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“He sido bocazas para hacer ruido y funcionó”

Ryanair ha sacudido durante las últimas dos décadas el mercado. Al frente, Michael O'Leary. Este irlandés ha pilotado la nave a base de provocaciones y disputas que en parte dañaron la reputación de la aerolínea. El empresario va a pasar a segundo plano y asegura, relajará las normas.

Jesús Ruiz Mantilla
Michael O´Leary, de Ryanair.
Michael O´Leary, de Ryanair. JORDI SOCÍAS

De mudanza, el despacho de Michael O’Leary anda metido en cajas. Ha hecho examen de conciencia con respecto a sus boutades el polémico responsable de Ryanair. Esta es ahora la aerolínea con más volumen de Europa, y su piloto va a dejar aparte la sistemática entrada en rifirrafes y peleas con aeropuertos, gobiernos –sobre todo el español–, sindicatos, controladores y competencia para pasar a un plano más discreto. No reniega de la publicidad gratis, conseguida a base de anunciar vuelos de pie o camas y sexo para una hipotética aventura transatlántica, pero antes de portarse bien, este irlandés, padre de cuatro hijos, nos reserva unas cuantas perlas.

Se va a alejar usted del foco ante la nueva era. ¿Cuáles son sus planes? Los próximos cinco años vamos a recibir un pedido de 175 aviones que nos ayudará a crecer desde 80 millones de pasajeros el año pasado hasta 110, pero algunas cosas cambiarán. Hemos tenido mucho éxito en los últimos tiempos haciéndonos un poco los Robin Hood a base de precios más baratos, pero ya somos la primera compañía europea, y eso impone unos retoques. No desaparezco del todo, pero sí daré un paso atrás y que la línea hable por sí misma.

Sin trompetas cuando aterrizas puntual y sin Michael O’Leary haciendo el número cuesta hacerse una idea de Ryanair. No hay marca. Sí la hay. Nuestros pasajeros no viajan en la compañía ni por mí ni por las trompetas. Estamos haciendo un concurso por Twitter para elegir la mejor música que celebre la puntualidad. A mucha gente le parece estridente, así que, ahora, a lo mejor metemos a Bach, a Rachmaninov o a Elgar.

No me diga, no le creo. Es que la marca va mejorando, pero, sin embargo, vamos atrayendo demasiadas críticas negativas por algunas de las cosas que hago.

Por bocazas. Por bocazas. Lo he sido para hacer ruido y funcionó en un mercado en el que necesitabas abrirte paso de manera abrupta. Cuando hace ocho años empezamos a volar a España se conocían muy pocas compañías más allá de Iberia. Ahora, todo el mundo sabe qué es Ryanair. Al 80%, lo que le gusta son nuestros precios, pero que al 50% o al 60% de esa gente no le convenza yo, que cargue con tarifas a los pasajeros, que la web sea complicada, que no permitamos bolsos a bordo, tenemos que solucionarlo.

Bueno, es que volar con ustedes, para quienes vienen de un protocolo tradicional, supone una experiencia, como adentrarse en la jungla. Pues sí.

Atraemos críticas negativas por algunas de las cosas que hago”

¿Por qué? Porque en los últimos 25 años, lo que la gente quería eran precios baratos.

Aun así, aterra. Una vez que conoces las reglas, no tanto, pero hasta que te acostumbras… Cuando vuelas con nosotros y sigues las reglas resulta estupendo, pero existe gente que piensa que no hay sitio, que cobramos por ir al baño, que…

Le clavan a uno por cualquier motivo. Debemos cambiar eso. Ya hemos captado a quienes desean volar barato, ahora vamos a relajar las normas.

¿Promete usted que serán majos? Siempre lo hemos sido. Ser majo en estos años pasados era resultar más barato, puntual y seguro.

Ya, pero es que, al mismo tiempo que barato, se puede ser amable. No cuesta. De acuerdo, pero el problema era que parte de nuestros pasajeros no cumplían las normas.

Hombre, en España tiene su lógica: ¡al principio las publicaban en inglés! Cierto.

Ya hemos captado a quienes desean volar barato, ahora vamos a relajar las normas"

No les pueden exigir a determinadas personas que las entienda, ni que lleven su tarjeta impresa, porque no usan ni ordenador ni impresora. Aun así, tienen todo el derecho a volar barato. Nadie puede reservar un pasaje si no tiene ordenador. Que luego no me vengan con que no pudieron, lo digo con todo el respeto. En el pasado, cuando ocurría esto, que se presentaban sin tarjeta, les cargábamos 70 euros. ¿Los queríamos? No, no los queríamos, queríamos que siguieran las reglas, cambiar la forma en la que la gente pensaba o actuaba a este respecto. ¿Qué pasó? Que comprobamos que existían dos tipos de pasajeros. Los que no habían impreso la tarjeta, y los que sí, pero la habían perdido en el camino. No debíamos tratar a los dos igual: unos siguieron las normas, pero tuvieron un despiste, los demás, no. Así que a los últimos todavía había que educarlos, porque nos cuesta una fortuna mantener los mostradores de facturación, y les seguimos cobrando 70 euros; pero a los otros, 15.

