La cultura se paga y hasta se puede regalar
Los creadores han hecho su trabajo sin regates. El Gobierno debe ahora hacer el suyo con un apoyo real a la cultura
Lo mejor de un mundo bien informado es que todos podemos preguntarnos si lo que es bueno para Dios es bueno para el hombre; o, en términos europeos, si lo que es bueno para lugares de un cuidado y potencial cultural soberbio como Italia o Francia puede serlo para España. Por qué no soñar.
Italia ha aprobado un cheque regalo de 500 euros para que los jóvenes que cumplen 18 años puedan consumir libros, museos, teatros, cines, conciertos, música, exposiciones o yacimientos. Mientras en España Ciudadanos apenas ha conseguido arrancar al PP una imprecisa promesa de bajar el IVA cultural del que además queda fuera el cine, el Gobierno de Matteo Renzi quiere dar la bienvenida a la edad adulta a italianos y residentes con un mensaje que recuerde lo importante que es el consumo de la cultura: 1) para el enriquecimiento personal y 2) para fortalecer el tejido social del país.
Bien estirados, 500 euros pueden arreglarnos el año académico, permitirnos adquirir decenas de libros para todo el año, ir cada semana al cine en sesiones caras o combinar conciertos, exposiciones y hasta un abono anual a la ópera que se puede lograr por 90 euros en el Real. Por ejemplo. Es un gran regalo.
La cultura puede marcar la diferencia entre una sociedad de borregos y unos ciudadanos capaces de pensar, juzgar y decidir. Actuar a favor del conocimiento y del tejido industrial en el que puede aflorar y crecer no es solo legítimo para apuntalar los valores que distinguen la democracia, sino una forma de decir que no todo puede ser gratis, no todo está al alcance del clic sin pasar por caja, no todo se puede piratear. Pagar por ir a un concierto, por escuchar música o descargarse un libro es también poner en valor la creación. Se han puesto en marcha numerosas iniciativas para frenar el todo gratis extendido en el mundo —desde multas a cortes de red y denuncias— pero esta acción de Renzi es original por su escala nacional, proactiva por su duración anual y simbólica por su mensaje en valores.
El Gobierno de Rajoy elevó el IVA cultural del 8% al 21% en 2012 (excepto libros y prensa en papel) en un golpe al sector que denotó el escaso apego a la cultura que sobrevivía en La Moncloa de la austeridad. Mientras España sigue pagando menos que la media europea en el IVA en general, en el sector cultural ha superado con creces a países como Francia, Italia, Portugal o Alemania.
Nuevas generaciones de dramaturgos, actores, cineastas, bailarines y músicos han renovado la escena con precariedad económica, pero sin regates creativos. Ellos han hecho su trabajo. Es hora de que un futuro Gobierno haga también el suyo, impulsando la cultura y el valor de la creación (sin por ello incluir entradas para toros y vaquillas maltratadas entre los posibles regalos, por favor).
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