8 fotos¿Por qué se utilizan gatos y perros en laboratorio?¿Y con qué fin se experimenta con cerdos y primates? Investigadores nos explican el uso concreto y por qué, según ellos, son irremplazablesBuenaVida15 oct 2016 - 10:44CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlacePor su pequeño tamaño, fácil manutención y manipulación, los roedores son los animales más presentes en la investigación científica. Ya sean ratones ('Mus muculus') o ratas ('Rattus norvegicus'), representan más del 65% del total de animales utilizados en los centros de investigación en España (en 2014 se utilizaron casi 540.000 ejemplares). Son especialmente utilizados en las primeras etapas de casi cualquier desarrollo farmacológico y de terapias médicas o biomédicas y "el modelo de laboratorio por excelencia para testar fármacos", según Manuel Hidalgo, director de Investigación Clínica del Centro Español de Investigaciones Oncológicas (CNIO) .“Muchas veces, olvidamos que los avances científicos y médicos no solo benefician a los seres humanos. En realidad, una buena parte de las investigaciones con animales se realizan con fines veterinarios, agrícolas, control de plagas…”, señala Emma Martínez Sánchez, que añade: “Las gallinas suelen ser un buen modelo para investigación médica con estos propósitos. También se utilizan cerdos, ovejas o caballos”. Pero además, existen multitud de estudios en embriología en los que se han utilizado gallinas y otras aves en sus experimentos. Uno de los más célebres fue el realizado por investigadores de la Universidad de Florida (EEUU) en busca de una cura contra un tipo específico de ceguera infantil.La sensibilidad frente al uso de animales varía según las especies. Todos aquellos susceptibles de ser mascota generan una mayor empatía en la sociedad, “sin embargo, en la actualidad siguen siendo insustituibles en algunos campos, sobre todo en enfermedades raras”, señala Lluís Montoliu, investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC). Antes de que un medicamento o un tratamiento sean puestos a disposición del público, la European Medicines Agency (EMA) obliga a que se haya probado en al menos dos especies diferentes. La primera suele ser ratones, pero, antes de ser aprobado en seres humanos, deben hacerse pruebas en especies más similares a nosotros. “El desarrollo, la validación, decidir cuál puede ser la construcción génica exacta, las primeras fases... todo esto se evalúa en roedores”, explica Montoliu. “Posteriormente, en perros, macacos y otras especies, se usan menos ejemplares y se intenta probar solo aquello que ya ha tenido resultados positivos en experimentos anteriores".“El uso de gatos en ciencia está muy restringido y controlado [se utilizaron, en 2014, 52 ejemplares]. Al ser una mascota habitual, apenas se realizan unas docenas de usos, en laboratorios muy concretos y para estudios en los que son insustituibles”, cuenta Xurxo Mariño, neurocientífico y profesor en la Universidad da Coruña, que ha utilizado gatos comunes para determinados trabajos en neurofisiología. “Los ratones se utilizan mucho en el estudio de mecanismos bioquímicos básicos, sin embargo cuando hay que analizar complejidad neuronal, no nos sirven”, explica el neurocientífico. “Los felinos tienen sistemas sensoriales muy desarrollados por lo que representan un buen modelo en el que trabajar para estudiar determinados procesos neurológico. Cuando escuchamos o leemos que algún laboratorio ha desarrollado alguna terapia contra algún tipo de ceguera, muy probablemente habrán utilizado estos animales”.Su uso está muy extendido en estudios cardiovasculares. En el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), tienen una piara de cerdos dedicada a investigación tanto de corazón como de vasos sanguíneos. Además se utilizan para hacer prácticas médicas: “Es necesario que un cirujano recién salido de la Facultad practique antes de abrir seres humanos, y el cerdo, con sus similitudes cardiovasculares, es el animal más indicado”, explica el doctor Montoliu.Además de sus múltiples aplicaciones en investigación veterinaria, las ovejas tienen una presencia sorprendente en otros campos de la medicina: “Se utilizan en gran parte de los trabajos de traumatología, en terapias basadas en reconstrucción ósea o en desarrollo de prótesis... La oveja es un animal que, a pesar de que posee articulaciones muy diferentes a las nuestras, es muy útil para el estudio de piezas biomecánicas”, señala Montoliu.La normativa europea prohíbe taxativamente el uso de los grandes simios en investigación científica. Los únicos primates no humanos permitidos son determinados tipos de macacos [en 2014 solo se usaron dos ejemplares en España] y babuinos, en estudios donde, por ahora, siguen siendo insustituibles. Principalmente, en terapias contra enfermedades neurodegenerativas, (alzhéimer, párkinson, 'huntington', ELA...) y para investigación en vacunas (SIDA, ébola, Zika...). Lluís Montoliu nos explica algunas razones. “La vida media de un roedor en el campo apenas va más allá de 3 a 6 meses, por lo que habitualmente la enfermedades neurodegenerativas no suelen afectarles. En laboratorio, los ratones pueden vivir hasta dos años o dos años y medio, que es mucho más que lo que viven en la naturaleza, por lo que podemos estudiar algunos casos de enfermedades neurodegenerativas que suelen estar asociadas a la edad, pero no es algo propio de los roedores y, para desarrollar terapias efectivas, debemos escalar hacia especies más cercanas a nosotros”. Los macacos sí pueden desarrollar este tipo de enfermedades y hoy por hoy representan las mejores dianas y modelos para poder investigar y encontrar terapias efectivas contra estas enfermedades neurodegenerativas.Su nombre científico es 'Danio rerio' y ofrece numerosas ventajas: los seres humanos compartimos con este pez un 80% del genoma y sus embriones son transparentes, por lo que podemos observar fácilmente el desarrollo de sus órganos y la evolución de las modificaciones genéticas que se le realicen. Además, el pez cebra es capaz de regenerar sus órganos, algo muy valioso para desarrollar futuras terapias frente a diversos tipos de cáncer como la leucemia, lesiones medulares en humanos o para la regeneración de músculos del corazón tras un infarto. Y también, cada hembra es capaz de producir cientos de embriones por semana, que se convierten en adultos en apenas unos días. De este modo se pueden comprobar rápidamente los efectos de los tratamientos o medicamentos aplicados. Son fáciles de mantener y evitan la utilización de otras especies más sensibles para el público, por lo que nos encontramos ante un modelo animal que se está utilizando cada vez más en los laboratorios de todo el mundo.