O sea, que hasta ahora nos han tratado como a niños, y a partir de esta nueva etapa lo harán como a adolescentes. No, lo que trataremos de evitar es mala publicidad. El 99,98% de los pasajeros no se han presentado nunca sin su tarjeta, vale. Pero la mala imagen que ha generado ese 0,02% de viajeros que no la traían no nos conviene nada. Tenemos que ser más listos de ahora en adelante. Hemos representado para el negocio de la aviación lo que los supermercados en su tiempo: “Agarre usted el carrito, llénelo sin que le atienda el frutero o el carnicero y se lo daremos más barato”.

¿Nos han tomado mucho el pelo? No porque seamos tontos. Lo que ocurrió tras la II Guerra Mundial fue que se impusieron monopolios en toda Europa. No teníamos elección. Ahora, con la desregulación, podemos competir. Hay mucha gente en España a la que no le gusta nuestra compañía, pero, aun así, forzamos que las demás bajen los precios, y por tanto, todo el mundo se aprovecha de nuestra presencia.

Le encuentro domesticado. Muy civilizado. Bueno, para ser irlandés…

Creí que iba a acribillarme a titulares con su astuta manera de buscar publicidad. Publicidad barata. No. Es hora de cambiar.

¿Se lo han impuesto o sale de usted? Es mi convencimiento, también lo que desean los mercados. Hay países a los que no les gusta ese estilo, y otros, como Polonia, que me adoran. En España o en el Reino Unido me ven haciendo el payaso, y pasan. Ahí, en vez de a mí poniendo muecas, les vamos a mostrar nuestros nuevos aviones, nuestros servicios, en vez de pegarnos con el Gobierno…

¿Han sido esas peleas las que le han convencido para pasar a un plano más discreto? No, de verdad.

Pero le han asado a multas. Bueno, no es tanto por eso. Nos hemos enfrentado, sobre todo por dos cosas. Primera: esa ley que permite introducir a un policía o a un miembro del ejército armas de fuego a bordo es algo que se contradecía con las leyes irlandesas, y un avión nuestro está sujeto a esas leyes. Pero, más allá de la ley, es que me parece de sentido común. Uno no es policía a bordo. Se convierte en pasajero. Segunda: el libro de familia. Nosotros no dejamos entrar a niños sin identificación. Lo contrario es una medida loca. Solo pedimos un pasaporte o un carnet que demuestren que es su hijo.

No creo que ambas polémicas sean las más graves. Tiene más que ver con la alarma del combustible. Cuando un piloto suyo alertó de que debía aterrizar porque no disponía de suficiente carga en Valencia. Pero eso no era cierto. Y las investigaciones probaron que no fue así.

Bueno, luego usted dijo que se iban a revisar las normas de combustible en la compañía, que eran correctas, pero se negó a especificar en qué consistían. Lo que ocurrió es que se produjeron tormentas en Madrid, los aviones sobrevolaron la ciudad por espacio de una hora y luego fueron obligados a desplazarse hasta Valencia. Fueron tres vuelos en una noche, pero aterrizaron con combustible de sobra para media hora más de vuelo. Ha sido la única incidencia que hemos sufrido en los dos últimos años, pero luego hemos tenido que soportar a políticos, sindicatos y controladores españoles acusándonos de utilizar esa amenaza para colarnos en nuestros turnos de aterrizaje. Pues no, no lo hacemos. Aun así, es buena prueba de por qué, al tenerme a mí en España montando el número, cuando surge algo vienen a acusarme el Gobierno, los sindicatos. Llevamos operando 22 años y jamás hemos tenido un accidente, aun siendo la que más vuelos realiza.

¿Pero es usted consciente que a la mínima lo hundirán? Recaen sobre usted demasiadas sospechas. Pero, ¿por qué?

Quizá por ser una ganga. Sí, hemos sido una ganga durante 22 años y jamás hemos tenido un problema.

