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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Messi, el último de los investigados que no sabe nada

Todos los ciudadanos son responsables de sus rentas y patrimonios, con independencia de quien se los gestione

Jesús Mota
Messi sale de la Audiencia Nacional de Barcelona
Messi sale de la Audiencia Nacional de BarcelonaMassimiliano Minocri

Una epidemia social recorre España. Se llama Síndrome de Irresponsabilidad y responde a un solo síntoma: todos los directivos de empresa, políticos, futbolistas, alcaldes, vicepresidentes o ministros, infantas y sus consortes respectivos se declaran inmediatamente irresponsables de los resultados de la gestión que tenían atribuida en cuanto tienen que declarar ante un tribunal. Una relación de respuestas ante los jueces, fiscales o periodistas recogería miles de “yo no fui”, “de eso se ocupaba tal o cual concejal”, “no sabía lo que hacía mi marido (o mi mujer)”, “mis asesores me engañaron”, “no leía los informes (de Bankia)” o “no sabía que en mi garaje había un Jaguar (y, por cierto, ¿qué es un Jaguar?)”. Un psicólogo social diría que el país sufre de una regresión a la infancia colectiva, aunque limitada a grupos que han medrado con la corrupción y el parasitismo del dinero público; pero, entonces, un economista corporativo preguntaría alarmado: ¿por qué, en contrapartida de qué responsabilidad, cobraban estos señores que no saben nada?

La declaración de Lionel Messi, de talento futbolístico fuera de dudas, es una gota más —aunque destilada— en el océano de la irresponsabilidad. Investigado por supuesto delito fiscal durante los años 2007, 2008 y 2009, por un total de 4,1 millones, respondió modosamente a las preguntas del fiscal que él “se dedicaba a jugar a fútbol”, que firmaba lo que le decía su padre, que desconocía la existencia de la sociedad instrumental Jembril, que nunca preguntó si pagaba impuestos y que recuerda vagamente haber acudido a un notario, pero que no recordaba para qué. Quizá entendió que iba a jugar un partido benéfico en la salita de espera del notario. De creer en la declaración judicial de Messi, vive como un muñeco encerrado en una caja de porcelana; se le da cuerda cuando se quiere escuchar la música, es decir, cuando salta al estadio.

Toda la declaración de Messi —igual que la de los ignorantes o los engañados— es inverosímil; una fabulación que se impone como estrategia judicial de moda. Pero lo más inverosímil es que los abogados de Messi (o de cualquier imputado) recurran a ella, a sabiendas de que ofende la inteligencia del juez y de los contribuyentes. Existe jurisprudencia sobre este negacionismo o acta de irresponsabilidad: quien persiste en la actitud de “no querer saber” incurre en ignorancia deliberada, que da lugar a la imputación subjetiva de conducta delictiva. Para entendernos, en la jerga de toda la vida de las madres: “Esta por el estropicio que has hecho y esta por no enterarte”.

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A partir de la mayoría de edad, todos los ciudadanos son responsables de sus rentas y patrimonios, con independencia de quien se los gestione. Si no fuera así, bastaría con contratar a un delincuente fiscal para muñir la renta propia y trasladarle las consecuencias del fraude. La declaración judicial es, para las estrellas políticas o futbolísticas investigadas, un acto más de la representación teatral a beneficio de votantes o seguidores. El título de la obra, a elegir, es No sabemos nada o No nos enteramos de nada; el subtítulo, En cualquier caso, a mí plin.

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