizan nuevos territorios
iHub: un espacio para pensar cómo mejorar vidas

Akendewa era, básicamente, una comunidad de gente enamorada de la tecnología”, explica Jean-Patrick Ehouman (Aboisso, Costa de Marfil, 1981). “Evolucionó hacia un espacio de coworking, después una incubadora de empresas y ahora es un tech hub social. Nos centramos en usar la tecnología para mejorar las vida de las personas, vía educación, aplicaciones para móviles con funciones sociales y también contenidos”.

Ehouman se enfrenta a una cámara en la terraza de Casa África, bajo un cielo plomizo que amenaza con abrirse sobre su cabeza para descargar un pequeño diluvio. Es uno de los invitados del Forum de Tech Hubs España-África. Llegó desde Costa de Marfil a Canarias para exponer dos casos de éxito en Akendewa: Kalejob y CinetPay.

Akendewa, iHub, Jokkolabs o The Innovation Hub son algunos de los nombres que figuraban en la lista de tech hubs que se reunieron en Las Palmas de Gran Canaria el 3 y 4 de noviembre, poniendo caras a un efervescente ecosistema de empresas y centros tecnológicos de altísimo nivel. Organizaba Casa África y colaboraba el Gobierno de Canarias a través de PROEXCA y la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (ACIISI), así como el Clúster Canarias Excelencia Tecnológica. Sobre la mesa se pusieron cuestiones como la financiación, el trabajo en red, las limitaciones y oportunidades del sector en contextos africanos o la formación en nuevas tecnologías y emprendimiento. También se discutieron casos flagrantes de apropiación de las nuevas tecnologías por usuarios con herramientas tecnológicas muchas veces básicas, pero con inventiva y capacidad para suplir carencias y adaptar lo que tienen a sus necesidades.

“La aplicación que hizo famosa a Akendewa en el continente fue #CivSocial”, continúa Ehouman con un ojo en la tormenta que pronto lavará el contorno azul de Casa África. “Empezamos durante la guerra en Costa de Marfil y salvamos más de 82 vidas, incluidos dos niños que nacieron durante la guerra gracias a esta aplicación. También se nos conoce por nuestros proyectos educativos, como SheistheCode, que pretende formar a 50.000 mujeres jóvenes e incluirlas en el mercado laboral”.

Los logros de Akendewa no se quedan aquí. El emprendedor marfileño recuerda Wonzomai, un proyecto diseñado para monitorizar las elecciones marfileñas de 2010 que se inspiraba y basaba en la famosa plataforma Ushaidi. “La usamos para informar de incidentes y crisis y también para dar una serie de instrucciones sobre las votaciones a los ciudadanos”, cuenta Ehouman. “Además, tenemos un proyecto electoral muy importante que se llama La Brigade, un grupo de unos cincuenta jóvenes que trabajan para pasar información sobre cómo comportarse durante las elecciones: cómo votar, cómo encontrar tu centro de voto, cómo relacionarte con otros usuarios de internet en ese periodo. Todo para prevenir conflictos y conseguir un comportamiento pacífico de la gente durante las elecciones”

Akendewa se trajo de la mano al encuentro a Bi Touvoly Foua, el emprendedor detrás de la aplicación Kalejob. Foua explicó aquí cómo surgió la idea de su aplicación a raíz de una experiencia personal. Acababa de salir del centro de formación, buscaba empleo y se encontraba aislado en una zona del interior de Costa de Marfil sin acceso a internet cuando le llegó una oferta de trabajo por sms. Tenía, al menos, tres días por delante hasta poder conectarse a la Red y la posibilidad de poder solicitar ese trabajo se le escapaba de las manos. A través de su propia experiencia, Foua se dio cuenta de la limitación que la falta de conexión significa para millones de jóvenes que buscan empleo en su país y en todo el continente. Entonces decidió crear una aplicación que funcionara con sms y con la que se pudiera tener acceso a ofertas de trabajo y también solicitar empleos concretos a través de la terminal más sencilla de móvil. De la manera más fácil, eficiente y rápida que pueda imaginarse.

"Yo creo que nuestro gran reto en África en el sector de las tecnologías y el desarrollo es la inclusión entre las diferentes Áfricas, así que para nosotros ésta es una oportunidad para encontrarnos y entender cuáles son los retos en los diferentes países", explicó Emmanuel Henao, del tech hub Jokkolabs también en Casa África. Recién llegado también de Costa de Marfil, uno de los diez países donde Jokkolabs se implanta, Henao recordó que hablamos de 54 estados con contextos muy diferentes los unos de los otros y con agendas propias y ritmos de desarrollo distintos. "La tecnología nos puede dar una capacidad más colectiva para trabajar educación, agricultura, varios temas que son muy importantes", señaló, haciendo referencia a varios de los retos comunes a la mayoría del continente.

