Morosidad de fondo
Los malos datos de impago son un lastre para la recuperación plena de la economía
La recuperación de la economía, que es algo más que el final técnico de la recesión, no parece viable sin un flujo convincente de crédito, en buenas condiciones de coste y con confianza en el éxito de la inversión. Los indicadores estadísticos no generan todo el optimismo deseable en este aspecto. La morosidad bancaria en España alcanzó la tasa récord del 12% de los créditos, la más alta desde que se tiene memoria estadística; al mismo tiempo, el Banco de España informaba de que los créditos siguen cayendo y están en sus niveles más bajos desde 2006. No hay que insistir demasiado en que esta conjunción de préstamos escasos y elevada morosidad dificulta el necesario despegue empresarial.
Hay razones técnicas y de fondo para explicar el estallido de los impagados. Se han mencionado muchas veces la dureza de la recesión y sus efectos en el empleo y en las rentas familiares. Pero en este momento, cuando la economía camina hacia la salida de esa etapa, aparece un repunte de la morosidad hipotecaria y aflora el problema de la refinanciación.
El Banco de España, a instancias de las autoridades europeas, está siguiendo entidad a entidad el curso de esta fuente potencial de impagados, que podría obligar a nuevas provisiones por importe de unos 5.000 millones.
Editoriales anteriores
Es evidente, como se ha repetido en muchas ocasiones, que una recesión prolongada deteriora poco a poco los activos de los balances bancarios; que ese deterioro obliga a nuevas provisiones. Ahora bien, la situación de la banca debe afrontarse con ecuanimidad. En primer lugar, porque existe un decalaje temporal entre el final de la recesión y el momento en que se produce la inflexión a la baja de la morosidad. Ese plazo suele ser de un año. Y después porque, aunque el momento para que aumenten los impagos registrados es inoportuno, dados los próximos exámenes europeos de las bancas nacionales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de exponer públicamente que el nivel de provisiones de la banca española compensará el volumen de fallidos potenciales. Financiar la recuperación es harina de otro costal; solo será posible cuando la banca tenga claro que la autoridad monetaria (europea y española) no cambiará las exigencias de capital.
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