Retiramos lo dicho
Lo normal, que siempre ha sido raro, está alcanzando con este Gobierno unas cotas de extravagancia insoportables
Asegurar que lo que sucede en la Agencia Tributaria es normal constituye un modo de decir que usted y yo somos anormales. Somos anormales, en efecto, porque aún no hemos entendido esa amnistía fiscal que puso alfombra roja a los defraudadores. No hemos logrado comprender que, por haber robado en su día, se les premiara ahora con la bicoca de pagar menos que si hubieran realizado la declaración en tiempo y forma. Es normal, dice el secretario de Estado; es normal, proclama Montoro; es normal, predica Rajoy. Pues no, no es normal, es una aberración cuando no, directamente, un acto de complicidad con los ladrones, que pertenecen, por casualidad, a su grupo social.
En la Agencia Tributaria se han producido 300 ceses en dos años, el más sonado el de una inspectora que pilló en falta a una cementera. Cuatrocientos millones. En una situación normal, la inspectora habría sido condecorada. Pero, claro, vete a saber quiénes eran estos señores de Cemex. Igual cazaban osos con Blesa, otro individuo normal cuya gestión en Caja Madrid nos ha costado a usted y a mí y al conjunto de los españoles anormales más de 20.000 millones de euros que aún estamos sufragando a escote. Y el individuo continúa en la calle, quizá haciendo negocios de armas con Aznar, otro paradigma de normalidad española y de las JONS. ¿Es normal también ese conjunto de desórdenes entre la Agencia Tributaria y la infanta Cristina?
Lo normal, que siempre ha sido raro, está alcanzando con este Gobierno unas cotas de extravagancia insoportables. Quieren “convertirnos” a su normalidad con la violencia con la que la Iglesia convertía en otro tiempo a los infieles. De ahí también la nueva Ley de Seguridad Ciudadana. Por cierto, ¿han incluido ya multas por deducir de todo esto injerencias políticas en el ámbito fiscal? De ser así, retiramos lo dicho.
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