Nuestro gran reto en tecnologías y desarrollo es la inclusión entre las diferentes Áfricas

Emmanuel Henao, Jokkolabs

"La mayoría de la gente que trabaja en los tech hubs es muy joven y tiende a experimentar mucho", subrayó por su parte Kirui Kennedy, de iHub, antes de desarrollar cómo su tech hub ha sido testigo del nacimiento de aplicaciones tecnológicas que mejoran la vida de la gente, como M-Farm, que ayuda a los agricultores a conocer los precios de mercado y vender mejor sus cosechas.

Cifras

El florecimiento de los ecosistemas tecnológicos innovadores es evidente de una punta a otra del continente africano. Tech hub, coworking, start up o TIC son términos con los que, cada vez, se familiarizan más africanos y que, unidos al concepto “emprendimiento”, están empezando a cambiar la faz de la economía de algunos países del continente. La inversión gubernamental en investigación y desarrollo ha crecido en los últimos quince años en África: en Kenia, pasó del 0,3 % al 0,9 % del PIB entre 2001 y 2015, mientras que la famosa incubadora tecnológica iHub desarrollaba casi 200 empresas en apenas ocho años. Los ministerios de nuevas tecnologías y las oficinas numéricas proliferan en los ejecutivos africanos. Existen incluso expertos que aseguran que el secular retraso tecnológico africano supone -en realidad- una ventaja: el continente aborda de una manera diferente su desarrollo ahora y puede saltarse etapas y acelerar su recuperación para ponerse al nivel de otros continentes más “avanzados”. Sin ir más lejos, África se ha evitado en la práctica la era de las líneas de telefonía fija y vive una expansión de las móviles y su tecnología que está sorprendiendo al mundo.

La Asociación GSM anunció en julio que los tech hubs africanos se habían duplicado en menos de un año: hoy son 314, frente a los 117 que contabilizó el Banco Mundial el verano pasado. También precisó que se encuentran en 300 ciudades de 42 países, aunque la mitad se sitúan en cinco: Sudáfrica, Egipto, Kenia, Nigeria y Marruecos.

El informe de la GSM subrayaba que la fecha de lanzamiento media de los espacios africanos de innovación tecnológica se sitúa en 2012, que un 13 % trabaja con operadores móviles (Orange, MTN y Vodafone, sobre todo) y que las grandes compañías tecnológicas estadounidenses, como Google y Microsoft, están apostando por respaldar su desarrollo con iniciativas como 4Afrika, con 75 millones de dólares al servicio de las pymes que pretenden trabajar en el territorio del desarrollo social y la innovación tecnológica. Mark Zuckerberg dio un espaldarazo mediático a algunos de estos tech hubs en Nigeria y Kenia durante una breve visita a ambos países que realizó este verano.

Hay casos de éxito muy conocidos, como el ya mencionado iHub, pero también se están dando experiencias más singulares, inesperadas.

Carlos Bajo hablaba recientemente de JHub, el único tech hub sursudanés. En la misma línea figura el nacimiento de CIPMEN, la primera incubadora de pymes que se lanzó en Níger, en 2014, gracias al apoyo de Orange y acaba de comenzar a funcionar CoLab en Kaduna, en el norte de Nigeria, en colaboración con Co-Creation Hub. Surgen espacios muy específicos, como el tech hub femenino senegalés Jjiguène y casos de éxito empresarial innovadores y refrescantes como la plataforma Dakar Lives, nacida de un encuentro en instagram y que ha logrado acuerdos con Tastemakers Africa, más de 50.000 seguidores, extensión en Marruecos y planes de expansión en Abiyán y Bamako, amén de unir a una comunidad creativa activa y contemporánea que vende un destino de viaje y cultura sin complejos.

Se dan muchas y buenas historias que contar en este ámbito en África, pero también aparecen discursos muy críticos con el afro-optimismo tecnológico.

Cada africano, un emprendedor

El profesor marfileño Antoine Mian, experto en nuevas tecnologías aplicadas a la información, se cuestionaba hace poco en Twitter si la pasión oficial africana por el emprendimiento no es una forma de dejación de responsabilidades gubernamental frente a unas tasas de paro escandalosas.

