_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin paraísos

Sorprende el apoyo ciego que cierta izquierda española parece ofrecer a Venezuela, como si volcaran en ese país la emocionalidad acrítica que antes dieron a Cuba

Rosa Montero

Venezuela ha ganado una fortuna con el petróleo, pero esa riqueza no repercutió en la gente. En la década de los ochenta, tras años de especial bonanza petrolera, los índices de pobreza ascendieron hasta devorar al 80% de la población. O sea que la oligarquía actuó de un modo miserable. De aquellos polvos vienen estos lodos. El chavismo dio esperanzas a los desesperados y sin duda ha hecho cosas buenas. Pero eso no lo justifica todo, porque puede haber avances hasta en dictaduras (Franco creó la Seguridad Social); el peligro es el precio que acabas pagando. En Venezuela hay muchos problemas: desabastecimiento de productos básicos, una criminalidad espeluznante... ¿Acaso no tiene derecho la gente a protestar? Da miedo un Gobierno que reprime las manifestaciones con tal ferocidad; que causa al menos ocho muertos y 137 heridos; que amordaza a los periodistas; que utiliza el casposo recurso de acusar a la oposición de ser agentes imperialistas. “El Gobierno ha adoptado abiertamente las tácticas habituales de los regímenes autoritarios y ha encarcelado a opositores, censurado medios de comunicación e intimidado a la sociedad civil”, dice la prestigiosa Human Rights Watch. ¡Por no hablar de ese Ministerio de la Suprema Felicidad Social del Pueblo que parece sacado de Corea del Norte! También me sorprende el apoyo ciego que cierta izquierda española parece ofrecer a Venezuela, como si volcaran en ese país la emocionalidad acrítica que antes dieron a Cuba. Lo hacen con la mejor de las intenciones, pero también, me temo, con la pereza intelectual y ética de no querer saber. Con el anhelo de encontrar un nuevo paraíso de la izquierda. Pero yo pienso, como Gramsci, que la verdad es revolucionaria; y que los paraísos de la Suprema Felicidad Social no existen en la Tierra. Cuando alguien los proclama, acaban siempre llenos de sufrimiento y sangre.

 

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_