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Borrón y cuenta nueva

Hace ocho años, Edwyn Collins, legendario músico salido del pospunk, sufrió dos hemorragias cerebrales que casi le matan. Hoy, recuperado, ha vuelto a encontrar en la música la mejor vía para comunicarse

Collins en el West Heath Studio, lugar donde ha grabado su último disco.
Collins en el West Heath Studio, lugar donde ha grabado su último disco.JORDI ADRIÀ

Tú te sientes igual ¿No? No ves diferencias entre el antiguo y el nuevo Edwyn.

–Por supuesto que noto diferencias, tengo problemas para expresarme.

–Pero por dentro te sientes igual...

–Yo no diría eso, para nada. Es diferente.

No dice más Edwyn Collins (Glasgow, 1959), y tampoco insiste su mujer, Grace Maxwell, que es quien ha formulado la pregunta. Él bebe un trago de su copa de vino y se levanta de la mesa del pub de Londres en el que cenamos. “Me acabo de dar cuenta de que ayer se cumplieron ocho años del primer ataque”, dice ella mientras él va hacia el baño. Al andar, las secuelas de las dos hemorragias cerebrales de febrero de 2005 son evidentes en la mitad derecha de su cuerpo: la mueca de los labios, el brazo doblado, la mano cerrada hacia abajo… se apoya en un bastón negro con puño de plata que tiende a dejar apoyado sobre superficies de las que invariablemente resbala y cae al suelo con un tremendo estrépito. Tras pasar unas horas a su lado, el ruido es tan familiar que parece un gag cómico. Como si esa tendencia a tirarlo fuera anterior a ese momento terrorífico del que, dice Grace, “pensé que se moría”.

"Lo que tengo se llama disfasia, me cuesta encontrar las palabras adecuadas cuando hablo, pero puedo cantar”, dice el músico escocés

“Lo que tengo se llama disfasia. Me cuesta encontrar las palabras adecuadas al hablar, pero puedo cantar”, decía Collins horas antes, en el primer ensayo para la gira de su octavo disco, Understated, que se edita el 25 de marzo. Allí manda él. Carwyn, su mano derecha, interpreta la música, pero Collins elige las canciones y ordena si hay que repetirlas. Tiene que leer las letras, pero es un problema menor considerando que hubo años en los que no podía hablar, caminar o escribir y la mayoría de sus recuerdos se habían esfumado.

“La mayor diferencia entre el Edwyn de ahora y el anterior es que ahora dice lo que piensa sin cortarse un pelo”, explica Grace. “Hace poco, la revista Q le nombró hombre del año. Fuimos a la ceremonia y un periodista le preguntó la razón para merecer ese honor. Edwyn le contestó: ‘¿Quizá que he tenido un derrame?”. Se parte de la risa Grace con la anécdota. “Siempre le digo que es muy afortunado. Está disfrutando en vida del reconocimiento que otros solo tienen cuando han muerto”.

Esto se hizo visible en Losing sleep (2010), el primer disco que grabó tras los ataques. En él participaron Alex Kapranos, de Franz Ferdinand (que también fue el narrador de un documental en el que se contaba su recuperación); Johnny Marr, de The Smiths; el grupo estadounidense The Drums o su viejo amigo Roddy Frame, líder de Aztec Camera, con el que empezó en los ochenta en Glasgow. “Yo no diría que soy famoso, soy popular. Y hay gente que me quiere”. De vez en cuando aparecen admiradores inesperados. Es el caso del diseñador y fotógrafo Hedi Slimane, que le pidió permiso para hacerle un retrato que hoy ilustra Understated.

Carwyn, mano derecha de Collins, tocando la guitarra en el estudio.
Carwyn, mano derecha de Collins, tocando la guitarra en el estudio.JORDI ADRIÀ

Para comunicarse con el exterior le ayuda Grace. Han desarrollado un protocolo. Ella toma la palabra, en muchas ocasiones preguntándole a Collins: “¿Te acuerdas, Edwyn?”, a lo que él casi siempre responde: “No”. Ella no se arredra y continúa. Entonces Collins dice: “Ah, sí, sí… ya recuerdo”, y asiente con la cabeza. Si algo no le convence, interrumpe con un “perdona, Grace”, y ella calla para que él introduzca los matices. Cuando Collins deja de hablar, ella concluye la historia. Son un equipo que nunca se separa. Juntos manejan su carrera. Lo que incluye su propio sello, AED, que llevan desde su estudio, West Heath, un lugar maravilloso y acogedor, lleno con casi 18 años de recuerdos de Edwyn: muñecos, guitarras y material de grabación analógico.

Collins se ha visto envuelto en el follón en el que se ha convertido la compra de EMI por Universal. Las condiciones para permitir la transacción implican tal confusión sobre la propiedad de algunos pequeños sellos que han decidido probar suerte por su cuenta. “Somos totalmente independientes, como al principio, quizá más”, dice el músico.

Edwyn Collins y Grace Maxwell llevan juntos 30 años. Tienen un hijo de 22, William, que vive con ellos. Ella es su mánager desde antes de que fueran pareja. Se conocieron cuando él grababa en Postcard, el más prometedor sello indie de Escocia, y ella, una escocesa residente en Londres con su novio de entonces, usaba su piso como embajada de los grupos que venían de promoción.