Del Manchester City

quería ser futbolista y jugar en el Manchester City. Pero aquella ambición de altos vuelos fue cambiada por otra al frente de la compañía Ryanair, la mayor de bajo coste en Europa. Este irlandés nacido en Mullingar en 1961, irlandés de una pieza, amante de la historia, el fútbol, los caballos, casado con la banquera Anita Farrell, con cuatro hijos, católico relajado y empresario controvertido, estudió en el Trinity College de Dublín y se convirtió en empresario carismático al recibir el encargo de la familia Ryan de salvar su aerolínea. Lo hizo implantando una agresiva política de precios e inspirándose en el modelo que en Estados Unidos había adoptado la compañía Southwest Airlines, por ejemplo.

¿Qué fue de aquella idea de viajar con pasajeros de pie? Era de una línea japonesa, pero en aquella época en la que buscábamos notoriedad barata nos vino bien hacer ruido con eso. Ahora se impone un cambio.

¿Y lo de camas con sexo oral? Eso se dio casualmente. Fue una conferencia de prensa en Fráncfort hace como seis años. Nos preguntaron si haríamos vuelos transatlánticos, y respondí de broma que teníamos un plan para hacerlos con cama y mamadas gratis. Todo el mundo se extrañó porque, al parecer, los alemanes no tienen un concepto equivalente al inglés: blow jobs. Eso explica problemas históricos. Quizá, si hubiesen contado con algo similar, a lo mejor nos hubiéramos ahorrado algunas guerras e invasiones.

Aparte de asegurarme que no va a armar tanto ruido con la publicidad, ¿le importaría garantizarme que vamos a poder recostarnos en el asiento? Echar una siesta de una hora resulta realmente difícil. No debería dormir en un vuelo de Ryanair.

¿Por qué? Porque es corto.

Es perfecto para una siesta, lo tiene que entender. Lo entiendo.

¿No duermen la siesta en Irlanda? Es muy sano. No, nos emborrachamos por la noche hasta caernos al suelo, nos despertamos por la mañana y seguimos bebiendo. Los pubs abren por la tarde, ¿para qué dormir? Si no facilitamos recostarse es porque a quien le molesta es a quien va detrás.

En España vamos a mostrar nuestros nuevos aviones en vez de pegarnos con el Gobierno"

Bueno, es una manera de verlo. Pero, de verdad, ¿no lo preferiría? No, ¿para qué? ¡Con las bellezas que se sientan al lado!

Pues mejor, recuéstese con sus compañeras de asiento, otro eslogan Ryanair. No, pídale el teléfono, pero no monte un número.

Atrévanse. Somos católicos, no nos acostamos con nadie.

Bueno, aquí, en irlanda, la Iglesia ha tenido sus historias de sexo en las escuelas religiosas. Cuando el papa Juan Pablo II vino a Irlanda hace 20 años, su discurso se centró en que no se usaran anticonceptivos, y en 10 años, el cura y el obispo que estaban con él en el altar siguieron al Papa a rajatabla. Ambos tuvieron hijos. ¡Eso! ¡No usen anticonceptivos!

No parece usted un hombre que sepa cumplir promesas. Hace diez años dijo que estaría al frente de la compañía cinco. Todavía sigue aquí. Cumplí. Siempre digo que los planes son para los próximos tres o cinco años, pero cambian. El problema es que me casé y ahora tengo cuatro hijos. Cuando no los tenía, el plan era pasar tiempo en casa con mi mujer, pero ahora, con los niños, me paso más horas en el trabajo.

Y los anticonceptivos, ¿no se contemplan en un católico irlandés? En absoluto.

Pero sus hijos serán como los de todo padre, los mejores del mundo. Pues no, son como cualquier niño, tienen sus días buenos y sus días malos, y los malos suelen coincidir con los que estoy en casa. Pero los hijos son como tirarse pedos, toleras los tuyos, pero no los de quien tienes al lado. Su madre es una joya, eso sí.

Hay quien sostiene que es usted lo suficientemente ambicioso como para fundar su propia compañía. No, además, aunque solo poseo el 4% de Ryanair, la manejo como si fuera mía.

Cuando usted estaba en Trinity College no pensó que llegaría aquí. ¿Cuáles eran sus planes? De niño quería ser futbolista, al crecer me di cuenta de que eso no sería posible, así que ingresé en la Universidad, y allí me dediqué a ligar, la mayor parte del tiempo, sin éxito. Después busqué trabajo y empecé a hacer dinero.

Y abrió una de las primeras tiendas en Dublín que no cerraban ni el día de Navidad. Era perfecto porque es el típico día en el que a todo el mundo se le olvidan las cosas: pilas, chocolate…

¿Cómo reunió su primera fortuna? Con eso y vendiendo terrenos y casas. No diré que me forré, pero estuvo bien.

