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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El apátrida 'Cinquecento'

El abandono de Italia por parte de Fiat ha causado conmoción, pero las grandes empresas no conocen fronteras y eligen los mejores beneficios fiscales

MARCOS BALFAGÓN

Los italianos están conmocionados por la mudanza de Fiat a Wall Street. La centenaria marca de automóviles no solo ha sido siempre el orgullo de la nación, sino la que ha aportado al país la auténtica dinastía real independiente de los cambios políticos: los Agnelli. Esta fuga que preocupa a los dirigentes políticos nada tiene que ver con el declive nacional de Italia o un virus de desafección hacia la patria; se debe a una dinámica económica global en la que imperan las grandes fusiones y adquisiciones y, en ocasiones, la elusión fiscal.

La americana Chrysler, aliada de Fiat desde 2009, se ha quedado con el 100% de las acciones de la italiana este mismo mes y el primer resultado es que tendrá a partir de ahora su sede legal en Holanda y su sede fiscal en Reino Unido. Además, cotizará en Nueva York. Esto podría significar que los nuevos dueños sigan el camino de los expertos en pagar los mínimos impuestos, y que buena parte de las contribuciones de Fiat al Estado italiano acaben en la City.

Google, Apple, Amazon, Facebook o Microsoft son firmas tecnológicas especializadas en escaqueo fiscal. Saben cómo operar desde Luxemburgo para toda Europa y declarar incluso pérdidas en algunos países para no contribuir al erario. Son prácticas legales de las que también es víctima el fisco norteamericano. Dice el primer ministro, Enrico Letta, que lo importante es dónde se generan los puestos de trabajo, pero lo cierto es que la fuga de marcas como Fiat, además de herir los sentimientos patrios, dañan el bolsillo de los Estados. La OCDE y el G20 están tratando de taponar estas vías, pero esas instituciones no son tan rápidas y expeditivas como las estrategias globales de las empresas.

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Iberia ya no es una compañía aérea española. La sueca Volvo es china y Peugeot quizá lo sea pronto también, en parte. Seat pasó a manos de la alemana Volkswagen hace más de 25 años y la china Lenovo se acaba de hacer con Motorola. Las empresas ya no tienen nacionalidad y cotizan allá donde más beneficios fiscales logren. El presidente de Fiat es un Agnelli —nieto de Gianni—, pero se llama John Elkann y nació en Nueva York. Todo un símbolo de los nuevos tiempos.

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