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Tribuna
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Salvar vidas

No somos conscientes del trabajo decisivo que hacen las misiones de la ONU y las ONG

Soldados españoles de la misión de la ONU en Líbano, con un niño.
Soldados españoles de la misión de la ONU en Líbano, con un niño.KARAMALLAH DAHER (REUTERS)

Militares y personal humanitario realizan a diario en los contextos más peligrosos del planeta labores encaminadas a salvar vidas y proteger civiles. No siempre somos conscientes de la importancia de su trabajo en el día a día de nuestras realidades nacionales.

En las últimas décadas, las misiones de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) u otras presencias con componentes militares, junto con agencias de la ONU como UNICEF, ACNUR o Programa Mundial de Alimentos y múltiples ONG, han salvado muchas vidas en contextos de desastre natural o de conflicto, protegiendo a civiles de las más grandes atrocidades y ayudando a múltiples países en sus esfuerzos por retomar la senda de la paz y la reconciliación, junto con otros muchos actores.

Militares y humanitarios trabajan cada día para que la ayuda a las víctimas llegue a las zonas más remotas y peligrosas del planeta. Ambos son componentes esenciales de las llamadas presencias integradas de Naciones Unidas en Sudán de Sur, Malí, República Democrática del Congo o República Centroafricana; es decir, en aquellos países donde junto con una misión de paz del departamento de operaciones para el mantenimiento de la paz de Naciones Unidas existe también una presencia humanitaria compuesta por agencias de la ONU que, frecuentemente, llevan presentes en estos países, junto con ONG, desde mucho antes del despliegue de las misiones de paz.

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En las crisis precitadas, así como en otras como Somalia, Níger, Siria o Yemen, personal de la ONU y ONG llevan ayuda y protegen a civiles respetando los principios de humanidad, neutralidad e imparcialidad y preservando su espacio humanitario. En el caso de las presencias integradas, aquel puede verse comprometido por la presencia de la misión de paz dado su rol político, de seguridad y de mantenimiento de la paz.

En estos contextos cada vez más complejos, dada la proliferación del terrorismo, y desde un claro entendimiento de los mandatos respectivos de los diferentes actores, el diálogo entre militares y humanitarios para coordinarse y operar de manera segura es un elemento clave del éxito y para evitar daños colaterales.

Cuando la misión de paz puede ser objetivo yihadista, las opciones civiles deben ser consideradas antes que el apoyo militar

Una asociación visible entre militares y humanitarios en contextos donde la misión de paz puede ser objetivo de yihadistas, por ejemplo, puede poner en peligro tanto al personal humanitario y a los convoyes de ayuda como a los beneficiarios. Por este motivo, decisiones relacionadas con el uso de escoltas armadas para convoyes, uso conjunto de oficinas o espacios de alojamiento u otro tipo de bienes y servicios de la misión de paz deben ser cuidadosamente calibradas según el principio de último recurso; es decir, las opciones civiles deben ser consideradas previamente a recurrir al uso de apoyo de naturaleza militar.

Este mismo principio se aplica a la participación de militares en actividades humanitarias, indicando la preferencia de que los militares den prioridad a la reconstrucción de infraestructuras en estos contextos, por encima de participar directa o indirectamente en el reparto de la ayuda. Lo mismo se aplicaría a los proyectos de impacto rápido, como la rápida reconstrucción de infraestructuras dañadas por un conflicto.

En otros contextos donde la conflictividad es mínima, la parte del espectro de la coordinación cívico-militar humanitaria donde nos encontraríamos sería la de cooperación, en lugar de la de coexistencia, y por tanto lo preferible es una coordinación abierta y visible en estos casos, normalmente, en contextos de desastres naturales (terremotos de Nepal y Haití, tifón de Filipinas…) Humanitarios y militares calibran la manera más apropiada de compartir información, relacionarse y repartirse tareas.

Los militares que participan en las respuestas a desastres naturales o los llamados cascos azules de la ONU son integrantes de nuestros ejércitos. Humanitarios y militares se preparan constantemente para salvar vidas, con frecuencia a través de entrenamientos conjuntos, a veces arriesgando la suya propia. Jóvenes de todo el mundo deben conocer de estas diferentes opciones profesionales para poder formarse y trabajar en ello, sea como militares o como personal humanitario.

Por ello es esencial conocer las tareas relacionadas con la protección y asistencia a los más vulnerables realizadas diariamente por militares y humanitarios en múltiples rincones del planeta, superando clichés y concepciones que no reflejan la riqueza de la realidad y el valor de su trabajo.

María Fuentenebro ha sido oficial de Naciones Unidas en la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios.

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