David Reboredo
El indulto puede ser razonable, lo que causa escándalo es el uso de diferentes varas de medir según el peticionario
Este Gobierno, haciendo uso de su potestad, ha indultado, entre otros, a políticos corruptos, a malversadores, a prevaricadores, a cuatro mossos condenados en firme por tortura, y a dos penados por el caso del Yak 42. Y así. El indulto que levantó más polvareda fue el de los cuatro agentes que infringieron tormento a un detenido. En un inusual pronunciamiento, 200 jueces calificaron esta medida de gracia como “una decisión política indigna”. El anterior Gobierno, antes de cesar, también acordó algunos indultos que hicieron tambalear con estrépito la balanza de la Justicia: un banquero y un defraudador. El indulto puede ser razonable, y remediar sentencias desproporcionadas, extremas e incluso injustas. Lo que causa escándalo es el uso de diferentes varas de medir según el peticionario, la antipática aplicación de esta gracia como un exclusivo privilegio clasista. Ahora mismo la alegoría de la Justicia en España tiene el culo al aire. Y no se sabe quién ha birlado la balanza. Este Gobierno de manga ancha ha negado por dos veces el indulto para David Reboredo. Este vecino del Calvario, un barrio obrero de Vigo, ha tenido que ingresar a los 43 años en prisión, con una minusvalía que le afecta a la mitad del cuerpo. Deberá cumplir siete años en chirona. ¿Cuál es el delito? La entrega de dos papelinas de heroína, un total de 0,4 gramos, en sendas recaídas (2006 y 2009) del tratamiento de desintoxicación. David se enganchó a los 16 años, como tantos, cuando el caballo entró a trote en los sueños de una generación inquieta y los convirtió en pesadillas. Se llevó a muchos. Pero hubo prófugos de la muerte que buscaron, que buscan, una segunda vida. David inicio esa dura búsqueda en 1999. Tuvo esas recaídas, pero ahora llevaba limpio tres años y comprometido hasta el cuello en trabajo social. Un abrazo de solidaridad habría que darle. Pero nos lo tienen secuestrado en la cárcel.
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