En la misma línea de pensamiento, la directora de inversiones de Omidyar Network y fundadora de Ushaidi, Ory Okolloh, explicaba hace un año, en el Encuentro de Innovadores de Quartz Africa, que África vive un “fetichismo” del emprendimiento mientras se descuidan los problemas reales de los ciudadanos del continente: falta de energía, sistemas educativos y sanitarios deficientes, carreteras en descomposición o paro, por ejemplo.

“No podemos emprendernos fuera del mal liderazgo”, dijo entonces. “No podemos emprendernos fuera de las malas políticas. Aquellos que nos las arreglamos para hacerlo, vivimos en una seguridad muy falsa en África. Hay crecimiento en África, pero los africanos no están creciendo. Y tenemos que preguntarnos por qué existe este gran impulso para que nos innovemos fuera de problemas con los que, sinceramente, nuestros líderes, nuestros impuestos, nuestros políticos y nosotros mismos deberíamos estar luchando”.

“Coincido con lo que dice Ory Okolloh: no puedes innovar en todo”, apunta Kirui Kennedy. “No puedes innovar en las malas carreteras, las infraestructuras pobres. Pero creo que también, gracias a la tecnología, hay una forma de presionar a quienes se supone que tienen que hacerlo. Un ejemplo clásico es una iniciativa que apadrino, #WhatIsARoad. Básicamente lo que hacemos es usar Twitter para recolectar datos sobre lo malas que son nuestras vías y presentarlos a quienes se supone que tienen que arreglar el problema, para que lo hagan".

Kennedy explicó otras iniciativas que intentan señalar al gobierno sus responsabilidades y ayudarles a identificar procesos que pueden ayudar a la gente a mejorar sus vidas, como lograr que los kenianos tengan una dirección física concreta a través del trabajo de OkHi. En su opinión, es preferible la acción ciudadana a la falta de movimiento. Siempre.

Dificultades

Hay mucho camino avanzado, con mucho entusiasmo y muy rápidamente, pero todavía queda mucho por hacer. África no carece de capacidades, pero también se enfrenta a enormes desafíos que complican su camino hacia el desarrollo en este sector.

El problema más obvio y acuciante para el sector tecnológico (y la mayoría de los ciudadanos) en África es, probablemente, el de la energía. La electricidad sigue siendo un lujo para más de la mitad de los africanos: sólo un 40 % tiene acceso a un suministro decente de este bien, imprescindible para el sector y para el desarrollo económico.

Otra dificultad importante es la falta de capital de inversores locales. Ory Okolloh reseñó, también el año pasado y en una serie de tuits, que es más sencillo para las start up africanas lograr el respaldo de inversores norteamericanos que despertar el interés de sus conciudadanos pudientes o de la diáspora.

Hay pocas excepciones. En Nigeria, Tony Elumelu lanzó un programa de emprendimiento el año pasado y Jason Njoku, de IrokoTV, invirtió en varias start up locales. Bi Touvoly Foua fue, precisamente, uno de los beneficiarios del programa de Elumelu y consiguió poner en marcha Kalejob gracias a la financiación del empresario nigeriano y la de un premio para emprendedores tecnológicos africanos.

A pesar de los ministerios numéricos, algunos gobiernos el continente, a veces, tampoco son conscientes de lo que está pasando en el ámbito tecnológico y emprendedor de sus propios países. Los inversores extranjeros resultan ser quienes comprenden su potencial y apoyan a las tech hubs africanas.

“El ecosistema tecnológico de Costa de Marfil es sorprendente”, precisa al respecto Jean-Patrick Ehouman. “Hay muchísimos usuarios de Facebook y ciberactivistas. Pero lo que queremos conseguir ahora es más start ups que creen riqueza y empleos, que indiquen al gobierno que tiene que centrarse en ellas. De momento, se centran en infraestructuras y grandes compañías extranjeras, pero mi mensaje es que se centren en lo que pasa a nivel local, porque algo increíble puede pasar en cualquier momento. En este momento, los socios extranjeros son los que están más interesados en lo que hacemos, porque investigan y quieren saber lo que pasa en nuestro país y en nuestro continente. Akendewa tiene mucho apoyo del gobierno estadounidense, a través de USAID, sobre todo porque fui uno de los primeros escogidos para el programa del presidente Obama para jóvenes líderes africanos. Toda esta atención desde el exterior hace que el gobierno marfileño intente ahora comprender lo que hacemos”.

Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_