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Perfil

Carine Roitfeld, la visionaria de la moda

Carine posa en Nueva York para El País Semanal.
Carine posa en Nueva York para El País Semanal.Xevi Muntané
Amanda Mars

A PRIMERA hora de la mañana, entra en un pequeño y sobrio estudio de fotografía de Nueva York una señora que, según los expertos del mundo de la moda, es una autoridad. En ese negocio se influye de dos formas: siendo muy bueno a la hora de producir y distribuir las prendas o diciendo al mundo cuál de ellas es deseable. A este último grupo pertenece Carine Roitfeld (París, 1954), una mujer capaz de poner un estilo en boga o desterrarlo para siempre (para siempre, en el mundo de la moda, pueden ser un par de años); alguien con galones para ejercer de modelo de portada después de ser abuela.

Se presenta con zapatos de tacón de aguja y unas gafas de sol superlativas. Pero no hay en ella las maneras de diva que se espera tras ver o leer El diablo viste de Prada. El libro, luego convertido en película, retrata a Anna Wintour, la todopoderosa editora de Vogue, como una tirana. Pero Wintour está muy lejos de este estudio fotográfico de Chelsea. Alguien del equipo de Roitfeld había pedido unos días antes que se evitaran las botellas de plástico en la sesión y que sirvieran el agua en cartón por respeto al medio ambiente, pero en la sala los envases son del más vulgar de los polímeros y nadie rechistará. Tampoco ella.

Jersey de Azzedine Alaïa, corpiño de Prada y collar de César.

Directora de la edición francesa de Vogue durante 10 años, musa de Tom Ford y agitadora de algunos convencionalismos de su gremio, Carine Roitfeld es, además de todo eso, una trabajadora. Cuando dejó el timón de la revista en París, a finales de 2010, le dio una vuelta a su carrera, lanzó su propia publicación y grabó un documental sobre el proceso. Su nombre es hoy algo parecido a una marca: CR Fashion Book, aunque, para desgracia de la estilista, coincide con las siglas e iniciales de otra enseña global: Cristiano Ronaldo.

La de Carine es una marca emancipada de la famosa revista, con todo lo bueno y malo que eso tiene: “Cuando trabajas para Vogue, todo el mundo es muy amable contigo; después reduces tu número de amigos, a veces vuelves a antiguas amistades que habías dejado… Incluso regresé a mi color. Yo era más rubia en Vogue, ahora soy más morena. Ahora soy más yo”, explica durante una pausa del maquillaje.

Roitfeld ha escogido el vestuario con el que quiere posar y seleccionado las fotografías que permite que sean publicadas. Hecha un pincel, se pondrá ante el retratista con los pies hacia dentro, en esa postura que dicen que tanto estiliza las piernas y que, al mismo tiempo, desde fuera de la escena, la hace parecer algo vulnerable.

“Cuando trabajas para Vogue, la gente cree que eres un poco esnob, un poco exclusiva, pero no lo soy”. Y no lo es. Confesará su irremediable aversión por el calzado de deporte, pero hablará con entusiasmo de su colaboración con Uniqlo, una marca de ropa japonesa deportiva y de precios asequibles para la que la estilista ha supervisado el diseño de una colección de mujer. También ha colaborado con H&M. Son esos casos en que los que mandan fabricando y distribuyendo se alían con los que dictan las tendencias. El gran poder de la moda unido, un negocio redondo.

Posa en Nueva York para El País Semanal con vestido vintage de Yves Saint Laurent.

“Uniqlo es bueno para mí, estoy entrando en las casas de gente que nunca había oído hablar de mí”, explica.

Roitfeld inició su carrera como modelo, luego trabajó como redactora en Elle y dio la campanada en los noventa: se encargó junto al fotógrafo Mario Testino de unas campañas publicitarias de Gucci de alto contenido erótico. También se reivindica como la primera editora en poner una modelo transgénero en su portada y se ha atrevido con algo más transgresor, mujeres de tallas grandes.

“Me encantan las diferencias, me gusta la belleza en edades avanzadas. Yo fui chica de portada después de ser abuela y eso es positivo para las mujeres”, recalca. Aunque al mismo tiempo explica que todo el equipo con el que trabaja es joven, muy joven, de menos de 30 años.

De Wintour dijo una vez que la estadounidense está más en la política, y ella, más en la moda. “¡Es cierto!”, apostilla. “Hacemos cosas distintas, pero la gente intenta ponernos a competir. Yo he trabajado para ella y es dura, pero muy clara y sincera”. “Somos muy diferentes, creo que ella podría ser diplomática o embajadora, algo de lo que yo no sé absolutamente nada”.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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