Edwyn y su mujer, Grace Maxwell, llevan juntos desde los ochenta. Son un equipo, ella es su mánager

Collins era un joven escocés, guapo, educado y de buena familia. El cantante de Orange Juice, uno de los más alabados grupos salidos de la siguiente oleada al punk. “Todo en ellos era diferente, desde el nombre, que sonaba refrescante, un rayo de sol en un vaso”, escribió el periodista Simon Reynolds en su libro Rip it up and start again. Postpunk 1978-1984. Es un sesudo estudio, en el que trata de explicar el periodo entre el punk y el macrofestival benéfico Live Aid, que él establece como el final de un sueño. Años en los que hubo una posibilidad de que un pop culto e inteligente se hiciera con las listas.

Se menciona más de 200 bandas, pero el título Rip it up and start again (que se puede traducir como “borrón y cuenta nueva”) es el de una canción de Orange Juice, la única que entró en listas, en 1983. Así de importantes fueron. Así de grande fue su fracaso. Llegaron pronto al pop y tarde al triunfo. Pero si uno traza hacia atrás las influencias de muchos grupos actuales, de Franz Ferdinand a Arcade Fire, pasando por Belle & Sebastian, en algún momento tropezará con Orange Juice. Su éxito se encuentra en los logros de aquellos que los tomaron de modelo.

James Kirk, Edwyn Collins, Steve Daly y David McClymont eran Orange Juice, un grupo que pretendía, partiendo del punk, renovar el pop.
James Kirk, Edwyn Collins, Steve Daly y David McClymont eran Orange Juice, un grupo que pretendía, partiendo del punk, renovar el pop.

Muchos lo recuerdan como un listillo pagado de sí mismo. Una de esas personas que están tan seguras de ser especiales que tenían tendencia a dispararse en el pie. “Cuando estaba en Orange Juice, dijo en una entrevista que el tipo que se encargaba de sus discos en la multinacional era sordo, que el jefe no se enteraba de nada. Antes de acabar el año estábamos en la calle”, recuerda Grace. Es cierto que hubo grupos que los imitaron, pero también que Collins no era un santo. Abandonó Postcard, el sello que les había dado notoriedad y que dirigía uno de sus amigos, para fichar con una multinacional. “Era impulsivo, me confundía, tenía mal carácter, pero no era malo. Lo que más me importaba era la música”, reconoce él. Recuerda Grace una anécdota que refleja su torpeza comercial. Sintió en un momento dado que su oportunidad se escapaba y purgó Orange Juice de “elementos poco profesionales”, como el batería, por falta de motivación. “Su sustituto fue Zeke Manyika, que tocaba maravillosamente, pero era de Zimbabue, y sus visados complicaban las giras. No parece la decisión de alguien ambicioso y calculador, ¿no?”.

“Ves ahora a Grace y crees que están así porque Edwyn se ha vuelto dependiente, pero no es así. Siempre ha sido igual. Este es un mundo machista. Y Grace es una tía muy dura. Conducía el coche, tramitaba los contratos, hasta desmontaba los escenarios. Hacía todo lo que a él le permitía seguir concentrándose en su música exclusivamente”, cuenta un allegado a la familia. “Trabajar juntos es fácil, vivir juntos es mucho más difícil. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, como todas las parejas, pero separarse es algo que ni siquiera se toma en consideración. No lo era antes del ataque y no lo es ahora. Y no porque dependa de mí. Soy yo. Le amo. No sería capaz de dejarlo solo. Mi preocupación por él es tan grande; mi temor por lo que le pueda pasar, tanto, que no sería capaz”, añade Grace.

"Todo en ellos era diferente, desde el refrescante nombre”, dijo el escritor Simon Reynolds de Orange Juice, primer grupo de Collins

Collins vive en un perpetuo optimismo. “Me encuentro bien, me siento afortunado. Si hace ocho años me hubieran dicho que estaría aquí, a punto de editar un disco, no me lo habría creído. Es casi mejor ahora que cuando era solo el señor A girl like you”.

Se refiere a que, después de la desbandada de Orange Juice, en 1985 inició una carrera en solitario marcada por buenas críticas y mediocres resultados comerciales. Hasta que en 1994 publicó la canción A girl like you, un éxito mundial. Eran dueños de todos los derechos y lo fueron del rendimiento que dio el tema. Y fue muy productivo: publicidad, sintonías, bandas sonoras. “Fueron buenos años. Pero ahora es todo más complicado. Ya no podemos seguir manteniendo el estudio. Nunca lo tuvimos por dinero. Llevamos 18 años aquí, Edwyn producía grupos para pagar los gastos, pero ya no es posible. En junio lo dejamos. Y también Londres”.

Dejar la ciudad es dejar su hogar, sus amigos, su vida. Grace saca un ordenador para enseñar el que es su proyecto. Collins tiene una casa en Hemsdale, al norte de Escocia, muy al norte. Es su herencia familiar, “pertenece a mis antepasados desde 1820”, explica. La idea es construir un estudio de grabación con una casa de tres dormitorios. “Alquilando nuestro piso de Londres podemos pagarlo todo. Ya no tendremos más preocupaciones económicas. Estaremos tranquilos. Edwyn puede grabar allí, producir, ir de gira… Tengo 55 años, él 53, no tengo ganas de más problemas financieros”.

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