Muerte y renacer de Edwyn Collins
La estrella pop escocesa supera una trombosis cerebral que le dejó incapacitado, edita un disco sobresaliente y encabeza el cartel del festival Primavera Club
Alguien diría que estamos contemplando un milagro; dejémoslo en prodigio, suma de tenacidad y amor. Hace unos seis años, Edwyn Collins (Edimburgo, 1959) sufrió un gravísimo accidente cerebrovascular. Apenas podía moverse; ni usaba ni entendía el lenguaje oral o escrito. Cantar o componer parecía imposible: su lado derecho quedó inútil. Así que resulta pasmoso encontrarle bajo el sol madrileño, conversando con ánimo sobre su nueva música, igual que a buen seguro resultará asombroso verlo actuar mañana, el viernes y el sábado en Barcelona y Madrid en el marco del festival Primavera Club.
Collins tiene un disco fresco, Losing sleep (Heavenly), que además deleita por su vigor: "Siempre me gustaron los ritmos vivos, de Motown o garaje. Puedes contar historias duras, pero necesitas un buen ritmo detrás". Conviene advertir que Edwyn todavía sufre de afasia: su mujer, Grace Maxwell, mánager desde 1984, termina muchas de sus frases.
"Puedes contar historias duras, pero necesitas ritmo", afirma
Ella es coprotagonista de esta historia. Lo cuenta en un libro esperanzador, Falling & laughing: the restoration of Edwyn Collins. Más allá del caso específico, rebosa consejos prácticos para enfrentarse a la enfermedad, al sistema hospitalario y el proceso de rehabilitación: "Carezco de argumentos científicos pero pienso que las células cerebrales pueden regenerarse. Edwyn ha recuperado funciones supuestamente perdidas para siempre. Hablamos de los doctores más arrogantes. Uno de los que le operaron nos explicó el resultado como un partido de fútbol: 'Neurocirujanos, 1-Dios, 0'. ¡Por favor!".
Collins se ríe: "Pues yo no podía soportar que descuidaran mi pelo. En vez de llevar copete, tenía afeitada media cabeza y parecía Phil Oakey [cantante de The Human League]. ¡Intolerable!". Edwyn fue uno de aquellos insurgentes del punk que reinventaron el pop en los años ochenta. Suyo es el más contundente manifiesto de 1982, Rip it up, que luego bautizaría un tomo del crítico Simon Reynolds. Hoy lo desmenuza con pasión: "El título viene de Eddie Cochran, no, de Little Richard. Y también cito la guitarra de Boredom, de los Buzzcocks. Me temo que, al dominar los sintetizadores, pocos se dieron cuenta del mensaje. Era como decir 'vale, lo del Anarchy in the UK no funcionó, es la hora de recuperar ese espíritu, pero con otro sonido".
Rip it up fue el mayor éxito de Orange Juice, grupo de falsa ingenuidad que inspiró a buena parte del floreciente pop escocés. Collins sonríe: "Teníamos más actitud que profesionalidad. Nos salvaba el amor por el pop, en su más amplia acepción. Éramos lo contrario de Joe Strummer, que rechazaba todo lo anterior al 77".
Domino edita también la integral de Orange Juice, una caja titulada Coals to Newcastle, confeccionada con la colaboración de Collins y su esposa. Grace confiesa que se tapa la nariz cuando se aproxima al negocio de la música: "Yo venía del mundo del teatro, donde las mujeres éramos tratadas de iguales; de repente, estaba cerrando acuerdos con tipos infinitamente machistas. Lo peor fue entender que el tinglado está diseñado para engañar al talento, único elemento indispensable de toda la industria".
La pareja sacó las enseñanzas necesarias: "Edwyn compró una mesa analógica, se asoció con un técnico maravilloso y juntos montaron un estudio. Teníamos muchos clientes y él mismo hacía grandes producciones". En 1994, triunfó con A girl like you, tema del que controlaban todos los derechos. "Fueron dos años de promoción sin parar. Vimos lo peor de la industria: ibas a Filipinas y el hombre de la discográfica pagaba en metálico a los directores de los programas de televisión." Horrores aparte, valió la pena: "Un éxito de ese calibre no te permite jubilarte, pero tienes seguridad económica para hacer lo que quieras".
Hasta que llegó lo inimaginable y su mundo quedó cabeza abajo. Grace se asombró de que Edwyn no quisiera escuchar música durante sus meses en el hospital, pero luego descubrió que mantenía bastantes recuerdos de melómano: "No podía construir frases, pero enumeraba sin cesar los miembros de The Who o Booker T. & the MGs. Y reconocía muchísimas canciones. Nos avisaba de que todavía no era capaz de cavar los cimientos, pero sí de decorar las paredes de su casa mental".
Babelia
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