¿Quién quiere a una ballena menopáusica?
Las cetáceas alcanzan los 90 años para aportar a los hijos su vital conocimiento del medio
La teoría evolutiva se compadece fatal con la menopausia, porque no se ve qué utilidad darwiniana puede tener un individuo que ya no puede reproducirse, ni por tanto transmitir sus menopáusicos genes a la descendencia. Y lo cierto es que la predicción darwiniana se cumple a la perfección en casi todo el mundo animal. Pero hay dos excepciones que atormentan a los teóricos: la mujer y la ballena, ambas con más de 30 años de vida tras la menopausia. ¿Por qué? En el caso de la ballena, los científicos ya tienen la respuesta: para transmitir cultura ecológica a los nietos.
Precisando un poco más, solo dos especies de cetáceos muestran larga vida tras la menopausia: la orca (Orcinus orca) y el calderón tropical (o ballena piloto de aleta corta, Globicephala macrorhynchus). Como en el caso humano, la menopausia de estas hembras puede explicarse si las hembras viejas aportan algún beneficio a su familia –de modo que sus genes longevos se transmitan, aunque de un modo indirecto a través de los hijos o nietos—, pero nadie había mostrado hasta ahora en qué puede consistir ese beneficio.
Hay dos excepciones que atormentan a los teóricos: la mujer y la ballena, ambas con más de 30 años de vida tras la menopausia
Lauren Brent, Darren Croft y sus colegas de las universidades de Exeter y Nueva York demuestran ahora que las orcas menopáusicas dirigen al grupo familiar cuando sale a cazar salmones, uno de sus banquetes predilectos, y sobre todo en los años duros, cuando el preciado pescado escasea. Puesto que la abundancia de salmón es el factor crítico que determina la supervivencia o mortalidad de las orcas, los datos muestran que el conocimiento de las abuelas sobre el entorno –y en particular su memoria de las hambrunas del pasado— es el tan buscado beneficio darwiniano que las orcas menopáusicas aportan a los jóvenes que llevan sus genes. Anciana sabiduría. Presentan sus datos en Current Biology.
Los datos indican que, también en la especie humana, las abuelas mejoran las perspectivas de supervivencia o de reproducción de sus familiares, aunque el mecanismo se desconoce por el momento. Dejando aparte a los nietos que viven de la pensión de sus abuelos en los años de crisis, lo que no parece exactamente un caso de anciana sabiduría.
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