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Nueve señales de que se esfuerza demasiado en el gimnasio

Está cansado, sufre cambios de humor, tiene dolores... Lo más probable es que no esté entrenando bien

Carlos Córdoba

Te sientes agotado después de hacer ejercicio cuatro días a la semana. Cancelas una cita romántica porque tienes que entrenar. Sufres cambios de humor, problemas de espalda y hasta te baja la libido. ¿Estás siendo víctima de los excesos del gimnasio? Tres entrenadores personales del centro Urban Fitness nos detallan nueve síntomas para detectar que nos estamos esforzando demasiado en el gimnasio.

1. Se obsesiona con partes de su cuerpo. Le ocurre sobre todo a las mujeres con partes del cuerpo del tren inferior, de cintura para abajo, y a los hombres con el superior, de cintura para arriba. “El caso típico es el de un hombre con poco pecho que se empeña en desarrollarlo de forma exagerada y compulsiva en poco tiempo”, cuenta el monitor Pablo Molero, que advierte además de que desarrollar en exceso una parte de la anatomía puede hacer perder la armonía respecto del resto del cuerpo y echar a perder una constitución equilibrada.

Salvo que usted sea un atleta profesional, no olvide una regla de oro: cada ejercicio que se practica en el gimnasio requiere de un esfuerzo preciso, ni mucho ni poco, que hay que respetar

2. Siente dolores musculares. Si le duele la espalda o padece sobrecarga muscular, puede estar exagerando sus esfuerzos en el gimnasio. Salvo que usted sea un atleta profesional, no olvide una regla de oro: cada ejercicio que se practica en el gimnasio requiere de un esfuerzo preciso, ni mucho ni poco, que hay que respetar. De lo contrario, su cuerpo acabará pagando las consecuencias. Cargar demasiado peso y descuidar la postura, especialmente en zonas delicadas como la espalda, suele acabar con una cita en el fisioterapeuta. “El cuerpo no cambia antes por levantar más peso y el esfuerzo debe ser gradual. Los monitores también estamos para ayudar a medir bien los esfuerzos. ¿Qué pinta un chaval de 19 años levantando en peso muerto 150 kilos, doblando la espalda y sin cinturón? Cosas así se ven en los gimnasios y conllevan graves problemas físicos”, comenta Toni Candolo, que lleva 16 años trabajando como preparador físico.

3. Se siente cansado. Hay quien acude al gimnasio y no es capaz de poner freno a su empeño ni aun estando a punto de desfallecer. “Buscar el agotamiento, además de contraproducente, es garantía de que, más pronto que tarde, se acabará abandonando la actividad física”, dice Candolo, que ha visto a alumnos pasar cinco horas seguidas metidos en el gimnasio durante días. “Y de ahí, al hospital, claro”, añade. No solo es innecesario entrenar siete días a la semana. Además, es muy poco recomendable. Por eso, a los principiantes se les recomienda que acudan un máximo de tres días, alternando siempre una jornada de descanso. Los músculos necesitan reposo para evitar las agujetas y no debemos olvidar controlar la respiración durante la práctica del ejercicio.

4. No controlar tus pulsaciones. Pablo Molero comenzó desde muy pequeño a hacer deporte y ahora imparte clases de musculación y militar training (también conocida como cross training o crossfit), una de las sesiones de ejercicio más intensas junto al body kombat. “Mezclamos actividades de fuerza y resistencia con otras cardiovasculares que pueden llegar a disparar las pulsaciones hasta las 180 por minuto, en momentos puntuales. Pero eso no puede llevar a dejar de vigilar las pulsaciones y respetar las pausas hasta recuperar los niveles normales. Quien hace este tipo de esfuerzos sin control, puede acabar teniendo serios problemas”, advierte Molero.

El ejercicio físico no puede devorar todo nuestro tiempo libre. También es necesario respetar las horas de sueño, las de descanso y los horarios de comida

5. Acude al gimnasio más de lo recomendable. “Si tienes una tabla de entrenamiento para tres días a la semana, ¿por qué vienes seis? Cuando les ves todos los días en el gimnasio, algo va mal fuera”, cuenta Molero. El ejercicio físico no puede devorar todo nuestro tiempo libre. También es necesario respetar las horas de sueño, las de descanso y los horarios de comida. ”Hay quien aprovecha las pausas de la comida en el trabajo para entrenar y cuando acaban su jornada, vuelven. Toda tu vida social no puede estar centrada en el gimnasio. Todo tu mundo no puede ser eso. Para algunas personas menos sociales puede ser un buen refugio pero no se puede focalizar todo en un mismo punto", cuenta Kiko Pérez, coordinador de Urban Fitness, que lleva 20 años en contacto directo con deportistas.

6. Se salta las comidas. La obsesión por el esfuerzo en el gimnasio lleva a muchos deportistas a saltarse las comidas cuando salen de él, pensando erróneamente que su ayuno mejorará su rendimiento. Una dieta saludable es el complemento perfecto para una sesión controlada de ejercicio físico. “Y hay que respetar las cinco comidas", recomienda Pérez.

7. Sufre cambios repentinos de humor. Lo único a lo que puede conducir la obcecación por el esfuerzo en el gimnasio, además de a problemas físicos, es a cambios de humor cada vez más repentinos. “Cuando centras tu vida en el gimnasio, algo está fallando en tu vida. Además, pasar más tiempo en la sala de musculación o en la de cardio no garantiza alcanzar los objetivos que se buscan", dice el coordinador que recomienda no perder de vista el sentido del humor durante la práctica del ejercicio.

8. Su libido ha disminuido. Efectivamente, el ejercicio puede convertirse en un sustituto del sexo para quienes se empeñan en esforzarse en exceso en el gimnasio. "Al final se trata de quemar endorfinas. El deporte puede bajar o subir la libido, según nuestra capacidad para equilibrar nuestras vidas", relata Kiko Pérez. Hay quien coincide con su pareja en el gimnasio y se esfuerza en paralelo. Y también quien se obsesiona tanto que lo convierte en una dinámica destructiva en la pareja que le hace llegar agotado a la cama.

9. Se siente nervioso. La obsesión por el gimnasio lleva a muchos desequilibrios que pueden llegar a la depresión. Hay quien elimina los hidratos de carbono de manera radical y se obsesiona tanto con la dieta que sus nuevos hábitos alteran sus nervios y le hacen sentir cada día más irascible. Además, consumir termogénicos, los llamados quemagrasas, como hacen muchos adictos al gimnasio, puede alterar los nervios, las pulsaciones por minuto y el bombeo de sangre, haciendo que la temperatura corporal aumente para quemar grasas.

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Sobre la firma

Carlos Córdoba
Redactor jefe de Vídeo de EL PAÍS y profesor de Vídeo de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Desde hace más de 15 años se dedica al periodismo audiovisual. Anteriormente fue director, presentador, guionista, reportero y redactor de distintos programas en TVE, Atresmedia, Mediaset o Telemadrid, entre otras cadenas.

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