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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Balance sesgado

Rajoy tiene razones para el optimismo, pero España está a medio camino de la recuperación

Mariano Rajoy cumplió las expectativas y durante la rueda de prensa en la que hizo balance del ejercicio 2014 prestó poca atención a los problemas de corrupción e independentismo en Cataluña, que están alterando la convivencia política, para centrarse abrumadoramente en la mejora evidente de la economía. La guía de su discurso político fue sencilla: la estabilidad es la clave del progreso social y todo lo que se oponga a ella (irrupción de otros partidos, en clara alusión a Podemos y otros grupos minoritarios) retrasa la recuperación; en el ámbito económico, el presidente desarrolló dos ideas básicas: “Estas son las Navidades de la recuperación” y 2015 “será el año del despegue económico definitivo”.

Las cuentas sobre las que Rajoy apoya sus mensajes son incontestables si se consideran en términos absolutos. Efectivamente, la economía ha creado empleo, la afiliación a la Seguridad Social está aumentando, se crean empresas, las pensiones no se han congelado y la tasa de crecimiento, moderada, es sostenida y presumiblemente continuará a mayor ritmo el año próximo. Nadie negará al presidente que hay razones para un cierto optimismo en 2015, sobre todo si (hay que insistir en ello) continúa la devaluación del euro y el precio del petróleo se mantiene, como media, en torno a los niveles actuales.

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Pero una cosa es certificar que la recesión ha quedado atrás y otra muy distinta es asegurar que el año próximo verá el despegue definitivo de la economía. El presidente describe mejoras significativas en relación con el ejercicio 2013; pero, al margen de que durante ese año se produjo una caída del empleo, un crecimiento desorbitado de la deuda y tasas deficientes de crecimiento que, en buena lógica, tampoco son ajenas a su gestión, la mejora de 2014 deberá compararse, para sostener el mensaje, en una comparación con los trimestres anteriores a la crisis. En esa comparación, el balance de fin de 2014 nos dice que todavía hay que recorrer la mitad del camino hasta llegar “al despegue definitivo”.

Quizá sea útil recordar que durante la crisis el PIB español cayó el doble que el PIB (medio) de la eurozona. En consecuencia, una vez superada la recesión, es más fácil que el crecimiento español duplique al europeo, aunque sólo fuera por razones estadísticas. A pesar del crecimiento acelerado del PIB español, los analistas consideran con razón que Europa está más cerca de las condiciones previas a la crisis que España. Para que pueda afirmarse que ha llegado la recuperación, debería darse el caso de que las variables macroeconómicas y de bienestar (salarios, rentas, protección social, déficit y deuda) estén alineadas con una tasa de crecimiento sostenido; y —que se sepa— al menos en rentas, protección y deuda no lo están.

Sería absurdo negar que la situación económica ha mejorado y que muy probablemente continuará haciéndolo en 2015; pero solo debería hablarse de recuperación completa cuando el crecimiento se traslade a un aumento de las rentas salariales y a la creación de empleo de calidad.

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