Callarse
El sarcasmo le va bien a la invectiva de Rajoy: tú, Rubalcaba, da un paso al frente y calla
En su libro Un minuto a bote pronto (Aguilar), resultado de su diario combate civil en la radio, Iñaki Gabilondo convoca una ironía de Karl Kraus (el autor de Contra los periodistas) que merece ser escuchada ahora. Decía Kraus: “El que tenga algo que decir que dé un paso al frente y se calle”.
Esa frase de Kraus fue atraída por Iñaki a su espacio diario en Hoy por hoy cuando Esperanza Aguirre dimitió como presidenta del Gobierno de Madrid, en septiembre de 2012. Ahora él podría citar esa frase de nuevo, porque el sarcasmo le va bien a la invectiva de Rajoy en Valladolid: tú, Rubalcaba, da un paso al frente y calla.
Subrayé también en aquellos comentarios de Gabilondo lo que dijo el periodista nada más acabar la reunión que tuvieron Rajoy y Mas cuando el presidente de la Generalitat viajó a Madrid a pedirle al presidente del Gobierno que resolviera la cuestión fiscal catalana a favor de las tesis que traía en su carpeta. Se dijo tanto sobre la puerta que iba a cerrar Madrid cuando Mas sacara sus papeles que la profecía era inevitablemente sombría, y Gabilondo le puso luz a esa sombra cuando ni la reunión había comenzado. Dijo: “Hoy 20 de septiembre [de 2012] es un día triste, un día que va a quedar en la historia marcado como un día triste, porque va a fracasar la reunión de Artur Mas y Rajoy, y porque detrás se abre un periodo de incertidumbres y zozobras. Sí, va a fracasar la reunión, no cabe ni un milagro”. Y, al final, decía Gabilondo: “(...) se abre un tiempo en el que seguramente nos aguardan incógnitas, incertidumbres y bastante dolor”.
La incertidumbre ya esconde una certeza: los que están llamados a hablar no quieren hacerlo, y sin embargo saben hacerlo
Esa misma tarde en que la profecía se cumplió, como estaba cantado, Mas fue recibido por una multitud en la plaza de Sant Jaume; lo rodearon intelectuales hasta entonces refugiados en las razones de sus papeles y otras personalidades que habían sido alertadas de aquel fracaso y pasaban a proclamar en la calle la apertura de un nuevo rumbo en las relaciones Cataluña-España.
Desde entonces se han desgastado las planchas de los periódicos, las ondas de la radio, las redes sociales y las televisiones en un combate diario por retransmitir el combate entre los que no se hablan y los que dicen que hay que hablar. Mientras tanto, la incertidumbre ya esconde una certeza: los que están llamados a hablar no quieren hacerlo, y sin embargo saben hacerlo. Lo demostró Rajoy en su discurso de Barcelona, diciendo que no hablaría con Mas, y lo demostró luego en Valladolid en el discurso en el que mandó callar a Rubalcaba. Mas ha ido demostrando lo propio, que no quiere o que no puede hablar, según quien le pregunte, hasta que en la noche del último domingo rompió a hablar ante Felipe González en el programa Salvados de Jordi Évole en La Sexta. Luego lo vimos hablando con Susana Díaz, la presidenta andaluza. Si hablan con otros, ¿por qué no hablan entre ellos? ¿Necesitan que se ponga en medio Jordi Évole? ¿O se callan porque ya dieron el paso al frente?
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