Buscando sexo
Ahora es posible conocer todo lo que siempre quiso saber sobre su sexualidad con la recopilación masiva de datos de Google
¿Se siente confuso en relación con el sexo? Yo, desde luego, sí. Una de las muchas razones por las que el sexo resulta un asunto tan desconcertante es que no tenemos datos fiables. La gente miente a sus amigos, a sus amantes, a los médicos, en las encuestas y a sí misma.
Hace tres años, cuando era estudiante de posgrado en Económicas, empecé a escribir sobre cómo los nuevos datos, en particular las búsquedas en Google, podían proporcionarnos visiones inéditas de temas socialmente delicados. Desde entonces, mucha gente me ha pedido que escriba sobre sexo. Yo era reticente porque quería investigar más. Ahora, por fin, estoy preparado para decir algo al respecto. El resultado se podría titular: “Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo, pero carecía de datos a los que preguntar”.
Empecemos por lo básico. ¿Con qué frecuencia practicamos sexo? Las encuestas tradicionales no sirven para responder a esta pregunta.
He analizado los datos de una fuente clásica: la Encuesta Social General [de Estados Unidos]. Los hombres heterosexuales a partir de 18 años dicen que su promedio es de 63 actos sexuales al año, y que utilizan preservativo en el 23% de ellos. Esto suma más de 1.600 millones de usos de preservativo en relaciones heterosexuales al año. Las mujeres heterosexuales afirman que su promedio es de 55 actos sexuales al año, y que utilizan preservativo en el 16% de ellos. Esto arroja un total de unos 1.100 millones de usos de preservativo en relaciones heterosexuales al año. ¿Quién dice la verdad? ¿Los hombres? ¿O las mujeres? Ninguno de los dos. Según Nielsen, cada año se venden menos de 600 millones de preservativos.
También puede ser que los estadounidenses exageren la frecuencia con la que practican el sexo sin protección. Más o menos el 11% de las mujeres de entre 15 y 44 años declaran que son sexualmente activas, que no están embarazadas y que no utilizan ningún método anticonceptivo. Incluso partiendo de supuestos relativamente conservadores acerca de cuántas veces mantienen relaciones sexuales, sería de esperar que el 10% se quedasen embarazadas cada mes. Sin embargo, por sí solo esto superaría el número total de embarazos en Estados Unidos (que es de uno por cada 113 mujeres en edad reproductiva).
Los hombres que nunca han estado casados declaran que utilizan una media de 29 preservativos al año, lo cual supera el total de preservativos vendidos en Estados Unidos a casados y a solteros conjuntamente.
La segunda pregunta más frecuente entre los hombres es cómo prolongar sus encuentros sexuales
Es probable que las personas casadas también exageren el número de veces que mantienen relaciones sexuales. Por término medio, los hombres casados de menos de 65 años responden en las encuestas que mantienen relaciones sexuales una vez a la semana. Solo el 1% responde que durante el año anterior no las mantuvo. Las mujeres casadas declaran una frecuencia algo menor, aunque no mucho.
Las búsquedas en Google proporcionan una imagen mucho menos animada del sexo en el matrimonio. La primera queja acerca de la vida matrimonial es que no hay sexo. Las búsquedas de “matrimonio sin sexo” superan en tres veces y media a las de “matrimonio infeliz”, y en ocho veces a las de “matrimonio sin amor”. Hay 16 veces más quejas de que el cónyuge no desea practicar sexo que de que la pareja no está dispuesta a hablar.
Incluso las parejas que todavía no están casadas se lamentan con cierta frecuencia de la ausencia de relaciones sexuales. Las búsquedas en Google de “relación sin sexo” ocupan el segundo puesto, solo por detrás de las de “relación de maltrato”.
En Google hay cinco veces y media más quejas porque un miembro de una pareja no casada no quiera practicar sexo que porque no responda a los mensajes de texto. También hay más porque el novio “no quiera practicar sexo” que porque la que no quiera sea la “novia”. Las quejas sobre los “maridos” y las “mujeres” son más o menos las mismas. (Una observación de pasada acerca de la sexualidad: estoy dando por hecho que la gran mayoría de las búsquedas que contienen “mi novia” o “mi esposa” las han hecho hombres). Considerados en conjunto, los datos indican que los estadounidenses mantienen relaciones sexuales unas 30 veces al año, o, lo que es lo mismo, una vez cada 12 días.
El sexo puede ser muy divertido. ¿Por qué lo practicamos tan poco? Las búsquedas en Google apuntan a un motivo predominante: una enorme ansiedad que se localiza en gran medida en el lugar equivocado.
