Antonio Banderas, de Hollywood a la pasarela
A NTONIO Banderas se enfunda su chupa de cuero y de un brinco se pone de pie sobre el sofá, lanza miradas seductoras al objetivo de la cámara, golpea el aire con un bate de béisbol imaginario y ruge: “¡Mis diseños soy yo!”.
El actor malagueño ahora es “fashion designer”. Lo dice en perfecto inglés. Exuda vitalidad. Parece haber regresado a sus años de efervescente juventud, pero pronto abandona su faceta más histriónica y vuelve a convertirse en el diseñador amateur que estrena su primera colección de moda.
Ha pasado los últimos meses recorriendo cada mañana los 60 kilómetros que separan su nueva casa, en la campiña inglesa, de la prestigiosa escuela de diseño Central Saint Martins de Londres. Allí ha estudiado cursos de corta duración. Hoy emplea términos como lining (forro) u overlock (un tipo de costura) para explicar el proceso de creación de sus prendas. Unas horas antes las ha presentado en un lujoso hotel de la capital británica, bajo la atenta mirada de su novia, Nicole Kimpel. Sostiene Banderas que en el cine, como en teatro, “la ropa es clave para crear la identidad del personaje”. Y en estas 30 piezas no hay duda: el personaje es él. Su ropa está hecha a su medida. Incluso el logo son dos banderas.
Buceando entre algunas de sus prendas encontramos mucho del Banderas de los ochenta. Aquel incipiente actor, recién aterrizado en el Madrid de la movida, que empezaba a abrirse camino en el mundo del cine junto a Pedro Almodóvar. “Solíamos ponernos aquellas chupas con adornos dorados que eran muy de Versace”, recuerda Antonio. En ellas se ha inspirado para diseñar una de las piezas más cotizadas de su catálogo: La Gold Leather Jacket con la que posa ante el fotógrafo. Para Banderas se trata de “un homenaje al diseñador”. “Y a una de las mejores épocas de mi vida”. Por no hablar de los guiños a la cultura mediterránea: “El forro es del azul del mar, en honor a mis orígenes”.
El español que arrancó la conquista de Hollywood junto a Fernando Trueba con Two Much (1996) trabaja hoy con dos jóvenes diseñadores de la firma danesa Selected, que ha apadrinado el proyecto. Banderas les transmite su idea, escoge los materiales y toma las decisiones mientras el equipo hace y deshace sus deseos. Una forma de trabajar que aspira a parecerse a la que el belga Raf Simons, director creativo de Dior entre 2012 y 2015, mostraba en el documental Dior y yo. Este malagueño universal lo vio recientemente y quedó fascinado. “Trabaja directamente sobre las modelos. Les pone telas alrededor, va metiendo alfileres, las hace caminar, quita aquí y allá… ¡Muy interesante!”.
Sueña con alcanzar esa misma autonomía creativa. Aunque este año ha aprendido a usar una máquina de coser, tiene claro que no va a participar en el proceso de fabricación. “No creo que haya ningún diseñador que se ponga a coser. La manufactura la llevan a cabo modistos y modistas”. Algo que como alumno ha escuchado hasta la saciedad en las aulas de Saint Martins: “Aquí no hacemos sastres, hacemos creadores”. Llega la hora del break. Banderas retoma su otra pasión: las motos. Las mismas sobre las que cabalga enfundado en su chupa de cuero como si sus 55 años no fueran nada.
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