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Tribuna
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La oportunidad del nuevo Banco de los BRICS

Este grupo tiene una gran oportunidad de trascender la agenda de desarrollo tradicional orientada al crecimiento económico basado en infraestructura, para ir hacía soluciones que acaben con la pobreza extrema.

En la reunión que comienza mañana en Fortaleza, Brasil, se espera que los líderes de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) anuncien los detalles del tan esperado nuevo “Banco de Desarrollo de los BRICS”.

La idea de un Banco de los BRICS surgió en 2012 en la cuarta cumbre en Nueva Delhi, y se concibió como una institución financiera que ejerza contrapeso a donantes tradicionales como Estados Unidos y la Unión Europea y a los donantes multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El año pasado en la cumbre de Sudáfrica no se revelaron grandes detalles del Banco BRICS, pero se anunció que el enfoque acordado era “movilizar recursos para proyectos de infraestructura y desarrollo sustentable en los BRICS y otras economías emergentes y países en desarrollo”, de una manera que “complemente los esfuerzos existentes de instituciones financieras multilaterales y regionales para el crecimiento y el desarrollo global”.

Este tema es clave. Los países BRICS representan algunos de los mayores desafíos y logros en reducción de la desigualdad y de la pobreza y, por tanto, tienen una responsabilidad especial de ayudar al mundo a alcanzar las metas de desarrollo sostenible. A pesar de los avances significativos de India, China y Brasil, los países BRICS todavía albergan a casi la mitad de los más pobres del mundo (1.700 millones de personas) y han experimentado un alza en la desigualdad en los últimos años, a excepción de Brasil.

La creación de un Banco de los BRICS ofrece una oportunidad concreta para que los gobiernos de esos países se aseguren de que el financiamiento para el desarrollo realmente responda a las necesidades de los más pobres y marginados con una visión sensible hacia los retos medioambientales y el fortalecimiento del potencial humano. Además de recursos extras para el financiamiento social, el nuevo banco podría sentar las bases para una concepción del desarrollo global más equitativo y sustentable.

Sin embargo, los detalles de lo que se planea para el Banco son escasos, y poco es de dominio público. Esto tiene que cambiar. Es tiempo de que la discusión vaya más allá de los tecnicismos actuales sobre la contribución de capital y el papel de los BRICS en la gobernanza del Banco, y en cambio proporcione una visión sólida para su mandato, los principios, prioridades y objetivos sobre los cuales se deben basar sus actividades y operaciones. Los países BRICS tienen una gran oportunidad de trascender la agenda de desarrollo tradicional orientada al crecimiento económico basado en infraestructura, para ir hacía soluciones más inclusivas y sustentables que acaben con la pobreza extrema. Por lo tanto, el Banco de los BRICS debe ser un instrumento para promover políticas a favor de los pobres, la infraestructura rural y la creación de trabajos justos, así como para reducir la brecha entre ricos y pobres y entre hombres y mujeres, tanto en los países BRICS y como en otros países socios donde se implementarán los proyectos.

¿Qué se necesita para que esto suceda? Primero, es esencial que el Banco de los BRICS se construya y opere de tal manera que ponga la lucha contra la pobreza y la desigualdad en el corazón de su misión. Segundo, el Banco debe establecerse de tal forma que sea transparente y rinda cuentas tanto a los ciudadanos de los BRICS –cuyo dinero formará el capital del Banco–, como a los de los otros países prestatarios. Finalmente, el Banco tiene que instituir salvaguardas que protejan y promuevan los intereses de todos los afectados por los proyectos que financie.

Brasil, al asumir la presidencia del bloque para el próximo año, tiene una oportunidad y responsabilidad sin precedentes para influir en la conformación del Banco de los BRICS, y asegurarse de que éste ponga en primer lugar los intereses de los pobres. Son varios los países en América Latina que en su calidad de “economías emergentes” podrían beneficiarse de nuevos recursos para el desarrollo sostenible que proporcionaría este banco.

Esta promesa de un nuevo balance de poderes en el financiamiento multilateral mundial que ofrece el Banco BRICS, es una oportunidad que debe ser aprovechada, en aras de las personas que viven en la pobreza y del crecimiento inclusivo y sustentable de nuestro planeta.

Simon Ticehurst, es director de Oxfam en Brasil.

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