¿Y después de Blatter, qué? Pues Angel María Villar
El fútbol internacional se resiste al cambio; el presidente de la federación Española quiere ser presidente de la UEFA
A mano alzada, el Parlamento Europeo le ha pedido a Joseph Blatter que se vaya de una vez; le ha recordado que ni siquiera es aceptable el subterfugio (muy conocido en España, donde habita toda triquiñuela política) del “me voy, pero me quedo para organizar la transición”; es decir, para nombrar heredero y sostener el tinglado. La resolución parlamentaria expresa con claridad lo que piensan casi todos los continentales de buena voluntad, desde Londres a Budapest: el señor Blatter tiene que desaparecer inmediatamente y la FIFA debe nombrar un presidente interino para organizar una elección ex novo. En términos políticos, la FIFA necesita un periodo constituyente; se busca un presidente que no pastoree la corrupción con el talante de un patriarca benévolo —ya se verá cuál ha sido el papel de Blatter en la compraventa de voluntades— mientras los compadres del rebaño acumulan sobornos y cohechos, y un esquema completo de nuevas leyes, normas de conducta, controles, auditorías y estatutos.
Lo indicado, dada la credibilidad de las juntas y comités de la FIFA, sería que la tarea se encargue a un interino externo, valga la expresión, con libertad absoluta para organizar la reconstrucción institucional; aunque no es probable que la cofradía instalada admita una solución parecida.
Además de las muecas y visajes provocadas por el pozo séptico de la FIFA —destapado por Estados Unidos; ¿no existen en Europa controles y autoridades fiscales capaces de prevenir el fraude colegiado?—, el Parlamento pidió una investigación inmediata sobre la concesión de los Mundiales a Rusia y Qatar. De nuevo hay que invocar la oportunidad de un periodo constituyente para dar por no concedidos tales mundiales y abrir un nuevo concurso. Y, por supuesto, que los detenidos devuelvan, cuando se sustancien los procesos, el dinero arramblado a cambio de sus votos. La pena sugerida —si se demuestra su culpabilidad— sería que jugasen un partido cada 48 horas en Qatar en julio, que debe de ser como correr por la superficie de Mercurio.
¡Cuál debe de ser el grado de estupor de los parlamentarios europeos para que, después de décadas de indiferencia hacia escándalos y crisis, hayan reunido la iniciativa necesaria para pronunciarse contra Blatter y sus colegas apandadores! Pero todavía viviremos hechos prodigiosos, tan chocantes como los viajes interestelares o la maravillosa recuperación de la economía española, que solo perciben unos pocos elegidos. He aquí uno: cuentan que Ángel María Villar prepara su candidatura a la presidencia de la UEFA (si Platini sube a la FIFA). Después de 27 años de tejer favores cruzados, planear guerras intestinas, torpedear iniciativas de racionalización económica (como la venta centralizada de los derechos televisivos), elogiar con desmesura a los fifos enchironados, ligar su suerte a Blatter y convertir a la federación en un conventículo hostil a la realidad, Villar no se digna a dimitir; al contrario, piensa en ascender. Urge una reunión del Parlamento Europeo, en este caso de carácter preventivo, para atajar el apocalipsis Villar.
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