Registro vocal de timadores
Los archivos sonoros son un paso adelante para perseguir a los delincuentes

En el mundo digital suplantar la identidad de otra persona es algo relativamente frecuente, sobre todo en las redes sociales. Usurpador puede ser todo aquel que crea un perfil ajeno e interactúa con otros usuarios haciéndose pasar por quien no es, independientemente de que lo haga para enviar mensajes inofensivos o para cometer fraudes, extorsionar o ejercer ciberacoso.
El mundo digital tiene también sus contrapartidas: todos los usuarios, incluso los más avispados, dejan un rastro durante sus conexiones en la Red o sus llamadas telefónicas que puede ser seguido por los sabuesos funcionarios de las brigadas de delitos telemáticos. La tecnología permite seguir incluso las huellas vocales, a no ser que el delincuente en cuestión posea el arte de modificar su voz de manera que parezca venir de lejos o que imite las de otras personas (lo que viene a ser un ventrílocuo).
De la misma manera que la policía tiene fichados a los malhechores, existen también listas negras de voces asociadas a estafadores profesionales que usan el teléfono como herramienta de trabajo. Para establecer el registro de timadores se emplean técnicas relacionadas con la biométrica vocal, una ciencia que parece haber encontrado un verdadero filón. El mecanismo de funcionamiento es sencillo: las empresas —entidades financieras, seguros, eléctricas— suelen grabar las comunicaciones de sus clientes y los audios que corresponden a los timadores son custodiados en un archivo. Un sistema de reconocimiento de voz permite identificar en cuestión de segundos al estafador reincidente y rastreando esa huella telefónica se puede localizar ipso facto al autor.
A medida que la banca telefónica se extiende entre los clientes, este tipo de delitos se han multiplicado. De ahí que los bancos se hayan convertido en los principales clientes de las compañías que prestan servicios de biometría vocal. Esta tecnología parece irrefutable. El DNI, el PIN de una tarjeta de crédito o la contraseña de una cuenta se pueden robar, pero los parámetros biométricos (huella dactilar, vocal, iris) no se pueden enajenar. De momento.
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