Cáscaras de huevo, peladura o bolsas de té: su basura vale dinero
España es el único país de la UE que no cuenta con un sistema nacional de recogida de desechos biodegradables. El compostaje, una solución rentable
"El compostaje casero es una buena forma de ahorrar, sobre todo, si está familiarizado con la horticultura, tiene un huertito en casa o simplemente le gusta la jardinería, ya que con sus propios residuos se consigue un compost de categoría A, el más caro del mercado por su excelente calidad”. Así lo afirma Santiago Caballero, secretario técnico del Gremi de Jardinería de Cataluña.
Pero más allá de buscar provecho en los restos condenados al cubo de la basura ahorrándole algunos euros en el cuidado de las plantas, ayuda a frenar la desertización, a mejorar la estructura y fertilidad de los suelos, evita la compra y el vertido de químicos a la tierra, rebaja los costes de gestión de residuos municipales… Y ayuda a reducir las emisiones de metano (un gas efecto invernadero, unas 25 veces más potente que el CO2) y a educar en el respeto del medioambiente, según Alodia Pérez, responsable de Recursos Naturales y Residuos de la ONG Amigos de la Tierra: “El compost doméstico supone una medida de ahorro de residuos que se traduce en menos emisiones, mejora la gestión de la agricultura ecológica y tiene un gran poder concienciador, ya que autogestionamos nuestros propios residuos siendo más conscientes de la basura que generamos”. Todo un acto de generosidad para las generaciones presentes y futuras.
Los olores, ¿un problema?
A la pregunta de si este proceso conlleva malos olores, desde el departamento de cultivos y tierras del Instituto de Tratamiento de Residuos de la Universidad de Cornell, en el Estado de Nueva York, responden que “algo sí, pero nada muy molesto siempre que airee su compostaje”. Expertos de la Universidad de Illinois explican que los olores los provocan las bacterias anaerobias. En su proceso de digestión segregan ácidos orgánicos y aminas (sustancias parecidas al amoniaco), sulfuro de hidrógeno, cadaverina y putrescina, fuentes de malos olores. Este tipo de bacterias toman el relevo de las aerobias si no se dan las condiciones adecuadas para que estas vivan: un mínimo de un 5% de oxígeno. De ahí la importancia de removerlo todo al menos una vez al mes
¿Tanto pueden hacer unas mondas, cáscaras y peladuras…? No es fácil encontrar datos sobre compostaje y, menos aún, casero. Como referencia, en el último informe de la Comisión Europea sobre la implementación de sistemas de recogida selectiva de los Estados miembros de la UE, basado en datos de 2013, España aparece en la mitad del ranking en cuanto a la cantidad de material compostado comunitariamente, con un 10% del total de los residuos urbanos, lo que supone solo unos 46 kilos por persona y año. Y es que prácticamente no hay ningún sistema de recogida selectiva de material biodegradable en todo el país, sino que se recupera de lo que tiramos en el contenedor gris.
Cada año la cifra de residuos se incrementa y es cada vez más difícil su gestión. Por ello la UE ha aprobado una serie de medidas que obliga a los Estados miembros a reforzar las políticas para la prevención de residuos orgánicos. La legislación española sobre residuos y suelos contaminados ya recoge algunas medidas entre las que se encuentra la promoción del compostaje doméstico y comunitario. Sin embargo, Cataluña, con un programa con más de 300 municipios adscritos, y Hernani, en el País Vasco, con un plan de recogida puerta a puerta y una reducción del 40% en la tasa de residuos para los compostadores, son dos de los escasos ejemplos de planes desarrollados para favorecer este proceso. Si vive en una región sin propuestas o no quiere esperar, aquí todo lo que necesita saber para hacerlo (y usarlo) en casa.
Modo de empleo
Antes de comenzar, debe saber cómo funciona. El compostaje se sirve de los procesos naturales de descomposición para convertir hojas, hierba y restos de alimentos, que irían directos a la basura, en un valioso material que servirá para fertilizar sus plantas y regenerar el suelo. Esto ocurre gracias a la acción de una atareada comunidad de bichos como hormigas, ciempiés, moscas, escarabajos, arañas y lombrices de tierra (macroorganismos) y bacterias y hongos (microorganismos).
Cataluña cuenta con un programa de recogida con más de 400 municipios adscritos; y Hernani, en el País Vasco, incentiva el compostaje reduciendo un 40% la tasa de residuos
Los macroorganismos cavan, mastican, digieren y mezclan los materiales, además de romperlos en trozos más pequeños que permiten que los microorganismos los puedan deglutir. Ni se le ocurra espantar o aniquilar cualquier especie que encuentre… Porque entonces entran en acción los microorganismos.
