_
_
_
_
ESCALERA INTERIOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El flemón

Almudena Grandes

Al acostarse sintió la mandíbula izquierda levemente dolorida, como si se la hubiera golpeado sin darse cuenta. Qué raro, pensó, aunque a lo mejor el pequeño le había dado un cabezazo aquella mañana, mientras jugaban al fútbol en el parque. Y, sin embargo, aunque le llevó un rato admitirlo, él ya conocía esa sensación.

La primera vez tenía diecisiete años, y a su novia –sí, hombre, aquella chica bajita y rubia, que era bastante sosa pero tenía un pedazo de escote, ¿cómo se llamaba?, Marisa, Maribel… No, Marisol, se llamaba Marisol– no le bajaba la regla. Entonces ocurrió por primera vez, un día entero con una tenaza en el estómago, la noche en blanco, y a la mañana siguiente, el cuarto inferior izquierdo de su cara abultaba el doble que el resto. Su madre se asustó mucho, le llevó al dentista, le compró una caja de antibióticos, y apenas se había tomado el primero cuando sonó el teléfono, él gritó que contestaba en la cocina, y descolgó para escuchar una sola palabra, ya. ¿De verdad?, preguntó como si fuera tonto, pues claro, ¿es que eres tonto? En ese momento su encía empezó a adelgazar, a desinflarse como un globo pinchado. A pesar de eso, se tomó todos los antibióticos de la caja, como un acto de reconciliación con su muela, y con su suerte.

La segunda vez estaba a punto de cumplir treinta y uno. El niño viene muy mal, le advirtió una comadrona que en aquel momento le pareció horriblemente fea, y gorda, y desagradable. Es muy pequeño, viene de nalgas, está mal colocado, enrollado en el cordón, no hay tiempo para una cesárea, vamos a intentar una extracción… ¿Puedo entrar? No. Luego todo pasó muy deprisa, pero a él no le contaron nada hasta que la madre estaba ya en su habitación, y el hijo, que era pequeño, pero no tanto, y venía mal, pero no tanto, y había sufrido, pero no tanto, instalado en una incubadora de la quinta planta. Lo siento, dijo la enfermera que fue a buscarle, hemos tenido una noche de locos y nos hemos olvidado de usted. No ha habido complicaciones, su hijo sólo tiene que engordar un poco, pero es fuerte, maduro, en tres o cuatro días se lo podrán llevar a casa, su mujer está muy bien, y… ¿Qué tiene usted en la cara? Cuando tuvo tiempo y ánimo para mirarse en el espejo, volvió a ver un rostro deforme, la mandíbula izquierda descolgada como si el hueso que la sostenía se hubiera deshecho. Allí mismo, en maternidad, le dieron otra caja de antibióticos que se tomó con la misma disciplina con la que deseaba, a todas horas, que el niño saliera adelante.

Ahora tiene catorce años, juega al rugby, es casi tan alto como él y se come los filetes de dos en dos. Mal estudiante, eso sí, de los que pasan de curso en septiembre y por los pelos, pero inocente del flemón que no dejó dormir a su padre. Mira, Paco, el lunes por la mañana, a primera hora, pásate por aquí, que tenemos que hablar de la reestructuración de la empresa… El viernes no le dio mucha importancia. La reestructuración estaba cantada, llevaban meses esperándola, pero todas las quinielas le excluían por igual. Todo el mundo sabía qué departamentos funcionaban y cuáles no, él estaba en uno de los más rentables y se llevaba muy bien con la dirección, pero el sábado, a la hora de comer, empezó a notar que tenía un estómago, y que no parecía dispuesto a digerir ni una sola de esas judías blancas que le gustaban tanto. ¿Qué te pasa, Paco?, se extrañó su mujer. Nada, le contestó, me habrá sentado mal el desayuno… ¿Para qué iba a contárselo? Se limitó a ayunar, y el domingo se levantó con un hambre de lobo, tan feroz que se impuso sin discusión a la rebelión de su aparato digestivo. A cambio, por la noche, empezó a dolerle la mandíbula.

¡Madre mía! ¿Pero qué tienes en la cara? Su mujer lo dijo primero. Pero, papá, si pareces un monstruo de La guerra de las galaxias, comentó su hijo mayor. ¡Qué va!, su hermana le llevó la contraria aguantándose la risa a duras penas, estás más feo todavía… ¿Y quién me habrá mandado a mí tener tres hijos?, se preguntó en silencio mientras agradecía el silencio del pequeño. Oye, Paloma, ¿tenemos antibióticos? Antes de salir de casa se tomó el primero, y cruzó los dedos para que todos los demás fueran de balde, tan inútiles como otras veces.

Aquel día, a la hora de comer, la inflamación ya había empezado a remitir. Casi lo lamentó, porque le dio mucha rabia que su cuerpo celebrara con tanta facilidad que, en lugar de despedirle, le hubieran bajado el sueldo un diez por ciento.

www.almudenagrandes.com

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_