Maratón de diseño

EL MUSEO de Arte Contemporáneo Niterói, de Río de Janeiro, se alza sobre el mar como un platillo volante. Circular, blanco y con amplios ventanales que recorren todo su contorno. El edificio, diseñado por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, sirvió de escenario para el desfile de la colección crucero 2017 de Louis Vuitton. La propuesta, presentada dos meses antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, reinterpretaba el estilo deportivo en clave futurista. Una más que oportuna elección que el director creativo de la firma, Nicolas Ghesquière, defendió mediante un sugerente juego de asimetrías y aberturas.

El creador asegura que la ciudad carioca fue una gran inspiración para este trabajo. “Me encanta la ropa urbana, la que llevan las mujeres en la calle. ¿Qué mejor lugar para mostrar estas ideas? Río es tropical y urbano. La naturaleza es explosiva aquí y, al mismo tiempo, tienes maravillosos edificios. Es la belleza del caos”, explica. Sin embargo, existen motivos más allá de los estéticos para que la maison escogiese Brasil como pasarela. A pesar de que el país se enfrenta a una de sus mayores recesiones en medio de escándalos de corrupción que alcanzan incluso a la presidenta electa Dilma Rousseff, el carioca sigue siendo uno de sus diez mercados más importantes.

Para potenciar estas plazas emergentes, las marcas de lujo optan desde hace unos años por organizar desfiles en ubicaciones estratégicas, además de los que se celebran en las capitales de la moda: París, Milán, Nueva York. Poco antes de la presentación de Louis Vuitton en Brasil, Chanel desfilaba por primera vez en América Latina. El lugar escogido fue La Habana (Cuba). Un evento que, como el de Río, contó con una amplia cobertura mediática y que tuvo también como protagonista la colección crucero. Esta línea, que llega a las tiendas en diciembre, resulta más ponible y cada vez más relevante desde el punto de vista comercial que las de primavera/verano y otoño/invierno. Parece lógico, entonces, que las marcas aumenten la inversión en dinero, tiempo y esfuerzo para poner en escena estas prendas de entretiempo.

Organizar grandes eventos como el de Río les permite además establecer un contacto más personal con sus clientes. Al desfile de Brasil acudieron apenas 500 invitados –entre los que se encontraban los actores Jaden Smith, Alicia Vikander o Catherine Deneuve–, mientras que los shows de París pueden tener un aforo cuatro veces mayor.

También se busca que el interés por la firma se mantenga de forma continuada a lo largo del año y no solo durante las semanas de la moda, que se celebran en torno a septiembre y febrero. El propio presidente de Louis Vuitton, Michael Burke, reconocía, en declaraciones a la revista Women’s Wear Daily, que el desfile de la colección crucero organizado en Palm Springs (California) el año pasado cosechó un gran seguimiento en las redes sociales y obtuvo incluso más alcance online que el show de París.

Bajo esta premisa, Louis Vuitton volvió a desplegar todo su potencial en Río, creando un cuento de hadas de diseño que se diluyó cuatro días después del desfile, con el asalto a su tienda de Ipanema. Los ladrones se hicieron con productos por valor de 247.000 euros. Entre ellos, prendas de esta colección crucero que adelantan algunas de las tendencias de la nueva temporada: los abrigos XL y los estampados retrofuturistas.