Vacuna difícil
Hay que apoyar y financiar las investigaciones sobre el VIH, pese a la tardanza de los resultados
El hecho de que los fármacos antivirales hayan convertido el sida en una dolencia controlable no resta un ápice de importancia a las investigaciones que persiguen una vacuna eficaz contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa la enfermedad. Primero, porque el acceso a esos medicamentos sigue siendo, en el mejor de los casos, muy deficiente en los países en desarrollo, donde el alto precio de los fármacos se confabula con unas pésimas infraestructuras sanitarias para impedir su distribución a la población necesitada. Segundo, porque estos cócteles demandan a sus usuarios una disciplina que no todos están dispuestos a seguir. Y tercero, porque el VIH es un agente escurridizo que sigue variando dentro del cuerpo de cada paciente y buscando formas de hacerse resistente a los compuestos químicos que le atacan.
La investigación del Servicio de Enfermedades Infecciosas y Sida del hospital Clínico de Barcelona sobre una vacuna experimental contra el VIH, conocida esta semana, merece por tanto todo el apoyo de la sociedad. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea el momento de echar las campanas al vuelo y generar expectativas excesivas o infundadas.
Aunque el experimento realizado sobre 36 pacientes —que siguieron siendo tratados con los cócteles convencionales— ha demostrado una reducción notable de la carga viral, el efecto carece de la suficiente fuerza y estabilidad para conferirle utilidad en la práctica clínica. El objetivo de cualquier vacuna terapéutica, según reconocen los propios autores del trabajo, es lograr que la carga viral se reduzca hasta niveles indetectables en la sangre del paciente, lo que dista mucho de ser el caso, y además el efecto empieza a debilitarse a los tres meses de la administración y desaparece por completo al cabo del año.
Estas objeciones no suponen un argumento contra el trabajo del equipo de Barcelona. Muy al contrario, lo que revelan es la necesidad de apoyar y financiar esas investigaciones. La ciencia es casi siempre un camino tortuoso, pero sus apoyos financieros no deben serlo, por mucho que los resultados tarden en llegar.
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