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Hay intrahistorias que pueden hacer sombra a las propias historias: 'El retablo de maese Pedro' no es solo un libreto inspirado en uno de los episodios de Don Quijote de La Mancha, no es solo una obra de títeres y no es solo de Manuel de Falla. El principio de esta narración está en el hombre que ocupa el centro de esta imagen; es Hermenegildo Lanz, rodeado de su familia y con la marioneta Totolín, un intelectual silenciado por la guerra y por la política después de la guerra. Pero tuvo tiempo de dar la suya propia: titiritero, dibujante y pintor, grabador, fotógrafo. Fue parte de la Edad de Plata de la cultura española y amigo de Lorca y de Falla, y fue con ellos dos con quienes empezó la cadena de hechos que desemboca ahora en la reposición del retablo de la compañía Títeres Etcétera en el Teatro Real de Madrid con motivo de la conmemoración cervantina.
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La herencia del topo Lanz

La historia de El retablo de maese Pedro , la obra que Títeres Etcétera repone por la conmemoración cervantina

Isabel Valdés
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