¿Cuánto, más o menos? Compré la tienda por 15.000 euros y la vendí por 150.000 en dos años.

¿Se dio cuenta de que enriquecerse era fácil? No, trabajé duro, pero también comprobé que cuanto más duro trabajaba, más suerte tenía. Pero ahora pensamos en reducir los gastos de vuelo para los europeos.

No me diga… ¿Está seguro? Sí.

¿No me miente? ¿Yo? A un católico irlandés no le está permitido. Que Dios me perdone. He colado unas 350 esta semana.

¿Pero esta no es una de ellas? No, de verdad.

Una de las cosas que me asombran es que, con la guerra que tiene usted con los aeropuertos, no se la jueguen e intenten hundirle boicoteándole asuntos como la puntualidad. ¿Cómo lo logra? No depende enteramente de ellos. Pero esas peleas son parte del juego. Las compañías deberían estar peleando con los aeropuertos, porque son estos quienes elevan los precios. Con AENA ocurre todo el tiempo, realizan los cambios muy lentamente. O llenan todo de aeropuertos que nadie quiere…

Excepto ustedes… Actuando así, como en Alicante… Necesitamos otra terminal. ¿Dónde la hacemos? En vez de al lado de la antigua, construimos otro aeropuerto, y venga…

¿A esas cosas se refiere usted cuando dice, por ejemplo, que esta crisis nos la hemos merecido? No, son tiempos en los que la gente pasa muchas dificultades.

¿Nos lo hemos ganado? Nooo, algunos políticos, sí, pero no esa juventud que tiene que soportar el desempleo y paga las consecuencias de algo que no tiene culpa. Es incomprensible una política turística que lleva a los aeropuertos a elevar sus tasas, con lo que eso supone para atraer visitantes y, por tanto, crear empleo en ese sector. España lo acribilla con impuestos. La razón para que fuera un buen destino se encontraba en sus precios baratos, si quieren salir de ello necesitan una política diferente a la que llevan.

¿Incluso si hay que pagar el precio de demasiados hooligans emborrachándose por nuestras calles? Los hooligans son una proporción muy pequeña de lo que conseguirían.

O muy grande, depende. La mayoría de escandinavos, irlandeses alemanes, italianos, se comportan…

¿Quién tiene la culpa? Últimamente, el Gobierno español.

¿Solo? Sí, por eso que hemos hablado.

Pero este Gobierno tiene mucho que ver con la línea que un día siguieron Margaret Thatcher o Ronald Reagan, sus héroes. No. Thatcher y Reagan no apoyaban los monopolios, y AENA lo es. La forma de seguir sus pasos sería desregularizar ese ámbito para privatizar los aeropuertos y favorecer la competencia. O prohibir huelgas de empleados públicos, como hizo Roosevelt en Estados Unidos, y evitar que un viernes los controladores aéreos provoquen el caos chantajeando a todo el mundo en España o en Francia.

Cuando usted irrumpió en el panorama en los noventa con esa estrategia tan agresiva… Tan cariñosa, de bajos precios.

Llámelo como quiera. Lo que le digo es que intentaba dar un vuelco a las reglas y al mercado. ¿Cree haberlo conseguido? Necesitamos más cambios. Competitividad en todos los ámbitos, romper el monopolio de los controladores aéreos. El año pasado, un 7% de nuestros vuelos sufrieron retrasos. Pues de ese porcentaje, el 95% fue responsabilidad de los controladores.

Cuentan que es usted un loco de la historia. ¿En qué campo? La historia europea, la militar, batallas, guerras, estrategia. Napoleón, Wellington, Churchill, la reina Isabel la Católica, Colón, el Descubrimiento.

¿La, a veces, rocambolesca forma en que Irlanda ha reclamado su independencia podría ser un ejemplo para Cataluña? Uy, prefiero no involucrarme en esa disputa y que me pregunte sobre fútbol.

¿Madrid o Barcelona? Manchester City.

Dicen que es usted el Mourinho de la aviación. Él también es un hombre feliz.

No lo parece. Sí. Ha ganado muchos títulos en varios países.

Pero nunca le resulta suficiente. Gana siete millones al año… me da la impresión de que puede entrenar donde quiere.

Salvo cuando el año pasado varios clubes le dijeron que esperara a ver cuál sería la decisión de Guardiola. No podía soportarlo. Pero ha regresado al Chelsea. Y le recibieron con los brazos abiertos.

¿Pero es realmente donde quería estar? No siempre uno consigue lo que quiere.

Pero si lo intentas, consigues lo que necesitas, dicen los Rolling Stones. Exactamente.

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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