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QUÉ MUEVE A... AIDA SOUANE

“El turismo es clave para sacar Senegal adelante”

Aida Souane, una senegalesa de 28 años, pasó dos en España para aprender sobre turismo y llevar el conocimiento de vuelta a su país, donde es uno de los motores económicos

Pablo Linde
Aida Souane.
Aida Souane.

Se pasó sus primeras semanas en España llorando. Acudía cada mañana a sus clases de Turismo en la Universidad de Sevilla y no entendía absolutamente nada. No entendía el idioma y no comprendía por qué sus compañeros de clase dejaban los sitios vacíos a su alrededor.

Nadie se acercaba a Aida Souane, una senegalesa de 28 años que aterrizó en Andalucía en septiembre de 2011 sin conocer una palabra de español y sin más apoyo económico que la pequeña aportación que sus padres le pasaban cada mes. Cuatro meses después ya hablaba castellano con fluidez. Y un año más tarde estaba dando un discurso frente a decenas de compañeros representando a los alumnos extranjeros de la Universidad de Sevilla, algo que no se le pasaba por la imaginación cuando se vio tan aislada durante los primeros días y se centró en el motivo de su estancia aquí: estudiar y a sacarse su grado.

Su idea al venir a España gracias a un convenio con el Institut supérieur d'entrepreneurship et de gestion era volver a Senegal para aportar sus conocimientos a uno de los sectores que tiran de la economía del país. Sin minas ni tierras especialmente fértiles, el país más occidental del continente africano cuenta con los peces del mar y con el sol como principales riquezas. La primera la llevan explotando desde hace décadas. La segunda, en forma de turismo, ha sufrido altibajos en los últimos años.

Frente a la labor más tradicional y manual de muchos compatriotas, Aida es el ejemplo de trabajador cualificado: universitaria con grado en turismo y economía, con seis idiomas (español, francés, inglés y los tres dialectos mayoritarios de Senegal). Se ha criado en el seno de una familia sin apuros económicos, pero también sin lujos. Como muchos en su país, vive arropada por sus parientes, en casa de su tía, con primos y cuñados. “Somos unos diez”, dice. El número exacto no parece tener mucha importancia para ella.

Aida es el ejemplo de trabajador cualificado: universitaria con dos grados y seis idiomas

En la casa de Dakar donde vive se pueden oír media docena de idiomas en menos de diez minutos. Cambian entre el francés y dos de los dialectos senegaleses indistintamente, atienden al invitado en castellano y se oye el italiano de una prima con sus hijos que emigraron a Milán y que pasan unos días de vacaciones en la casa familiar.

Su gobierno quiere gente como ella para relanzar una industria que vivió un tiempo de esplendor hace unos años y que anda de capa caída, según cuenta Rafael Rodríguez, fundador de African Travel Group, el touroperador que lleva a la mayoría de españoles al país. Aunque las cifras oficiales del Gobierno elevan la cifra de turistas a casi un millón anuales, este experto asegura que se queda en menos de una tercera parte si se descuentan viajes de residentes, con múltiples nacionalidades o cooperantes, ya que Senegal es uno de los epicentros para el tercer sector en la región.

De hecho, en un vuelo a Dakar se ven a más senegaleses y cooperantes que turistas. El trabajo de Aida consiste en hacer crecer a los terceros. La oficina de turismo para la que trabaja se acaba de mudar a unas nuevas instalaciones. Ella se encarga de asuntos logísticos en un país donde la diligencia en estos menesteres no es precisamente la norma. “Soy senegalesa, pero reconozco que en algunas cosas no puedo con la mentalidad de este país”, dice. Se refiere a cierta relajación en los trámites, la despreocupación por el tiempo que hace que todo vaya lento en su país. "Los que trabajamos en el turismo tenemos que ser el escaparate para el desarrollo de Senegal, es clave para sacarlo adelante", añade.

Su estancia en España le sirvió, según cuenta, para conocer una cultura diferente, gente distinta y hace un balance positivo a pesar de haber vivido situaciones muy complicadas. Recuerda cuando la pararon unos policías en una playa de Benalmádena para pedirle los papeles. “Estoy pasando el verano aquí al lado, los tengo en mi casa, pero soy estudiante, busquen en internet mi nombre y verán que di un discurso en la Universidad de Sevilla”, les espetó orgullosa. Los policías la dejaron tranquila.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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