El sol del membrillo

ESTER Nin nació entre viñedos. Lleva el amor por la tierra en las entrañas y su manera de hacer vino se intuye con la misma lúcida placidez con la que las raíces de sus cepas atraviesan rocas de pizarra para poder vivir. En el Priorat encontró su razón de estar, a su alter ego, Carles Ortiz. Ella ama la intimidad de la raíz, él siempre ha trepado montes y ahora laderas con cepas. Son el trasunto humano de la vid: liana que surge de la profundidad porque ama la luz. Han necesitado años para proponer un primer blanco prioratino, de cariñena blanca. Valía la pena. Muestra suavidad y rusticidad: el sol acaricia la piel rugosa del membrillo. Es un vino agreste. Asoman en él la llicorella y el hierro. Exhibe frescura de cidra, acidez de masa madre y profundidad, retama y arcilla. Y trota por el paladar con la alegría y determinación de un caballo percherón.

Leandre Escorsell

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Ficha técnica/

Planetes de Nin, vino blanco, 2014

Familia Nin-Ortiz, Planetes de Nin, vino blanco de variedades antiguas, 2014. Porrera, Vino de Villa. DOQ Priorat. Graduación del 13%. Viñedos ecológicos y biodinámicos de cariñena blanca de 18 años (Finca Planetes). Levaduras autóctonas, seis meses en vasijas de barro y tres en barrica bordelesa de 225 litros. Precio: 21,8 euros./

Sensaciones

En un vino que contiene las raíces de la tierra cautivan los sabores esenciales del pan y de su levadura, de la corteza de cítricos como la cidra y de la retama en flor. Vino de cambio, de luna nueva./

A través del cristal

Bandejas de latón de Alfons & Damián. Copa de vino hecha a mano Allegorie Premium y botella de cristal Purisimo, ambas de Villeroy & Boch./