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Reportaje:

Sin el 'botellón' en Ciudad Universitaria

El jueves, primer día de protección especial del campus de la Complutense, un centenar de jóvenes bebe en los alrededores de la plaza donde hubo incidentes hasta que les dispersa la policía

El dispositivo de vigilancia aumenta en la Complutense por las noches a raíz por incidentes vandálicos.
El dispositivo de vigilancia aumenta en la Complutense por las noches a raíz por incidentes vandálicos.ÁLVARO GARCÍA

Bolsas de plástico transparente viajan en el Metro de Madrid. Muchas se bajan en Argüelles, bastantes más se suben en Moncloa, pero la mayoría llega a su destino en Ciudad Universitaria. Dentro, refrescos de colores y sacos de hielo que no disimulan la presencia de güisquis, rones y vodkas. Aunque parece que a partir de ahora sus portadores no lo tendrán fácil: beber en el campus principal de la Universidad Complutense es más complicado desde anoche. Es el primer día de un largo fin de semana de fiesta para muchos universitarios que no tienen clase el viernes o que acaban de terminar los exámenes, y también el primero en el que la vigilancia se extrema en Ciudad Universitaria.

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Todo comenzó el pasado viernes por la noche, cuando entre 700 y 1.000 personas bebían en distintas partes del campus, principalmente en la plaza de la salida del Metro de Ciudad Universitaria y en los alrededores de la facultad de Ciencias de la Información. Uno de los chavales que bebía en la plaza de las facultades de Farmacia y Medicina se subió a la estatua Los portadores de la antorcha y rompió, precisamente, la antorcha. "Nosotros estábamos cuando pasó", explican Javier, Carlos y Jorge, que aunque ya han dejado las aulas universitarias siguen yendo de botellón a la zona. "El tío se subió, le empezaron a tirar cosas, hielos, que es normal cuando alguien se monta en el caballo, y se cayó. Se agarró a la antorcha y la rompió", relatan, pasadas las once de la noche, a cinco metros del caballo copa en mano. A los pies de este, restos de bolsas y cristales y una cinta protectora en la que se lee Unidad de Control y Seguridad. Universidad Complutense de Madrid.

"Anda, chicos, id guardando las cositas"

Tras el incidente, representantes del Ayuntamiento de Madrid, la Delegación de Gobierno y la Universidad Complutense se reunieron el miércoles para reforzar la seguridad y evitar actos de vandalismo. Se decidió que la Policía Nacional reforzará la vigilancia en las zonas donde más gente bebe, los controles de alcoholismo y que tratará de evitar la venta ambulante de comida y bebida. Además, si la universidad o su rector, Carlos Berzosa, lo requieren, podrá actuar la Unidad de Intervención Policial, aunque "de forma discreta", según el Ayuntamiento.

Efectivamente, la policía hace su aparición la primera noche de jueves. Casi a medianoche, la llegada de un coche patrulla dispersa al medio centenar de jóvenes que empezaba a prepararse las copas en la plaza. Sin llegar a irse, los jóvenes se apostan en las escaleras del metro, en la facultad de Ciencias de la Información, y en la de Farmacia. Aun así, son entre 80 y 100.

Allí, en las escaleras de Farmacia, otra treintena de jóvenes, casi todos universitarios, beben. "Antes venía solo gente de la facultad y no había problemas: bebías, recogías y te ibas. Ahora viene gente chunga y dejan esto hecho un asco, son unos cerdos, abren los coches y ponen música a tope. Da vergüenza ajena", cuentan Ana y sus amigos, estudiantes de Farmacia. Creen, como todos, que la gente no va a dejar de venir porque haya más policía.

Mientras, en la plaza la patrulla de policía da recomendaciones a los pocos presentes. "Anda, chicos, id guardando las cositas", dice uno de los agentes mientras enciende un cigarrillo. Un grupo de chavales no se inmuta: con las botellas cerradas no están expuestos a multas, aseguran. También afirman que no tenían ni idea de que habría más controles policiales, pero les da "igual".

Dos pasos más allá, en un banco de la plaza, al lado del coche patrulla, tres amigos andaluces empiezan a preparar las primeras copas de la noche. Forrados de chaquetas, se muestran convencidos de que en la Ciudad Universitaria el botellón está permitido. Como la patrulla se va en poco más de media hora, siguen bebiendo. "Ya me han puesto tres multas, y nunca me ha llegado nada a casa, ni una sola notificación", afirma uno de ellos mientras rellena su copa. Diez minutos de risas y ron después, cuando la plaza vuelve a acoger a dos o tres pandillas salidas de sus refugios, aparecen dos agentes. "Váyanse a otro sitio más tranquilito", espetan. Y otros dos policías más. Las bolsas transparentes de los andaluces, un poco más vacías, se hartan y vuelven a subir al metro. No son las únicas. Aunque nadie allí lo duda: muchas más volverán a la plaza el fin de semana.

Un coche de la policía se acerca a un grupo de jóvenes que bebe anoche en el campus de la universidad.
Un coche de la policía se acerca a un grupo de jóvenes que bebe anoche en el campus de la universidad.ÁLVARO GARCÍA

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