Empecemos por las neurosis de los hombres. No es ninguna novedad que los hombres se preocupan por sus genitales, pero el grado de esta preocupación es bastante intenso. No es posible conocer el género de un usuario solamente a partir de una búsqueda en Google. Sin embargo, a menudo, se puede hacer una conjetura bastante acertada para búsquedas referentes al sexo y a partes del cuerpo del tipo “mi pene...”.
Los hombres plantean en Google muchas más preguntas sobre su órgano sexual que sobre cualquier otra parte del cuerpo; más que sobre sus pulmones, su hígado, sus pies, sus oídos, su nariz, su garganta y su cerebro juntos, y hacen más búsquedas preguntando cómo aumentar el tamaño de su pene que sobre la manera de afinar una guitarra, hacer una tortilla o cambiar un neumático.
¿Se preocupan las mujeres tanto por el tamaño del pene? Según las pesquisas en Google, pocas veces
La primera preocupación expresada por los hombres en el buscador en relación con los esteroides es si tomarlos podría reducir el tamaño de su pene, y la primera consulta que le hacen en relación con los cambios que se producen en su cuerpo o en su mente con la edad es si sus penes se vuelven más pequeños. (Nota al margen: una de las preguntas más comunes que se hace a Google es “¿cómo de grande es mi pene?”. En mi opinión, que esos hombres se lo pregunten al buscador en vez de utilizar una regla es la manifestación por excelencia de nuestra era digital).
¿Se preocupan las mujeres tanto por el tamaño del pene? Según las búsquedas en Google, pocas veces. Por cada búsqueda de ellas acerca del falo de su pareja, los hombres hacen unas 170 sobre el suyo propio. La verdad es que en las escasas ocasiones en las que las mujeres expresan preocupación por el pene de su pareja, generalmente se refieren al tamaño, pero no necesariamente a que sea pequeño. Más del 40% de las quejas acerca del tamaño del pene de la pareja manifiestan que es demasiado grande. “Dolor” es la palabra más utilizada en las búsquedas en Google con la frase “... durante el sexo”.
El 1% de las búsquedas relacionadas con el cambio de tamaño del propio pene piden información sobre cómo hacerlo más pequeño.
En estos asuntos, la gente miente a sus amigos, a sus amantes, a los médicos, en las encuestas y a sí misma
Otra de las principales preocupaciones sexuales es la eyaculación precoz. La segunda pregunta más frecuente entre los hombres es cómo prolongar sus encuentros sexuales. Una vez más, parece que las inseguridades de los hombres no coinciden con las preocupaciones de las mujeres. El número de búsquedas preguntando cómo hacer que el compañero alcance el clímax más deprisa y cómo hacer que lo alcance más despacio es más o menos el mismo. De hecho, lo que más inquieta a las mujeres en lo que se refiere al orgasmo del compañero no es cuándo lo ha tenido, sino por qué no lo tiene.
La inseguridad de los hombres con su cuerpo no es algo de lo que se hable con frecuencia. Y si bien es cierto que, en general, el interés por la apariencia personal predomina entre las mujeres, la diferencia no es tanta como harían pensar los estereotipos. Según mi análisis de Google AdWords (también basado en la actividad global anónima en la web), el interés por la belleza y la buena forma física es masculino en un 42%; la pérdida de peso, en un 33%, y la cirugía estética, en un 39%. De todas las búsquedas con “¿cómo?” relacionadas con el pecho, alrededor del 20% preguntan de qué manera un hombre puede deshacerse de las mamas.
¿Qué pueden enseñarnos estos nuevos datos acerca de las inseguridades de las mujeres? En Estados Unidos, cada año hay más de siete millones de búsquedas relacionadas con los implantes mamarios. Las estadísticas oficiales nos dicen que alrededor de 300.000 mujeres se someten a ellos anualmente. Las mujeres también muestran una gran inseguridad en lo que se refiere a sus traseros, aunque recientemente muchas han cambiado de opinión con respecto a qué es lo que no les gusta de ellos.
En 2004, en algunos lugares de Estados Unidos, la búsqueda más frecuente relacionada con cambios en las nalgas era cómo hacerlas más pequeñas. El deseo de aumentar su tamaño se concentraba abrumadoramente en las zonas con abundante población negra. Sin embargo, a principios de 2010, el afán por tener un trasero más grande se incrementó en el resto de Estados Unidos. Este interés se ha triplicado en cuatro años. En 2014, en todos los Estados había más búsquedas consultando cómo aumentar que cómo disminuir el tamaño del trasero. Actualmente, en Estados Unidos por cada cinco búsquedas relacionadas con los implantes de mamas hay una relacionada con los implantes de nalgas.
