Una cena de desconocidos
Mariano Rajoy, rodeado de gente escandalosa, parece preguntarse atónito hacia dónde mirar
¿Hacia dónde miro?, parece preguntarse un Rajoy rodeado de gente escandalosa. A su derecha, Ignacio González, cuya esposa había sido imputada ese mismo día por presunto delito de blanqueo de capitales y delito fiscal, todo ello relacionado con el célebre ático de Marbella que viene conduciendo a la perdición a quien lo investiga. A su izquierda, Esperanza Aguirre, que acababa de declarar por escrito acerca de la red Gürtel, infiltrada como una termita en la Comunidad de Madrid durante su presidencia. A la izquierda de Esperanza Aguirre, Ana Botella, ignoramos si medio sentada o medio de pie (con esta gente nunca se sabe), que se había desayunado ese día con la correspondencia electrónica entre su hijo y Miguel Blesa. La foto fue sacada durante la cena de Navidad, de modo que, aunque fuera de cara a la galería, de algo tendrían que hablar. ¿Disponían de algún tema común? Sí, podían hablar de la gente que no conocían.
–Yo no conozco a Bárcenas, ni a Rosalía, su mujer, ni a Jaume Matas, ni a Francisco Camps –diría Rajoy.
–Pues yo no conozco a López Viejo –respondería Esperanza Aguirre.
–Ni yo al dueño de mi piso –añadiría Ignacio González.
–Yo no os conozco a ninguno de vosotros –concluiría Ana Botella.
Una cena de desconocidos, en fin. Nosotros, por ejemplo, no conocemos al señor de la izquierda, que resultó ser Agustín Juárez, alcalde de Collado Villalba. También es mala suerte, se diría, el pobre, al tropezar al día siguiente con su foto en el periódico. A ver cómo convenzo ahora a mi familia de que no conozco a ninguno de estos sospechosos.
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