¡Viva la comuna!
¿Puede este símbolo revolucionario servir de avituallamiento a unos hipsters? ¿Puede la revolución convertirse en emblema de privilegiados?


En París, ciudad familiarizada con los conflictos y donde los hispters se visten made in France, hemos visto un nuevo acto de rebelión por culpa de la modernidad. Un día después de que la marca de ropa Commune de Paris 1871 abriera una tienda al norte del barrio del Marais, la extrema izquierda estalló: ¿Puede este símbolo revolucionario servir de avituallamiento a unos hipsters? ¿Puede la revolución convertirse en emblema de privilegiados?
Parte visible de la famosa gentrificación –viene de “gentry”, como se denominaba en el siglo XIX a la burguesía rural entre la aristocracia terrateniente y los granjeros, y que designa el proceso por el cual jóvenes rehabilitan descascarados edificios de barrios populares que automáticamente se revalorizan–, los hipsters –barba, tatuaje, bicicleta, zapatillas Stan Smith…, usted me entiende– parece que se están haciendo con todo. Uno ya no puede contar la cantidad de negocios antiguos que se renuevan. Si salieran en las páginas de necrológicas de los periódicos causaría pena, pero como no salen y en un plis-plas hay una tienda de bagels, mesas de madera donde apoyar el mac, otra hamburguesería, almacén bio, tienda de vinilos, comercios vintage o de zumos verdes, no hay tiempo para lamentarse. El paisaje urbano de las capitales europeas se estandariza a toda pastilla.
En la web poisson-rouge.info, un artículo titulado “No dejemos la Comuna de París a los hipsters” abrió la veda. En verdad, es un capítulo entrañable. Estaba en los libros de texto. Durante 72 días de 1871 se mantuvo una insurrección histórica: París se autogestionó libremente hasta que los comuneros fueron reprimidos con violencia. Roger Martelli, historiador comunista, antiguo dirigente del PC y copresidente de la Asociación Amigos de la Comuna de París, lo deja bien claro: “Sí, es chocante que se utilice el nombre de la Comuna para vender productos de lujo a la élite heredera de la casta imperial combatida por los rebeldes”.
Voy a la tienda de la marca, fundada en 2009 por Sébastien Lyky y Alexandre Maïsetti. Veo un broche con la A de anarquía dorada a 35 euros. “C’est jollie” (es bonito), le dice una chica a un chico, que ahora mira sudaderas con la inscripción “dimanches” (domingos). Doy una vuelta mientras pienso en la anarquía y en los domingos y me hago un lío de símbolos. ¿Anarquía? ¿Domingos? Tengo que saber más de los fundadores de la marca. “No hacemos política ni mensajes, solo moda. Queríamos una marca con carácter e identidad auténtica. Me gusta la historia, la insumisión, la búsqueda de la libertad, y siempre he pensado que este periodo revolucionario ha sido poco estudiado. Trabajar con un nombre histórico es fruto de una reflexión personal. Sabíamos que el episodio era muy importante para la extrema izquierda, y desde que abrimos hemos recibido amenazas por Facebook del tipo ‘la Comuna está reservada para los obreros”, sostiene en una entrevista Maïsetti.
Para unos, reinterpretación artística, democratización de la estética y metáfora del trabajo artesanal “bien hecho”; y para otros, una Comuna engullida por la sociedad de consumo y un ataque a los valores que defendieron los rebeldes, cuya esencia es ahora marketing y business. En el proceso de gentrificación del que hablábamos antes cabían edificios, comercios, bares, pero no símbolos. ¿Ha llegado el momento?
Al final me decido y vuelvo a la Rue Commines a la tienda de Commune de Paris por la sudadera “dimanches”. Me acerco a la estantería y no las encuentro. “Agotada”, me informan. Sin dar crédito, me entero de que el periodista Laurent Delahousse salió en portada de la revista Paris Match con esa sudadera y se desataron las ventas. Cabreado, salgo de la tienda y me digo: “¡Vive la Commune de Paris!”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma

Archivado En
Últimas noticias
La exconcejal del PP de Navalmoral de la Mata que denunció al alcalde: “Ni se adoptaron medidas ni se ofrecieron soluciones”
Ca7riel y Paco Amoroso anuncian un parón en su carrera el mismo día en que iba a salir su nuevo disco: “Nos dejamos llevar por un nivel de éxito que no supimos manejar. Pedimos perdón”
Última hora de la actualidad política, en directo | 122 votantes de los 124 afectados por el robo en Correos ya han podido votar en Extremadura
Virginia Rivas, artista: “Podría trabajar en cualquier cosa para ganarme la vida, pero el arte siempre estaría ahí”
Lo más visto
- Los pagos del Gobierno de Ayuso a Quirón engordan con facturas de hace una década y sin pagar desde tiempos de Cifuentes
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- La princesa Leonor realiza su primer vuelo en solitario como parte de su formación en el Ejército del Aire
- La Justicia archiva la causa contra una diputada del PSOE por pedir el voto en Facebook el día de las europeas




























































