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La lluvia está al caer, pero donde no hace falta

Los cielos se vaciarán sobre el desierto, justo donde no sirve el agua que necesita California

Pablo Ximénez de Sandoval

El consenso científico-mediático en California es que el aumento de la temperatura del océano este verano indica sin lugar a dudas que se avecina un invierno de lluvias intensas, un fenómeno conocido como El Niño y que este año promete ser gigante. Tras cuatro años de sequía, con más del 80% de su territorio en situación de sequía extrema, una declaración de emergencia estatal desde enero de 2014 y recortes obligatorios de agua por primera vez en su historia, parece que un invierno pasado por agua es justamente lo que necesita California.

El problema es esas mismas predicciones indican que la mayor parte de esa agua caerá en el desértico sur de California y, por irónico que pueda parecer, esa lluvia es perfectamente inútil. El agua caída en el sur acaba en el mar en su mayoría. El 75% de la capacidad de almacenamiento de agua está al norte de Fresno. El desarrollo de Los Ángeles y San Diego fue posible a principios del siglo pasado gracias a un monumental sistema de trasvases, una maravilla de la ingeniería que hace que un copo de nieve caído en Sierra Nevada salga por un grifo 600 kilómetros al sur, en medio del desierto. Una foto el pasado julio fue clave para concienciar a los californianos de la situación: el gobernador pisando hierba donde debía haber nieve. La reserva de nieve es el 5% de lo que debería ser, el nivel más bajo registrado nunca.

La predicción de este invierno indica un 60%-69% de probabilidades de lluvias por encima de lo normal en el área de Los Ángeles, 40%-49% a la altura de San Francisco y solo un 30%-39% de probabilidades más al norte, donde están los grandes embalses del Estado. En Los Ángeles, una tormenta normal de verano puede dejar sin luz a decenas de miles de personas, embarrar carreteras y provocar atascos diaparatados. Los angelinos se preparan para lo peor con este Niño Godzilla, como lo llama la prensa local. La ansiada lluvia está al caer, pero donde no hace falta. El Niño puede empapar el sur de California, o algo peor, y dejar al Estado igual de sediento.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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