El cine del mañana, ¿será cine?

El travelling. El plano secuencia. El fou. El fundido a negro. La profundidad de campo. La sobreimpresión. El montaje de atracciones, alegoría cinematográfica que teorizó el gran André Bazin. El léxico, en resumen, en el que habla el séptimo arte. Tal vez haya que jubilarlo.

Así lo cree el joven cineasta Danfung Dennis, fotógrafo de guerra de The New York Times, abanderado de una nueva generación de realizadores que cree que el cine ha de evolucionar a lo virtual. ¿Por qué? Una palabra: inmersión. “Cuando cubría guerras como Afganistán o Irak, siempre tenía la misma sensación. Una fotografía no podía transmitir todo lo que experimentaba en el conflicto. Con esta herramienta sí puedo hacer sentir al espectador todo lo que yo sentía”.

La herramienta en cuestión es Oculus Rift, uno de los cascos de realidad virtual que nos invadirán este 2015. Lo novedoso de la tecnología no es lo virtual en sí, que ya se intentó (con rotundo fracaso) en los noventa, sino el grado de perfeccionamiento que ha alcanzado. Con Oculus, Morpheus o Lakento (la apuesta española del sector), la realidad queda sustituida por otra virtual, con un eminente uso de la primera persona para experimentar un entorno que envuelve al espectador. Y Facebook, que compró la patente de este visor por 2.000 millones de euros, ha anunciado que fundará una productora exclusivamente dedicada a películas de este formato.

¿Qué significa esto para el cine? En Hollywood zumba una sensación. Que debe reinventarse y aliarse con el antiguo hermano pequeño del entretenimiento audiovisual, que ahora ya lo ridiculiza en cifras de venta y gasto: el videojuego. Con la realidad virtual como testigo de las nupcias. “Sí, es la conversación de moda aquí”, explica Zak Penn, guionista de superproducciones como Los vengadores, tercera película más taquillera de todos los tiempos. “Introducir al cine en lo virtual no tiene sentido. Se mueve en un plano y su lenguaje está pensado en estas dos dimensiones. Que la historia te rodee en 360 grados tiene más cabida en un videojuego”. James Cameron también ha sido duro: “Son un bostezo”, sentenció el padre de Avatar y Titanic en una charla el pasado mes de octubre.

Sin embargo, Christopher Nolan dijo esto sobre la experiencia virtual escindida de su filme Interstellar: “Me impresionó cómo esta experiencia es capaz de ponerte en la cabina de la nave. Era como estar otra vez en el plató”. Y esa es la clave. Que la ficción que rebosa los márgenes de la pantalla deja de ser ficción. Es segunda realidad. El séptimo arte tendrá que digerirlo.