Lentitud agrícola
La guerra de sanciones con Moscú exige que Bruselas compense de inmediato los excedentes
La Comisión Europea se ha concedido una semana más para aprobar las compensaciones necesarias a los productos agroalimentarios afectados por el veto de Rusia a las exportaciones europeas. Una consideración inmediata es que las sanciones impuestas al Gobierno de Vladímir Putin se ajustan a la legalidad y legitimidad internacionales; por tanto, la respuesta de Moscú, en forma de veto a los productos agrícolas europeos, tiene un carácter arbitrario e incluso contrario a los intereses comerciales de Rusia. Pero, en cualquier caso, es una repuesta que las autoridades comunitarias debían haber previsto. Y no lo han hecho.
La política comercial rusa, en particular la que se refiere a intercambios de productos agrícolas, suele ser caprichosa. Se orquesta habitualmente en función de los intereses políticos y coyunturales del Kremlin; se importan frutas y verduras de uno u otro país según soplen las simpatías momentáneas del Gobierno. Es una política que genera inestabilidad en los posibles suministradores, pero es bien conocida. En consecuencia, lo que llama la atención en este caso es la lentitud de Bruselas. El aparato burocrático de la agricultura europea tenía que hacer frente de forma inmediata a una situación de crisis, pero el comité de gestión extraordinario del jueves apenas hizo otra cosa que pasar el asunto a la próxima semana.
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La tranquilidad de las instituciones es tanto más sorprendente porque Bruselas ha reconocido que el problema existe y acepta la responsabilidad. El valor de las exportaciones agrícolas vetadas por Moscú supera los 5.200 millones de euros y de ellos más de 330 millones corresponden a frutas y hortalizas españolas. El comisario de Agricultura y el Comité de Gestión sostienen correctamente que puesto que el veto ruso es político, como revancha a una decisión europea, también política, la UE tiene que compensar los daños. No se entiende, pues, que la compensación se retrase; porque la demora agrava el descenso de los precios y eleva las compensaciones que tendrán que pagarse a los agricultores damnificados.
Lo que se debe hacer en estos momentos, sin más aplazamientos, es retirar del mercado los excedentes agrícolas provocados por la crisis con Moscú y retribuirlos. Como en otros muchos asuntos económicos, la indecisión agrava las consecuencias de un bloqueo comercial: hunde los precios y encarece los costes. Bruselas actúa con una lentitud exasperante. El comercio agrícola requiere respuestas más rápidas. El conflicto con Moscú es un ejemplo, pero hay más. Varios mercados importantes (Estados Unidos, Suráfrica) levantan a conveniencia barreras a la entrada de productos europeos con pretextos sanitarios sin que la CE encuentre una réplica eficaz.
El Ministerio español de Agricultura subraya además la necesidad de buscar mercados “alternativos” para los productos agrícolas españoles. La iniciativa es adecuada, pero tiene efectos a largo plazo. Los mercados alternativos no resolverán el grueso de esta crisis.
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