Las carreteras dan una mínima tregua al lince ibérico
Durante 2015 murieron atropellados 15 felinos, siete menos que el año anterior, a pesar de que se liberaron más de 40 ejemplares en cuatro poblaciones nuevas
Las noticias no son buenas, pero dan un respiro a las tareas de recuperación del lince en la península Ibérica. Durante el año 2015, los atropellos se llevaron por delante la vida de 15 ejemplares de esta especie en peligro de extinción. Son siete muertes menos por esta causa que el año anterior, en el que saltaron todas las alarmas ante una sangría que parecía imparable. Pero el dato está por encima del de 2013, que ya había escandalizado por marcar un récord negativo: 14 muertes.
No obstante, el contexto de 2015 es muy distinto de los anteriores, como explica el responsable del proyecto Iberlince en WWF, Ramón Pérez de Ayala: "Hay que tener en cuenta que este año contamos con cuatro poblaciones nuevas en la Península, en las que se han liberado más de 40 ejemplares". Pérez de Ayala se refiere a los nuevos territorios abiertos para el lince ibérico en Portugal, Extremadura y en dos puntos de Castilla-La Mancha; en todos estos puntos, se han producido atropellos. Por tanto, en Andalucía, que concentró la gran mayoría de los accidentes mortales de los años previos, "se ha reducido una barbaridad", reconoce el especialista.
Si se hubieran tomado medidas hace dos años, cuando lo pedimos, se habrían evitado un montón de muertes", lamentan desde WWF
"Eso está muy bien, algo de caso nos han hecho en la Junta de Andalucía y en Fomento para arreglar lo que pedíamos de mantenimiento en las carreteras", asegura Pérez de Ayala, "pero eso evidencia que si se hubieran tomado medidas hace dos años, cuando lo pedimos, se habrían evitado un montón de muertes". Los nuevos territorios para el felino suponían un gran peligro ya que ni los animales conocen el terreno ni los conservacionistas saben con detalle cuáles pueden ser los puntos negros de las carreteras. En total, son ya 62 atropellos mortales desde 2010.
Sumadas todas las causas, en 2015 murieron 22 linces en la Península —dos de ellos en Portugal, por atropello y envenenamiento—, cinco menos que en 2014 a pesar de ser un año de expansión del lince. Por eso, el portavoz de WWF considera positivo que de todos los animales reintroducidos en nuevos territorios ninguno haya muerto por enfermedad o falta de adaptación, solo por culpa de la actividad humana.
De hecho, a lo largo del año pasado se dieron varias situaciones que muestran la importante capacidad de adaptación del lince, al margen de los peligros que le acechan. Por ejemplo, dos cachorros que quedaron huérfanos después de que su madre fuera arrollada por un tren en mayo de 2014; aunque se temió por su vida por su corta edad (tres meses), se les ha vuelto a ver recientemente en perfecto estado. Además, nacieron los primeros linces en libertad fuera de Andalucía en décadas, antes de lo esperado por los especialistas, lo que probaría que la expansión del felino está funcionando.
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