Incluso las parejas que todavía no están casadas se lamentan con frecuencia de la ausencia de relaciones
¿Concuerda la creciente preferencia de las mujeres por tener un trasero más grande con las preferencias de los hombres? Pues resulta que sí. En los últimos tiempos, la popularidad de las búsquedas que contienen “pornografía culo grande”, que también se solían concentrar en las comunidades negras, se ha disparado en todo Estados Unidos.
¿Qué más quieren los hombres del cuerpo de una mujer? Entre lo previsible, manifiestan su preferencia por los pechos grandes. Alrededor del 12% de las búsquedas de pornografía sin género específico quieren encontrar pechos grandes. Su número supera en casi 20 veces el de búsquedas de pornografía con pechos pequeños.
Dicho esto, no está claro que eso signifique que los hombres quieran que las mujeres se pongan implantes mamarios. Alrededor del 3% de las búsquedas de pornografía con pechos grandes especifican que quieren ver pechos naturales. Las búsquedas acerca de la propia esposa y los implantes de senos se dividen por igual entre las que consultan cómo persuadirla para que se los ponga y las que preguntan perplejas por qué razón los quiere. O pensemos en la búsqueda más frecuente acerca de los pechos de la novia: “Me encantan las tetas de mi novia”. No está claro qué esperan encontrar los hombres a través de Google cuando hacen esa búsqueda.
Si es cierto que el interés por la apariencia personal predomina entre ellas, la diferencia no es tanta
Ya sé que estoy obsesionado con las búsquedas en Google y con otros conjuntos de datos nuevos. Me pregunto constantemente si no estoy yendo demasiado lejos. Cualquier investigador, independientemente de cuál sea su base empírica, puede hacer que sus inclinaciones se interpongan en el camino de la verdad. Todos estos datos son públicos. Sin duda, otros especialistas añadirán sus propias interpretaciones y harán nuevas preguntas.
Dan Ariely, un psicólogo de la universidad de Duke, proporciona un motivo para mostrarse cauteloso a la hora de interpretar estos datos. Mientras que la mayoría de las fuentes infravaloran los pensamientos relacionados con el sexo, él sospecha que Google podría estar sobrevalorándolos. En palabras de Ariely, “Google refleja lo que la gente no sabe y sobre lo que necesita información adicional”. Si uno no sabe hacer una tortilla, es probable que, sencillamente, le pregunte a alguien de su familia. Menos probable es que le pregunte a algún pariente cómo aumentar el tamaño del pene.
Otra cosa sorprendente del big data [datos masivos] es lo pequeños que suelen ser. Mucha gente piensa que cualquier búsqueda en Google se habrá hecho millones de veces, pero es posible que cuando consulte los datos en el volumen total mensual de búsquedas para varias frases, acabe preguntándose si eso es todo.
Los datos del buscador son una muestra de las preocupaciones de todo el mundo. Son sugerentes, no definitivos
La gente no teclea en Google todo lo que piensa. Los datos del buscador son una pequeña muestra de los pensamientos y las preocupaciones de todo el mundo. Son sugerentes, no definitivos.
No soy ni mucho menos un experto en sexo. No soy ni psicólogo, ni terapeuta sexual profesional, pero esto es lo que pienso: casi todos los estudios que he realizado basándome en las búsquedas en Google han hecho que me sienta peor en relación con el mundo. Hay muchísima gente racista y sexista, y un número desmesurado de niños que sufren malos tratos sin que nadie lo denuncie.
Pero después de examinar los nuevos datos sobre el sexo, la verdad es que me siento mejor, porque hacen que me sienta menos solo. En mis anteriores estudios de datos de Google descubrí la crueldad que los humanos suelen esconder. En esta ocasión, en cambio, lo que he visto han sido nuestras inseguridades ocultas. Los hombres y las mujeres estamos unidos en esa inseguridad y en esa confusión.
Google también nos da razones fundadas para que nos preocupemos menos de lo que solemos hacerlo. Muchos de nuestros temores más profundos acerca de cómo nos ven nuestras parejas sexuales son injustificados. A solas frente a sus ordenadores, sin nada que les empuje a mentir, los compañeros de pareja revelan que son poco superficiales y bastante compasivos. En realidad, todos estamos tan ocupados juzgando nuestros propios cuerpos que nos queda poca energía para juzgar los de los demás.
Tal vez si nos preocupásemos menos por el sexo, lo practicaríamos más.
Traducción de News Clips. © 2015 The New York Times.
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