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Lo que pasa cuando paseas con las nuevas Chuk Taylor II puestas

Probamos la expectación causada por la renovación de las deportivas de Converse de forma directa: caminando con ellas puestas

Boston es un lugar de pasiones. A su equipo de béisbol, los Red Sox, se les trata con un poco más de reverencia que a cualquier religión. El que allí se prefiera el café de Dunkin Donuts al de Starbucks es motivo de orgullo regional (el más entregado puede llegar a no usar la palabra café y llamarlo solamente dunk). El nombre Sam Adams se refiere a la cerveza de referencia allí, pero si hubiera que adivinarlo por el tono con el que se suele pronunciar, se diría que es un familiar querido a punto de venir de visita después de muchos años. Y así con una media docena de iconos que acaban conformando una mitología cerrada e imbatible.

Converse, que tiene su sede en la ciudad, forma parte de esta red de devociones. A lo mejor no es algo de lo que se vanaglorie tanto, porque el furor por su mítico y centenario modelo Chuck Taylor All Star es algo universal (en todo el mundo se vende un par por segundo), pero la relación entre la marca y la capital de Massachusetts es profunda. "Boston es una ciudad de ideas y de innovación, y esos son valores de los que no nos queremos distanciar", explicaba la semana pasada Jim Calhoun, consejero delegado de Converse. Lo hacía para justificar el tremendo despliegue que se había organizado en Boston para una ocasión igualmente tremenda: presentar un nuevo modelo de las All Star, unas deportivas que se empezaron a producir en 1917 y que, de tan icónicas y ubicuas que han resultado, son prácticamente un hito cultural.

Este nuevo modelo, las Chuck Taylor All Star II, no es que venga a reemplazar a las All Star de toda la vida. "La única línea de nuestro briefing era: no joder las Chucks", medio bromea Richard Copcutt, vicepresidente de la división de la marca. Se trata de una opción que, aún respetando la apariencia de las All Star clásicas, usa tecnología de 2015 para hacerlas algo más cómodas. Se vale, entre otras cosas, de la tecnología Lunarlon de Nike, que compró Converse hace 12 años. La diferencia es notable. Con una All Star clásica en el pie izquierdo y la nueva Chuck II en el derecho, uno nota el cuidado que se ha empleado en la renovación. Es como saltar de un siglo al otro.

La forma más directa de comprobar si los términos grandiosos y el entusiasmo mostrado por los ejecutivos de la marca tenía algo de cierto era salir a la calle con las nuevas Chuck II puestas. Veredicto: al día siguiente del anuncio era imposible dar dos pasos por las calles más comerciales del distrito financiero de Boston sin que algún lugareño te parara para hablar de ellas, con una retahíla de preguntas sin erres y con vocales bien abiertas. Como este entusiasmado intercambio con un gigantesco trabajador del Gap de Washginton Street:

–¿Esas son las nuevas Converse, brah?

–¡Lo son! ¿Cómo las ha reconocido?

–Son Converse, hombre. Son mis sneakiz [deportivas], es todo lo que llevo. Ayer sacaron las tuyas por la tele. ¿Son cómodas?

–Pues bastante, la verdad. Más aún si estás acostumbrado a las clásicas.

–Qué envidia, tío. Espera, no te vayas. ¡Eh, Sean! ¡Deja las camisetas y ven a ver esto!

–Mire, es que me están esp...

–Mira, Sean, las nuevas Converse. Wicked, ¿eh? Dice que son cómodas.

–¿Son cómodas, eh? ¿Y vienen en colores?

–Yo es que no soy representan... Bueno, vienen en azul, rojo, blanco y negro.

–Tenemos que probarlas. A ver si salen ya.

Una manzana más abajo la conversación se repitió, esta vez frente a Macy's. En total, la escena ocurrió media docena de veces, con hombres jóvenes, blancos y negros; con uno un poco mayor y con dos chicas con apariencia de universitarias. Llegamos tarde a nuestra cita en Atlantic Avenue pero llegamos con una idea bastante elocuente de lo que significan estas Chuck II. Aparte de ser una magnífica excusa para ir haciendo amigos por la calle, aparte de ser una de las fijaciones regionales de Boston, aparte de ser un calzado excepcionalmente cómodo, es algo que mucha gente quiere que esté bien hecho. Probablemente no haya cumplido mayor que ese.

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