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“Pongo ‘Anatomía de Grey’ en los funerales para que la gente llore"

AImée Thirion

ERNESTO Bollo Camposanto (Barcelona, 1973) heredó en 2005 Muertos Bollo, SL, la empresa familiar de servicios funerarios, después de que su padre muriera al estrellar el coche fúnebre camino a un entierro. Desde entonces, este “adicto a las series de televisión”, tal y como se define, no ha dejado de innovar para convertir su empresa en líder en el sector.

¿Pensó que alguna vez heredaría el negocio familiar? Yo no soy muy de trabajar, soy más de ver series. Estamos viviendo un momento dorado en ficción televisiva y no podemos dejarlo escapar. El caso es que, cuando murió papá, tuve que organizar su entierro, haciendo de cliente y empresario a la vez. Y lo hice. Logré venderme a mí mismo el servicio más caro: caja de roble tipo loft, bufé de sushi para el sepelio y el suplemento de mariachis. Y entendí que el negocio era fácil.

Debió de ser duro organizar el funeral de su propio padre. Lo peor fue que no lloré, nada me inspiró el llanto. Pero luego llegué a casa por la noche, me puse un capítulo de Anatomía de Grey y la serie me sirvió para canalizar todo ese dolor.

Por la muerte de su padre. Y porque en ese capítulo la honestidad de Grey sale a la luz, dando lugar a consecuencias inesperadas para ella y los demás, y Cristina se encuentra en una situación comprometida, lo que obliga a decidir entre su carrera y su relación. Era el capítulo S07E22.

Y entonces pensó que Anatomía de Grey podía ayudar a otras personas a superar la muerte de un ser cercano. No a superarla, sino a afrontarla sin poner impedimentos a la emoción, abriendo el grifo del llanto con generosidad. Son ya 11 años al frente de Muertos Bollo SL, proyectando episodios concretos de Anatomía de Grey en los funerales. La gente los ve y llora… Y yo, de rebote, consigo aunar mi trabajo con mi afición.

El problema es que la gente llora por lo que ocurre en el capítulo, no por la persona perdida. Al ver un capítulo en el que el atractivo Derek se va de casa dejando a su esposa sola con su pequeña Zoola, la niña que acababan de adoptar, una viuda que estuvo impasible durante todo un velatorio se dio cuenta de su pérdida y dio rienda suelta a sus sentimientos. Y eso es precioso.

Pero no puede ser que el dolor o la tristeza que provoca un drama televisivo estén a la altura de la muerte de un familiar. ¿No? Mire, la vida es dolor. Descubres una serie que no conocías. Te encandila. Terminas las seis temporadas y luego no hay nada más. Se acabó. La soledad más absoluta. Tienes que volver a tu vida con una sensación de vacío que tarda mucho en abandonarte. No somos nada.

Hay otras series… A veces llego a casa y todo me recuerda a series que ya no están en pantalla. Mire donde mire, todo me recuerda a Los Soprano, o a Buffy o a Lost.

Pero eso quizá es porque su casa está llena de pósteres de Los Soprano, figuritas de Buffy Cazavampiros, cojines de Lost Pienso en toda esa gente que te abandona y me siento como una pista mal sincronizada de subtítulos… ¿Usted qué serie está viendo ahora?

Yo ninguna. ¿Cómo que ninguna? Qué vida tan vacía, me siento como Tony Soprano en el S01E12.

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