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red de expertos
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Claves para cooperar con el mundo árabe

Es necesario abrir nuevas vías de colaboración sin renunciar a la promoción de los derechos humanos y la igualdad de género

Miembros de la Asociación para el Desarrollo de la Mujer Rural de Laghdira, Marruecos.
Miembros de la Asociación para el Desarrollo de la Mujer Rural de Laghdira, Marruecos. Miguel Lizana (AECID)
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Los cinco años transcurridos desde el inicio de las denominadas primaveras árabes, que surgen en Túnez en diciembre de 2010, y se extienden en mayor o menor medida por el norte de Africa y Oriente Próximo, parecen un buen momento para hacer balance de lo que ha sido en este período la política de cooperación al desarrollo de España en la región, y comprobar hasta qué punto sus acciones han respondido adecuadamente a los cambios acaecidos desde entonces en el mundo árabe.

La cuenca sur del Mediterráneo constituye una de las áreas de actuación preferentes de la Cooperación Española, cuyo IV Plan Director para el periodo 2013-2016 establece cuatro territorios o países prioritarios: Marruecos, Mauritania, Palestina, y Población Saharaui. En los tres primeros casos se firmaron Marcos de Asociación País (MAP) en los que quedaron reflejados las zonas geográficas y los ámbitos de actuación.

El MAP con Marruecos finaliza en diciembre de 2016 y habrá que decidir en qué términos renovarlo, es decir, si se mantienen los ejes de trabajo (consolidar los procesos democráticos y el Estado de Derecho; fomentar sistemas de cohesión social, sobre todo en salud y educación; y promover oportunidades económicas para los más pobres: crecimiento integrador y sostenible), y las zonas de concentración (que actualmente son: la zona Norte, que comprende las regiones Tánger-Tetuán, Oriental y Taza-Alhucemas-Taounate; la región Gran Casablanca; y las provincias costeras de la región Souss-Massa-Draa).

Los marcos de asociación con Mauritania y Palestina tienen vigencia hasta diciembre de 2017, y en ambos habrá que hacer un ejercicio similar. En Mauritania, los ejes de actuación son los mismos pero con especial atención a la seguridad alimentaria y nutrición, con una concentración geográfica en el sur del país, en las wilayas de Trarza, Brakna, Gorgol y Guidimaka, fronterizas con el río Senegal.

Debemos seguir asegurando que nuestras políticas contribuyen a paliar la desafección entre poderes públicos y sociedad

Y, por último, en el caso palestino, dos ejes son comunes, el relativo a la consolidación de los procesos democráticos y el Estado de Derecho, y el de la promoción de las oportunidades económicas para los más pobres, pero incorpora como ámbito de actuación propio el fomento de los derechos de las mujeres y la igualdad de género.

A la hora de abordar la renovación de los MAP el ánimo es continuista porque su puesta en marcha supuso un gran esfuerzo y porque además apenas han transcurrido tres años desde que entraron en vigor, pero, en cualquier caso, se impone una reflexión sobre el valor añadido de la Cooperación Española en cada uno de ellos y el impacto de nuestras acciones, algo que arrancará en breve en Marruecos en consulta con todos los actores de la cooperación al desarrollo en ese país.

El programa Masar

Con anterioridad a los MAP, en diciembre de 2012, la Agencia Española de Cooperación (AECID) lanzó el programa Masar, que significa "camino" en árabe, un programa regional de fomento de la gobernanza democrática, que ha permitido responder de una manera rápida y flexible a la ola de cambios que se desencadenaron en la región un año antes. En su propia denominación, la idea de camino, y por tanto de acompañamiento, quedó clara la intención de Masar de apoyar los procesos de transición política en la región, sobre la base de peticiones concretas que nos pudieran hacer llegar nuestros países socios.

Masar nació pues con ese espíritu de escucha entendido en un doble sentido: tanto hacia las instituciones públicas como hacia la sociedad civil, ya que ambas son fundamentales a la hora de promover una democracia equilibrada, y, en ese sentido, el programa echó a andar con proyectos cuyas contrapartes fueran tanto gubernamentales como ONG locales. Desde que el programa se concibiera en 2012 se han ejecutado proyectos por un valor de 13 millones de euros, repartidos entre instituciones públicas (en torno al 60% del total) y organizaciones de la sociedad civil (40%). En todos ellos se ha incorporado la dimensión de género, no solo como enfoque transversal sino también como temática específica para promover la igualdad y la protección contra todo tipo de discriminación y violencia contra las mujeres.

Masar se planteó en una época de cambios y de ilusión ante el proceso de reformas abierto. En estos momentos, el balance de lo que han representado las revoluciones árabes es desigual y el contexto socio-político no es el mismo, con una clara apuesta por la estabilidad interna y la seguridad por encima de las reformas, pero, en cualquier caso, lo que debemos seguir asegurando es que el programa como tal y el conjunto de nuestras políticas en materia de gobernabilidad responden de manera eficaz a los desafíos que tiene planteados la región y sus países, y contribuyen a paliar la desafección entre poderes públicos y sociedad.

Desde que el programa Masar se concibiera en 2012 se han ejecutado proyectos por un valor de 13 millones de euros

Sin renunciar a la promoción de los derechos humanos y la igualdad de género, que han sido señas de identidad de la AECID, es necesario abrir nuevas vías de cooperación, y evitar que una herramienta que se concibió en un contexto radicalmente distinto al actual pierda su razón de ser.

No se trata, por tanto, de replantear un programa que ha funcionado razonablemente bien desde que se constituyó y que ha permitido situar a España como interlocutor válido en los procesos de reforma en los países árabes, sino de hacer un balance de lo que ha sido el programa en estos cinco años y cómo adaptarse a los cambios en la región.

La Cooperación Española está ahora embarcada en ese ejercicio, consciente de que los retos son enormes y los recursos a nuestra disposición escasos. Por ello es más necesario que nunca fijar claramente las prioridades, hacer una buena de identificación de nuestras acciones, y ser lo más estratégicos posible.

En ese esfuerzo conjunto, se está contando con aportaciones de otros Ministerios, con el mundo académico y con las ONG que trabajan en la región, lo que ha permitido actualizar contenidos e identificar otras posibles áreas de trabajo, como los jóvenes, auténticos protagonistas de los procesos de cambio democrático, y los medios de comunicación, como instrumento de promoción de la libertad de expresión.

Asimismo, se ha potenciado el trabajo con organizaciones de carácter regional, para atajar problemas que son comunes a todos los países árabes, como el cambio climático, la sobrepoblación de las grandes ciudades, o la gestión de los flujos migratorios. Todo ello conforma un nuevo esquema de trabajo adaptado a la nueva realidad sobre el terreno, y que garantice que la Cooperación Española sigue respondiendo a los intereses y prioridades de nuestros socios: personas, organizaciones e instituciones comprometidas con las reformas democráticas en el mundo árabe y en favor de sociedades más justas e inclusivas.

Javier Parrondo es jefe del Departamento de Cooperación con el Mundo Árabe y Asia de la Agencia Española de Cooperación (AECID).

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