La infección que causa más muertes fetales en el embarazo
Una de cada cinco muertes fetales en África subsahariana (220.000 al año) es por culpa de la malaria
Se estima que en 2015 se produjeron 2,6 millones de muertes fetales —aquellas que ocurren en el útero materno durante el tercer trimestre del embarazo o durante el parto—. Como sucede con la mortalidad materna y neonatal, la casi totalidad (98%) de estas muertes tienen lugar en los países de rentas medias y bajas, concentrándose principalmente en África Subsahariana y en países en conflicto. A diferencia de los avances en los indicadores de salud materna y neonatal durante la última década, en la cuestión de los mortinatos no ha habido avances.
¿A qué es debido? En primer lugar, no hay un reconocimiento del problema por parte de las autoridades de salud, los profesionales o incluso de las mujeres, familias y comunidades donde se producen. Las muertes fetales constituyen una de las cuestiones más olvidadas en salud global. La mortinatalidad no se contabiliza: no aparece en las estadísticas de salud global, ni en los principales informes o en las estrategias de salud materna-infantil. Por ello, los recursos para abordarla e investigar son escasos. Menos del 5% de las muertes fetales que se producen se registran; a menudo en base a criterios no estandarizados —solo 18 países en desarrollo disponen de datos fiables de mortinatalidad—. Además se trata de un tema silenciado en las comunidades donde se producen porque estigmatiza a las mujeres y familias. Lo que, a su vez, contribuye a opacar el verdadero impacto social y económico pero también psicológico que tienen. Además de la carga de muerte y enfermedad que supone para las mujeres —7.000 cada día viven a diario esta experiencia— se estima que 4,2 millones sufren actualmente depresión como consecuencia de una muerte perinatal.
Existe una herramienta preventiva barata y muy efectiva pero su cobertura es muy baja
¿Cómo avanzar? En esta nueva etapa inaugurada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al igual que sucedió durante los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no hay una meta específica de mortinatalidad. Sin embargo, la nueva estrategia de salud de las Naciones Unidas para mujeres, niños y adolescentes, ha incluido la reducción de las muertes fetales como uno de sus objetivos hasta 2030.
Además de mayor presencia en la agenda de desarrollo global, visibilidad e indicadores de progreso, la ampliación de la cobertura y la mejora de la calidad de la atención durante el embarazo y el parto es la clave y evitaría alrededor de la mitad de las muertes fetales que se producen actualmente. Lo cual pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de contar con sistemas de salud sólidos o resilientes —en la nueva jerga de desarrollo— capaces de proporcionar atención antenatal y en el parto con carácter universal. Se trata de las intervenciones que más retorno tienen para la salud de los aún no nacidos, las madres y los neonatos, y a más largo plazo de niños y adolescentes, o sea los futuros adultos de las regiones en desarrollo.
Malaria, principal causa de muertes fetales
Por otra parte, hay un número considerable de muertes fetales debidas a infecciones durante el embarazo, siendo la malaria en el embarazo la principal causa: una de cada cinco muertes fetales en África subsahariana (220.000 al año). Disponemos de una herramienta preventiva barata y muy efectiva como el tratamiento preventivo intermitente de la malaria (TPI) en el embarazo. Sin embargo, su cobertura es muy baja y no llega a la mayor parte de las mujeres que la necesita.
ISGlobal, con el impulso de la Obra Social La Caixa, es una de las instituciones de investigación y traslación dedicadas a la lucha contra la malaria. A través de nuestro trabajo en terreno hemos tenido ocasión de participar en estudios que han generado evidencia científica sobre la efectividad del TPI. A día de hoy, es obvio para toda la comunidad científica que se trata de una intervención que puede evitar un gran número de muertes entre los aún no nacidos, las madres y los recién nacidos. Por ello, la investigación en torno a las barreras que dificultan aumentar la cobertura de intervenciones probadas, como el TPI, debería ser una prioridad en esta etapa, algo que no ha ocurrido hasta la fecha.
Anna Lucas es coordinadora de la Iniciativa de Salud Materna y Reproductiva de ISGlobal.
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