Cervantes en su día
Rajoy le regaló a Puigdemont una edición facsímil de la segunda parte de 'El Quijote'. Veremos si se lo lee
Está muy extendida por toda España la opinión de que no se ha hecho lo bastante para celebrar el cuatrocientos aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes. Yo, la verdad, es que ni siquiera me he hartado del autor, como me ha pasado con otras celebraciones. Es, desde luego, cierto que no se han pasado ni un pelo.
Eso sí, Mariano Rajoy le regaló a Carles Puigdemont una edición facsímil de la segunda parte del Quijote (ya sé que no se llama así, pero nos entendemos). Ya veremos si se lo lee el president, o le pasa como nos pasaba a los niños del franquismo, que repudiábamos el libro, del que alguien nos había hecho una versión resumida que era un horror. También puede pasar algo como lo que ya sucedió hace un par de años, que la conclusión que sacaron muchos próceres catalanes fue que lo chachi del Quijote era lo acontecido en Cataluña. Hubo suerte, y nada obligó a Borja de Riquer ni a Josep Fontana a escribir que el original de Cervantes era en catalán.
Pero la cosa es que Cervantes, o un trasunto suyo, encarnado por un actor, se subió a la silla de Patxi López y desde allí gastó algunas bromas, no todas ellas muy originales, pero haciendo pasar a sus señorías un buen rato. Fue todo tan amable que ni siquiera Fátima Báñez, a la sazón ministra en funciones de la cosa del Empleo y la Seguridad Social, de la que han excluido a Cervantes mientras siga cobrando derechos de autor, tuvo que ausentarse. Y mira que ha hecho méritos para incurrir en la ira cervantina. Tampoco aludió don Miguel a José Ignacio Wert, que en su paso por el Ministerio de Cultura hizo los suyos.
Vamos a quitar los rencores en el momento en que el Partido Popular reconozca su racanería con el escritor más traducido de España (ser traducido es lo que da más galones), tanto en la organización de homenajes con motivo del cuatrocientos aniversario de su muerte, como simplemente en los actos que tiene que haber cualquier año. Y ya que Puigdemont tiene su ejemplar, hay que pedir que le den a Cervantes el año que viene en el Congreso la lista de los doscientos ochenta que proponen que se elimine su prosa.
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