Su misión es la descomposición química. De todos, los más importantes son las bacterias aerobias: utilizan nitrógeno para construir la proteína que les permita crecer y reproducirse, y carbono como fuente de energía. En el trabajo La ciencia del compostaje, de la Universidad de Illinois (EE UU), se explica que “estos organismos obtienen energía oxidando materia orgánica. Si se dan las condiciones apropiadas, este proceso de oxidación eleva la temperatura del material por encima de la ambiental, ayudando a la descomposición”. Así pues, cuide de este tipo de bacterias, son las más rápidas y limpias. Más adelante sabrá cómo.
Compostar ayuda a reducir las emisiones de metano, un gas 25 veces más potente que el CO2
Lo mejor es utilizar un compostador de plástico o madera. El Manual del compostador doméstico, editado por la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Palazuelos de Eresma (Segovia), indica que “se puede hacer acumulando los restos orgánicos en un montón directamente sobre el suelo, pero hacerlo en un recipiente adecuado permite mantener la zona limpia, acelera el proceso, evita [o limita] los malos olores, controla las condiciones adecuadas de humedad, temperatura y oxígeno…”. Pere López, ingeniero técnico agrícola y responsable de producción de la huerta profesional de agricultura ecológica El Tomate Tranquilo, advierte: “Es importante que tenga ventilación lateral y un lugar por el que evacuar los líquidos que se van produciendo durante el proceso”. ¿Tamaño? “Una familia de cuatro miembros que no dispone de mucho espacio, tiene suficiente con un depósito de 30 o 40 litros, aunque dependerá de la cantidad de plantas o terreno donde vaya a utilizar su abono”.
Cómo preparar el compost
Comience con un lecho de tierra. Después, coloque los restos de comida (materiales húmedos) y encima, los materiales secos (hojas, ramas…). Humedezca y tape. La Agencia de Protección Ambiental de EE UU (EPA) sugiere, una vez hecho el montón, enterrar frutas y verduras a diez centímetros de la superficie. Vigile que la temperatura oscile entre 500 y 600 y que la mezcla esté húmeda –no mojada–. Una vez al mes, remueva los materiales con una pala para airearlos y asegurarse de que haya suficiente oxígeno para que las bacterias puedan hacer su trabajo. Y espere…
“El tiempo de compostaje es relativo, depende de muchos factores. En el uso doméstico puede tardar entre cuatro y cinco meses”, asegura Jaume Alagarda, vocal de jardinería de la Asociación Profesional de Flores, Plantas y Tecnología Hortícola de la Comunidad Valenciana (Asflant). Desde la EPA apuntan que estará listo en cualquier momento entre los dos meses y los dos años. Alagarda añade: “Estará hecho cuando veamos que ha bajado la temperatura y todo el material está completamente degradado, la textura ha cambiado por completo y se deshace en las manos”. Además, “el volumen inicial de los residuos utilizados se habrá reducido entre siete u ocho veces su tamaño”, añade López. Solo queda añadirlo a nuestras macetas o jardín con una última advertencia del técnico de El Tomate Tranquilo: “No debe superar el 5% del volumen de la zona a tratar”. Si produce mucho compost, el Manual del compostador doméstico invita a usarlo para mezclarlo con la tierra, rellenar plantones y trasplantes o diluirlo en agua: “Es muy buena para el riego”.
El compostaje en cifras
Según un pequeño estudio sobre compostaje de estudiantes en prácticas del área de Medio Ambiente y Movilidad de Rivas-Vaciamadrid, en esta localidad madrileña se generan unos 200 gramos de materia orgánica compostable por persona y día –casi medio kilo si tenemos jardín–, sin contar con los restos de comida cocinada… Un kilo y medio de material orgánico a la semana, 73 kilos al año, que generará poco más de 2 kilos de compost.
Según los cálculos del Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, los 790 compostadores del programa municipal de 2014 han permitido reducir la cantidad de residuos orgánicos en 244 toneladas al año, el equivalente a 1,5 toneladas de dióxido de carbono. Es la misma cantidad que emite un coche diésel medio al recorrer 4.831 kilómetros (sin pasajeros), según Carbonquilt.org, una web que da referencias visuales a la huella de carbono.
El municipio catalán de Reus es citado como ejemplo de buena práctica de compostaje, según la dirección de Medio Ambiente de la UE. En los dos primeros años de la colocación de centros de compostaje se recogieron 7.000 toneladas de residuos de cocina y 3.000 de jardinería que permitieron comercializar 900 toneladas de compost.
En casa, se consiguen aproximadamente 30 kilos de humus (compost) por cada 100 de materia orgánica.
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