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Un contador de respiraciones para salvar la vida a los niños con neumonía

La neumonía provocó en 2015 casi un millón de muertes entre menores de cinco años. Un nuevo dispositivo detecta posibles casos de una manera sencilla y eficiente

Una voluntaria mide la respiración de un niño en Malí.
Una voluntaria mide la respiración de un niño en Malí.UNICEF
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Durante 2015, la neumonía causó casi un millón de muertes (922.000) de niños menores de cinco años, lo que supone el 15% de todas las causas de mortalidad de esta franja de edad en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"La neumonía es una enfermedad olvidada y, sin embargo, es la que más niños mata”, explica Kristoffer Gandrup, director del equipo de Innovación de la División de Abastecimiento de Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, que ha creado un nuevo dispositivo para detectar esta afección. Frenar la pérdida de vidas jóvenes es uno de sus objetivos principales. “Nuestra tarea es destinar un presupuesto de miles de dólares para aprovisionar a los países del tercer mundo con suministros de emergencia como alimentos, medicinas y tecnología que ayuden a mejorar la vida de las personas desfavorecidas”, explica el director.

La neumonía es una enfermedad causada por diversos agentes infecciosos —virus, bacterias y hongos— que afecta a los pulmones. En el interior de estos se encuentran unos sacos diminutos, llamados alvéolos, que absorben el aire respirado y traspasan el oxígeno a la sangre. En los enfermos con neumonía estas bolsas se encuentran irritadas, inflamadas y llenas de líquido y pus, lo que les provoca dolor y dificultad al respirar.

Innovación para la neumonía

Unicef ha diseñado un nuevo dispositivo de ayuda al diagnóstico de la infección respiratoria aguda (Arida), que facilita a los trabajadores de la salud de los países en vías de desarrollo el diagnóstico de neumonía de forma eficiente y segura.

“El mundo en el que vivimos está cambiando constantemente gracias a los avances tecnológicos. Queremos que este desarrollo también llegue a los sectores más desfavorecidos para que puedan beneficiarse de él y tratar así de minimizar la brecha tecnológica”, comenta Gandrup en una conversación telefónica.

El método de diagnóstico ideal para detectar la neumonía es una placa de tórax, pero la escasez de recursos de los países subdesarrollados les obliga a tomar otra alternativa: contar las respiraciones por minuto.

La neumonía supone el 15% de las muertes de niños menores de cinco años en todo el mundo

La frecuencia respiratoria de un niño de cinco años es de 15 a 25 exhalaciones por minuto, mientras que la de uno con neumonía se acelera llegando a hacerlo en más de 60 ocasiones.

Esta tarea puede parecer sencilla, pero se complica en las poblaciones con un frágil sistema de salud, en las que los médicos son sustituidos por trabajadores comunitarios de salud (TSC), vecinos formados para tratar determinadas patologías. Para los TSC, contar las pulsaciones es un trabajo costoso, pues a la vez deben controlar el tiempo y observar al paciente. Un método complejo incluso para profesionales de la salud cualificados.

“Descubrimos que muchos niños mueren porque son mal diagnosticados y reciben el tratamiento contra otras enfermedades que no tienen —como la malaria—, lo que retrasa el acceso al tratamiento apropiado y aumenta el riesgo de desarrollar formas graves de neumonía. Por ello hemos desarrollado un nuevo dispositivo que detecte esta afección de forma efectiva y autónoma”, afirma Gandrup.

Esta herramienta permite medir automáticamente el ritmo de respiración de niños y niñas posiblemente afectados con neumonía, solamente colocando el instrumento en el pecho del pequeño.

“Creemos que este dispositivo es una pieza fundamental en la detención de las muertes por neumonía. Sabemos que hay otras enfermedades —como la malaria o la diarrea— que también tienen una elevada tasa de mortalidad infantil, pero sus síntomas son tan claros que no necesitan ningún dispositivo para detectarla”, explica el director.

Más incidencia en ambientes desfavorecidos

En los países ricos, la neumonía suele afectar a personas de edad avanzada o con otros problemas de salud añadidos, pero en el resto del mundo, son los pequeños las principales víctimas de esta enfermedad.

La vacunación, un pilar contra la neumonía

Existen diversas medidas para prevenir la mayor parte de los casos de neumonía: lavarse las manos regularmente con agua y jabón, taparse la boca y la nariz al estornudar o ventilar el hogar. Pero la principal arma contra esta enfermedad es la inmunización, tanto con vacunas antineumocócicas —también contra meningitis, sinusitis y bronquitis, entre otras— como con antigripales.

Introducir la inyección antineumocócica en los calendarios de vacunación —sobre todo de los países con más afectados por neumonía—, aceleraría el progreso hacia la reducción de las muertes infantiles. Sin embargo, a finales de 2014, esta vacuna solo se había introducido con una cobertura mundial estimada del 31%.

La OMS aprobó en 2012 el Plan de Acción Mundial sobre vacunas que tiene como objetivo principal acabar en 2020 con las brechas de la inmunización, ya que según datos de marzo de 2016, 18,7 millones de lactantes de todo el mundo aún no reciben las vacunas básicas que evitarían entre dos y tres millones de muertes cada año.

La mayoría de los niños sanos pueden superar esta patología mediante sus defensas naturales. Pero en los sectores desfavorecidos, la incidencia de factores de riesgo, como la ausencia de lactancia materna, la desnutrición, la contaminación del aire o el bajo peso al nacer, ocasiona que el sistema inmunitario de los niños funcione por debajo de lo normal y no sea capaz de vencer la enfermedad sin ayuda de fármacos.

Si a esto se suma la escasez de recursos, de personal médico y el bajo acceso a los sistemas de salud, se consigue que solo un tercio de los niños con neumonía reciban el tratamiento con antibiótico que necesitan.

Según la OMS, más del 70% de las muertes infantiles por neumonía se producen en diez países de África subsahariana y de Asia sudoriental: Etiopía, India, Pakistán, Nigeria, República Democrática del Congo (RDC), China, Indonesia, Tanzania, Kenia y Afganistán.

“Los primeros países a los que lo suministraremos serán Etiopía, Bolivia y la RDC, seguidos de un gran número de países en desarrollo, alrededor de 20, que han expresado interés en trabajar con este nuevo dispositivo”, apunta Gandrup.

La tecnología usada para la producción de estos dispositivos está basada en los acelerómetros, unos sensores que poseen la mayoría de los smartphones. “Una técnica muy avanzada, pero económica. Los dispositivos más baratos costarán alrededor de 35 dólares y los más caros rondarán los 250, precios que bajarán en cuanto se desarrolle más su producción”, añade.

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